Aprendiendo a hacer rock en castellano
El documental sobre Tequila retrata un momento bendito de la Espa?a de la Transici¨®n
A partir de noviembre, se podr¨¢ ver en Espa?a Tequila. Sexo, drogas y rock & roll, de ?lvaro Longoria, el primer documental sobre el quinteto hispano-argentino que ¡ªpara decirlo r¨¢pidamente¡ª cambi¨® el rumbo de la m¨²sica pop de la Transici¨®n. Insisto en lo del primer documental, ya que, al principio, parece uno de esos programas de recortes made in Prado del Rey, con un ritmo galopante y un exceso de...
A partir de noviembre, se podr¨¢ ver en Espa?a Tequila. Sexo, drogas y rock & roll, de ?lvaro Longoria, el primer documental sobre el quinteto hispano-argentino que ¡ªpara decirlo r¨¢pidamente¡ª cambi¨® el rumbo de la m¨²sica pop de la Transici¨®n. Insisto en lo del primer documental, ya que, al principio, parece uno de esos programas de recortes made in Prado del Rey, con un ritmo galopante y un exceso de im¨¢genes tomadas de Aplauso y Retrato en vivo.
Tequila. Sexo, drogas y rock & roll tiene dos partes tan diferenciadas como una ducha escocesa. Un arranque triunfal, ya que el grupo arrasa de la noche a la ma?ana (debutan con un LP casualmente titulado Matr¨ªcula de honor, 1978) y viven el para¨ªso del rock hasta el comienzo de los ochenta. De una forma igualmente portentosa, comienza un declive que termina con la desintegraci¨®n a cara de perro del quinteto. Los dos cabecillas, Alejo Stivel y Ariel Rot, son lo suficientemente honestos para repartir responsabilidades entre el enemigo interno (la hero¨ªna) y la corrosi¨®n externa (una reputaci¨®n da?ada por la imagen de grupo para jovencitas). Como refuerzo para las posibles neuronas rayadas, est¨¢ presente la hermana del segundo, la actriz Cecilia Roth, que aproximadamente lo comparti¨® todo y sabe explicarlo. No esperen grandes revelaciones: alrededor del Tr¨ªo Calaveras zumban otros protagonistas con cuentas por saldar.
Se nota en el documental una carencia que no ayuda a entender la singularidad de Tequila: falta el contexto, a ambos lados del Atl¨¢ntico. Stivel y los Rot ven¨ªan de un pa¨ªs donde, a pesar de los bandazos pol¨ªticos, nunca se interrumpi¨® la evoluci¨®n de un rock contracultural, genuinamente argentino y con un respetable gancho popular. Mientras que en Espa?a, tras la ¨¦poca dorada de los conjuntos, el rock se volvi¨® semiclandestino y, en general, sus letras aparentemente carec¨ªan de ideolog¨ªa (los chicos m¨¢s elocuentes prefirieron pasarse al bando de los cantautores). En Sevilla o Barcelona hab¨ªa otras ondas, pero, recuerden, estamos en la capital: Alejo y Ariel han comentado su desconcierto al llegar a Madrid y encontrar en la cartelera abundantes pel¨ªculas de rock, pero ni rastro de conciertos en vivo o de puntos de encuentro para gente rockera (les cost¨® localizar el M & M o El Rastro).
De hecho, en el underground nacional se tend¨ªa a usar una especie de ingl¨¦s, sin hacer demasiados esfuerzos por la expresi¨®n personal. En el disco-manifiesto ?Viva el rollo! (1975), carta de presentaci¨®n del rock madrile?o, solo hay un tema en espa?ol (La cochambre, de Tilburi) entre gratuitas versiones de los Stones, los Beatles y Steppenwolf que ni siquiera eran traducidas, como se hac¨ªa durante los a?os sesenta. El productor alega ahora que se cantaba en ingl¨¦s para esquivar la censura. No, no: si hab¨ªa arte se pod¨ªa hablar pr¨¢cticamente de todo. En 1974, C¨¢novas, Rodrigo, Adolfo y Guzm¨¢n publicaron Se?ora azul, que los oyentes interpretaban como una cr¨ªtica agr¨ªa a la Falange o a la mism¨ªsima censura. La cosa no iba por ah¨ª, pero, a¨²n hoy, asombra que Se?ora azul superara los filtros.
Lo suelo decir de broma, pero se podr¨ªa defender: los exiliados argentinos empujaron a los rockeros espa?oles a cantar en castellano. Tequila demostr¨® que aquello pod¨ªa ser comercial, mientras difund¨ªa un hedonismo digno de agradecer en momentos tan convulsos. Aparte, el grupo acompa?¨® en el estudio a un hist¨®rico argentino, Moris, tambi¨¦n huido de los carniceros de Videla. Moris era un fl?neur que encontr¨® poes¨ªa en las calles y las gentes de Madrid, y supo recrearla en el disco Fiebre de vivir, otro ¨¦xito de 1978.
Puede que tanto Moris como Tequila estuvieran surfeando sobre la ola del futuro. En 1978 tambi¨¦n sali¨® el segundo volumen de Viva el rollo y, caramba, los grupos participantes ya no usaban el ingl¨¦s y hablaban de su ciudad (Este Madrid, de Le?o) o de la represi¨®n franquista (Social peligrosidad, de Cucharada). Eso me despierta una curiosidad: ?Qui¨¦nes eran los grupos teloneros de Tequila cuando sal¨ªan de gira? Ellos s¨ª que deben tener buenas an¨¦cdotas de primera mano.