Paco de Luc¨ªa: un concierto eterno y lleno de altibajos recuerda al genio ¡°infinito¡±
M¨¢s de 30 artistas homenajearon al guitarrista en el Teatro Real, un auditorio que el de Algeciras abri¨® al arte jondo tras su actuaci¨®n de 1975.
El d¨ªa que falleci¨®, en la mesilla de noche, Paco de Luc¨ªa ten¨ªa un libro de Charles Dickens. Lecturas al anochecer, historias de fantasmas que visitan a los vivos para juguetear con ellos o saldar cuentas pendientes. El esp¨ªritu del guitarrista sigue activo, por eso su fundaci¨®n y su discogr¨¢fica lo convocaron a un homenaje celebrado el s¨¢bado 30 de julio en el Teatro Real de Madrid. Lo titularon Infinito, es decir, sin l¨ªmites, un t¨ªtulo p...
El d¨ªa que falleci¨®, en la mesilla de noche, Paco de Luc¨ªa ten¨ªa un libro de Charles Dickens. Lecturas al anochecer, historias de fantasmas que visitan a los vivos para juguetear con ellos o saldar cuentas pendientes. El esp¨ªritu del guitarrista sigue activo, por eso su fundaci¨®n y su discogr¨¢fica lo convocaron a un homenaje celebrado el s¨¢bado 30 de julio en el Teatro Real de Madrid. Lo titularon Infinito, es decir, sin l¨ªmites, un t¨ªtulo perfecto para el tocaor, pero no para el concierto, que fue eterno: parec¨ªa no tener principio ni fin.
En tres horas y media, m¨¢s de 30 artistas (casi todos trabajaron con ¨¦l) actuaron entre v¨ªdeo y v¨ªdeo de entrevistas a De Luc¨ªa. Sirvieron para separar tem¨¢ticamente las actuaciones y por eso, despu¨¦s de escucharlo hablar de cu¨¢nto le gustaba el cante, apareci¨® Miguel Poveda. El catal¨¢n ech¨® el resto en el primer ay, cantando a palo a seco, para pasar a un medley tan en su l¨ªnea. No hay duda de que Poveda es el cantaor m¨¢s reconocido hoy, tampoco de que no se parece a Camar¨®n ni a los cantaores y cantaoras que prefiri¨® el homenajeado. ?D¨®nde estaban Duquende, Potito o La Tana? Artistas gitanos de voces rasgadas, camaroneros, que eran la predilecci¨®n del de Algeciras. La organizaci¨®n ya advirti¨® que la fecha era mala por las giras de verano, pero cuesta creer que no acudieran a rendir honores a Paco de Luc¨ªa.
Al di Meola y John Mclaughlin s¨ª estuvieron y satisficieron a los fans de la guitarra tocando con el sobrino del homenajeado, Antonio S¨¢nchez, un Mediterranean Sundance que ojal¨¢ hubiera durado toda la noche, pues el concierto supo a poco para quienes aman la sonanta. Estuvieron y lo hicieron bien Ni?o Josele, Antonio Rey o Josemi Carmona (inmenso acompa?ando a la fadista Mariza), pero Paco de Luc¨ªa, que nunca temi¨® la competencia, toc¨® en vida a cuatro manos con Manolo Sanl¨²car o Juan Manuel Ca?izares e incluso con un chaval aspirante a adelantarlo en curiosidad y cabeza, Dani de Mor¨®n. Ninguno, a pesar de su nivel, estuvo en ese escenario.
