Aquellos caballeros
Las clases dirigentes brit¨¢nicas, que son plebeyas, han heredado la capacidad de hacer el rid¨ªculo de sus antecesores aristocr¨¢ticos
Los ¨²ltimos sucesos en la Gran Breta?a extra europea est¨¢n conmoviendo antiguas convicciones. Muchos ten¨ªamos a los ingleses por un modelo de racionalidad y comportamiento, pero m¨¢s a¨²n como personalidades a las que no asustaba la originalidad. En resumidas cuentas, como individuos que aceptaban su individualidad y era muy dif¨ªcil que les afectara la infecci¨®n colectiva e identitaria. Eran chovinistas, claro, imperialistas, sin duda, pero daban ejemplo de c¨®mo comportarse cuando uno tiene esos defectos y no quiere hacer el rid¨ªculo.
La iron¨ªa con la que se trataban a s¨ª mismos y a sus man¨ªas eran un escudo protector francamente envidiable para un pa¨ªs, el nuestro, que en estas cuestiones de nacionalidad y privilegios muestra el rostro m¨¢s agropecuario. De ah¨ª que nos gustara tanto la literatura autopar¨®dica de los ingleses, la de Evelyn Waugh o la de P. G. Wodehouse, aunque ese distanciamiento estaba tambi¨¦n presente en literatos de fuste como Dickens, James o Conrad y en artistas del cine como los Monty Python. En ellos aprendimos que el ¨²nico modo de no hacer el payaso con las cuestiones nacionales era tom¨¢rselas con mucha distancia y sarcasmo.
Sin embargo, tardamos un poco m¨¢s en percatarnos de que esas virtudes de la iron¨ªa y el sarcasmo no eran las propias de la aristocracia brit¨¢nica, sino m¨¢s bien algo caracter¨ªstico de los plebeyos. Fueron las clases medias y bajas las que se burlaron seriamente de las clases dirigentes desde Shakespeare, cuyos bufones tienen esa retranca popular y socarrona que siempre nos sedujo.
Voy a proponer un ejemplo a modo de prueba del nueve. Lo tomo de Pierre Assouline, cuyo trabajo sobre el retrato (Le portrait, ignoro si hay traducci¨®n), lo incluye como rasgo memorable de la personalidad del retratado. Cuenta que a los invitados a la enorme (y horrenda) mansi¨®n, la c¨¦lebre Waddesdon Manor, de los Rothschild ingleses, cada ma?ana, tras correr las cortinas, el valet preguntaba:
-?T¨¦, caf¨¦, chocolate, se?or?
-T¨¦, por favor.
-?Aslam, Souchong, Ceylan, se?or?
-Ceylan, por favor.
-?Leche, crema, lim¨®n, se?or?
-Leche, por supuesto.
-?Jersey, Hereford, Montb¨¦liarde, se?or?
Podr¨ªa ser una escena de Pickwik, pero debe subrayarse algo menos conocido. Los Rothschild eran, como todos sabemos, una extensa familia jud¨ªa sin la menor relaci¨®n con las clases dominantes, las cuales s¨®lo se permit¨ªan el contacto con ellos cuando necesitaban un pr¨¦stamo. La rama inglesa en particular carec¨ªa de cualquier refinamiento y sus gustos eran m¨¢s bien de clase baja, como se vio hace unos a?os en ocasi¨®n de la subasta del amueblamiento interior del manor, comprado en su mayor parte por los ¨¢rabes.
Los Rothschild ten¨ªan tanto poder que pod¨ªan permitirse despreciar a aquellos pretenciosos lores y baronets que hac¨ªan ascos cuando ve¨ªan a un jud¨ªo. De manera que la escena podr¨ªa muy bien ser una burla sarc¨¢stica, inventada por los propios Rothschild. Las actuales clases dirigentes brit¨¢nicas, que son claramente plebeyas, han heredado, sin embargo, la capacidad de hacer el rid¨ªculo de sus antecesores aristocr¨¢ticos.
Babelia
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