Esos locos llamados aficionados
Paco Ure?a abre una puerta grande de pueblo y ?ngel T¨¦llez corta una orejita en otra tarde de toros mansos y sin casta
Hay que estar muy enfermo ¡ªen el buen sentido de la palabra¡ª para ser, hoy en d¨ªa, aficionado a los toros. Qu¨¦ ingentes dosis de paciencia y romanticismo son necesarias para mantener el gusanillo de la afici¨®n. Y con qu¨¦ poco se conforman esos locos llamados aficionados.
Tarde tras tarde, pese al continuo maltrato por parte de las empresas y del sistema taurino, pasan por taquilla y se sientan en una piedra, en el sol o en la sombra, con la esperanza casi intacta. Saben lo que va a pasar; saben que, salvo sorpresa, se aburrir¨¢n, pero siguen acudiendo. De eso, claro, se aprovechan...
Hay que estar muy enfermo ¡ªen el buen sentido de la palabra¡ª para ser, hoy en d¨ªa, aficionado a los toros. Qu¨¦ ingentes dosis de paciencia y romanticismo son necesarias para mantener el gusanillo de la afici¨®n. Y con qu¨¦ poco se conforman esos locos llamados aficionados.
Tarde tras tarde, pese al continuo maltrato por parte de las empresas y del sistema taurino, pasan por taquilla y se sientan en una piedra, en el sol o en la sombra, con la esperanza casi intacta. Saben lo que va a pasar; saben que, salvo sorpresa, se aburrir¨¢n, pero siguen acudiendo. De eso, claro, se aprovechan los ¡°taurinos¡±, que ¨²nicamente piensan en su propio beneficio.
Por todo ello, el aficionado a los toros es una especie en peligro de extinci¨®n. Rodeados siempre de un p¨²blico ocasional que no distingue lo bueno de lo malo y que no tiene el m¨¢s m¨ªnimo sentido cr¨ªtico, los aficionados vuelven a la plaza con el anhelo de un toro bravo y un torero valiente y artista.
O con la ilusi¨®n de ver lidiar astados de un encaste ¨²nico y al borde de la desaparici¨®n, como los de Samuel Flores (Gamero C¨ªvico), que regresaron este mi¨¦rcoles a su plaza de Albacete. Lo hicieron, eso s¨ª, a medias, pues el llamado desaf¨ªo ganadero enfrentaba tres toros de Samuel y otros tres de Domingo Hern¨¢ndez. Morante se apunt¨® a la corrida del hist¨®rico hierro manchego, pero, por si las moscas, no dud¨® en cubrirse las espaldas. No vaya a ser que¡
Y pas¨® lo que todo el mundo pensaba, que a Morante le sali¨® un mans¨ªsimo y deslucido ejemplar al que despach¨® en menos de un minuto. Cincuenta y cinco segundos, concretamente, tard¨® en montar la espada y quit¨¢rselo de en medio. La gente se enfad¨®, claro, aunque es de agradecer la brevedad. Mejor eso que los cuarenta mantazos de turno que no llevan a nada.
Esos locos aficionados esperaban que Morante se redimiera con el cuarto, de Garcigrande. Y el sevillano lo hizo, pero solo a medias. Tras llevarlo hasta cuatro veces al caballo, dej¨® detalles de su magn¨ªfico concepto del toreo en un par de redondos y naturales sueltos pre?ados de gusto y empaque, cargando la suerte. Un trincherazo por aqu¨ª, otro por all¨¢, hasta que la ¨ªnfima casta de su oponente se acab¨®. Antes, de salida, hab¨ªa dejado un par de bellas ver¨®nicas marca de la casa.
Paco Ure?a fue durante varias temporadas torero de aficionados. Uno de los pocos matadores que ejecutaban el toreo con pureza y verdad. La pandemia fren¨® en seco un camino ascendente que le hizo brillar en plazas como Madrid, Bilbao o Valencia. Pero el Ure?a pospandemia no es el mismo. Se nota que quiere, pero da la sensaci¨®n de que a¨²n no se ha reencontrado con ¨¦l mismo.
Como Morante, el murciano tambi¨¦n firm¨® algunos pasajes estimables, en dos faenas llenas de altibajos y que nunca terminaron de romper. De m¨¢s a menos fue la primera, ante un manso, pero nobil¨ªsimo astado de Domingo Hern¨¢ndez ¡ªsin trap¨ªo alguno¨D, que embisti¨® con prontitud y menos agresividad que un corderito. Un manojo de pases por alto en el centro del ruedo, precedieron a una tanda al natural en la que tore¨® templado y encajado.
A partir de ah¨ª, y como frente al noble quinto de Samuel, se pas¨® de encimista y retras¨® tanto la muleta que los derechazos ¡ªcon la izquierda fue un visto y no visto¡ª carecieron de largura y profundidad. No import¨®. El arrim¨®n de turno a toro parado y una estocada lograda al encuentro sirvieron para que paseara dos sonrojantes orejas.
La ¨²ltima esperanza de esos pocos locos aficionados era ?ngel T¨¦llez, la gran revelaci¨®n de la temporada, que hac¨ªa su presentaci¨®n en Albacete. Tampoco fue redonda su actuaci¨®n y el toledano se pas¨® de tueste en ambos turnos (qu¨¦ pesados son), pero al menos dej¨® muestras del clasicismo que atesora.
Muchos -demasiados- pases le dio al descastado, soso y deslucido tercero. El sexto, de Samuel, bueno por el pit¨®n derecho, le permiti¨® algo m¨¢s. Con la figura vertical y las puntas de las zapatillas mirando hacia los pitones, ejecut¨® un par de tandas por ambos pitones que desbordaron temple y naturalidad. Todo, antes de sufrir una fuerte voltereta de la que sali¨® indemne. Entre tanto pegapases, un soplo de aire fresco.
Flores-Hern¨¢ndez / Morante, Ure?a, T¨¦llez
Tres toros de Samuel Flores (1º del hierro de Isabel López Flores, 5º y 6º), bien presentados, serios y en tipo, mansos, nobles y justos de casta; y otros tres de Domingo Hernández (2º, y 3º y 4º con el hierro de Garcigrande), muy desiguales de presentación (impresentable el 2º y serio y cuajado el 4º), mansos, nobles, sosos y descastados.
Morante de la Puebla: media estocada muy baja (pitos); pinchazo hondo trasero, caído y atravesado (división de opiniones).
Paco Ureña: estocada corta recibiendo y perdiendo la muleta (dos orejas); _aviso_ pinchazo y estocada (saludos).
Ángel Téllez: pinchazo y estocada trasera y caída -aviso- (silencio); pinchazo _aviso_ y bajonazo -segundo aviso- (oreja).
Plaza de toros de Albacete. 14 de septiembre. Séptima de abono de la Feria de la Virgen de los Llanos. Casi tres cuartos de entrada.