Escaso (y festivo) p¨²blico

La plaza de toros de Bilbao ha quedado de dulce despu¨¦s de la profunda remodelaci¨®n a la que ha sido sometida por dentro y fuera, y la empresa gestora ha decidido reinaugurarla con uno de los llamados carteles de lujo: Pablo Hermoso de Mendoza a caballo, y una terna formada por Manzanares, Talavante y Roca Rey, con toros de Jandilla. No se puede pedir m¨¢s. O s¨ª; se podr¨ªa pedir, por ejemplo, algo m¨¢s de p¨²blico despu¨¦s de la larga sequ¨ªa taurina de la pandemia. Y otro deseo: alg¨²n aficionado, adem¨¢s del presidente, que seguro que lo habr¨ªa, pero solo se not¨® la presencia festiva y bullanguera ...

La plaza de toros de Bilbao ha quedado de dulce despu¨¦s de la profunda remodelaci¨®n a la que ha sido sometida por dentro y fuera, y la empresa gestora ha decidido reinaugurarla con uno de los llamados carteles de lujo: Pablo Hermoso de Mendoza a caballo, y una terna formada por Manzanares, Talavante y Roca Rey, con toros de Jandilla. No se puede pedir m¨¢s. O s¨ª; se podr¨ªa pedir, por ejemplo, algo m¨¢s de p¨²blico despu¨¦s de la larga sequ¨ªa taurina de la pandemia. Y otro deseo: alg¨²n aficionado, adem¨¢s del presidente, que seguro que lo habr¨ªa, pero solo se not¨® la presencia festiva y bullanguera de espectadores ansiosos de pasarlo bien y empe?ados en poner en un brete al se?or Mat¨ªas Gonz¨¢lez, el us¨ªa, que no sal¨ªa de su asombro cuando la plaza le exig¨ªa la segunda oreja del sexto toro para Roca Rey.

?Qui¨¦n te ha visto, y qui¨¦n te ve, Bilbao!, parec¨ªa decir la cara del se?or del palco, sorprendido como tantos otros de la extrema generosidad de un p¨²blico desconocido. Alguien podr¨¢ pensar que era la alegr¨ªa del reencuentro ¡ªmejor, si as¨ª fuera¡ª, y no que esta afici¨®n, otrora sabia y exigente, se ha contagiado del virus triunfalista que tanto y tan gravemente ha afectado a las ferias de Abril de Sevilla y San Isidro.

En fin, poca gente en los tendidos ¡ªuna pena¡ª, y espl¨¦ndida en extremo para una reinauguraci¨®n que ped¨ªa a gritos plaza llena y una vuelta a los or¨ªgenes.

Para acabar de fastidiarlo, ni los toros ayudaron, ni los toreros, a excepci¨®n de Roca Rey, estuvieron a la altura esperada.

Abri¨® plaza el rejoneador Hermoso de Mendoza con un toro desfondado y descastado con el que volvi¨® a demostrar que es un consumado maestro de la t¨¦cnica y la precisi¨®n a la hora de clavar, pero toda su labor transcurri¨® sin brillantez a causa de un oponente medio dormido y sin ganas de pelea.

Tampoco arrebataron Manzanares ni Talavante.

El diestro alicantino se encontr¨® primero con un toro complicado, con el que se le vio desconfiado, despegado y ventajista, como suele ser habitual en ¨¦l, aunque un entregado p¨²blico le dio alas para que creyera que estaba trazando una obra de arte. En su segundo, dificultoso, tuvo que luchar contra fuertes rachas de viento que convirtieron la muleta en una bandera y su labor pas¨® desapercibida.

Desapercibido pas¨® Alejandro Talavante, quien a¨²n se siente encorsetado e inseguro en la cara del toro, y m¨¢s all¨¢ de alg¨²n buen lance capotero y un par de muletazos sueltos, la impresi¨®n es que le quedan muchos partidos que jugar para estar al nivel que tuvo en sus mejores tiempos.

El ¨²nico que mostr¨® un aire diferente, una quietud sorprendente y una actitud encomiable fue Roca Rey; se sobrepuso al viento en su primero, y los tendidos quedaron rendidos ante su toreo tan valeroso como poco profundo. Fiero y deslucido era el sexto toro, al que someti¨® jug¨¢ndose el tipo de verdad, aunque no hubiera m¨¢s faena que una entrega ilimitada. El arrebato del p¨²blico qued¨® demostrado en la pasi¨®n con la que pidi¨® la segunda oreja, que no lleg¨® a manos del peruano porque hab¨ªa un aficionado -alguno m¨¢s andar¨ªa por all¨ª, pero no se not¨®- en la plaza.