El homenaje de por s¨ª ya era extra?o: era parte del Universal Music Festival, pero no celebraba una fecha redonda ni el lanzamiento de un nuevo disco. Y se volvi¨® m¨¢s raro cuando Pepe de Luc¨ªa ofreci¨® un espect¨¢culo paralelo. Cuando Jorge Pardo apareci¨® soplando su flauta para convocar a Rubem Dantas, Carles Benavent, Ni?o Josele y Tino de Geraldo, fue la primera vez que se not¨® la emoci¨®n de un homenaje. Dos minutos de gloria, de un regreso de la primera banda al pasado pero sin nostalgia y con frescura. Hasta que apareci¨®, vestido de negro, Pepe de Luc¨ªa para destrozar ¡°Solo quiero caminar¡±, esos tangos casi himno, y desconcertar a sus compa?eros dando ¨®rdenes en tan mal tono como cant¨®. El resto de la banda lo cobij¨® y al acabar incluso lo besaron. El hermano de Paco de Luc¨ªa no sali¨® m¨¢s, ni siquiera cuando se unieron sobre las tablas la primera banda con la segunda: la que formaron el armoniquista Antonio Serrano, el cantaor Rubio de Pruna, el bailaor Farru... Entre todos, ya sin Pepe, lograron diluir el mal rollo, sobre todo cuando Benavent se meti¨® Entre dos aguas, ese hit que nunca es t¨®pico. Y el protagonista volvi¨® a ser Paco de Luc¨ªa.
Quiz¨¢ quien entendi¨® mejor de qu¨¦ va un homenaje fue Farruquito, el ¨²nico capaz de llenar un escenario enorme y a ratos desangelado, componiendo una letra propia para Paco de Luc¨ªa y bail¨¢ndola por alegr¨ªas, celebr¨¢ndolo. Otro bailaor le puso creatividad a la noche con un n¨²mero minimalista, Joaqu¨ªn Grilo. No quiso ni m¨²sicos, solo a Paco toc¨¢ndole Mar¨ªa de la O para desplegar todo su repertorio de movimientos, su vis c¨®mica, su enorme talento jerezano nunca suficientemente reconocido.
Lo dem¨¢s, m¨¢s de lo mismo: una Sara Baras muy aplaudida; una Ni?a Pastori cantando la copla Te he de querer mientras viva o un v¨ªdeo de Alejandro Sanz para mandar un mensaje: ¡°Paco era un genio¡±. Muy en la l¨ªnea de un concierto que tuvo photocall y entrada para celebridades. Nada que ver con aquel de 1975 en el que Paco de Luc¨ªa actu¨® en ese mismo escenario abri¨¦ndole las puertas del Teatro Real a lo jondo y sus artistas. Entonces, contaron las cr¨®nicas, hab¨ªa bastantes hippies, y Paco de Luc¨ªa tuvo que demostrar que el flamenco era una m¨²sica rica y compleja, a la altura de cualquier otra y de cualquier escenario. Entonces, la aspiraci¨®n era acceder a los grandes teatros, tambi¨¦n dejar de ser una m¨²sica de minor¨ªas. La de hoy, c¨®mo estar ah¨ª sin diluirse.
El fin de fiesta fue trist¨®n. Las estrellas, a excepci¨®n de Sara Baras, no salieron y hubo dos sillas vac¨ªas: la de Paco de Luc¨ªa, donde se coloc¨® una guitarra, y la de su hermano Pepe que no sali¨® ni a despedirse. No son¨® el Buana Buana King Kong de las grandes ocasiones y apenas sonre¨ªa nadie sobre las tablas. Hubo grandes m¨²sicos, unos cumpliendo el tr¨¢mite y otros (los hermanos Farruco y la primera banda del tocaor, especialmente) entregados a la causa, pero apenas se not¨® el esp¨ªritu de Paco de Luc¨ªa. A ¨¦l, sin embargo, sigue dando gusto verlo aunque sea en v¨ªdeo con palabras y falsetas mil veces escuchadas. ?Qu¨¦ dir¨ªa de este homenaje? No se sabe, pero seguramente lo habr¨ªa hecho eterno de otra manera. Por ejemplo, seleccionando, empez¨¢ndolo y remat¨¢ndolo con m¨¢s esmero. Lo hizo siempre, hasta con el libro de Dickens que dej¨® como ¨²ltima lectura en su mesilla y que acaba as¨ª: ¡°Su estrella brillaba; y a¨²n sigue brillando sobre su tumba¡±. Buen resumen de un concierto donde el mejor, sin estar y sin tocar, volvi¨® a ser ¨¦l.