¡®Klondike¡¯: drama y absurdo en los proleg¨®menos de la guerra en Ucrania

¡°?De verdad esto es la guerra?¡±, pregunta una mujer embarazada, habitante de una granja junto a la frontera entre Rusia y Ucrania, en la regi¨®n del Donb¨¢s, at¨®nita ante lo que ocurre a su alrededor. Como si las guerras ni siquiera tuvieran ya pinta de guerras. El absurdo, la incomprensi¨®n, la desesperanza, el horror. Los que retrata la ucrania Klondike, tercera pel¨ªcula como directora de Maryna Er Gorbach, una ficc...

¡°?De verdad esto es la guerra?¡±, pregunta una mujer embarazada, habitante de una granja junto a la frontera entre Rusia y Ucrania, en la regi¨®n del Donb¨¢s, at¨®nita ante lo que ocurre a su alrededor. Como si las guerras ni siquiera tuvieran ya pinta de guerras. El absurdo, la incomprensi¨®n, la desesperanza, el horror. Los que retrata la ucrania Klondike, tercera pel¨ªcula como directora de Maryna Er Gorbach, una ficci¨®n que aprovecha un suceso real para acabar revelando una terrible carga simb¨®lica por medio de un rostro siempre a la intemperie en las contiendas: el de la mujer.

La tr¨¢gica circunstancia hist¨®rica que relata Gorbach en su historia es el siniestro en el mes de julio de 2014 del avi¨®n de la compa?¨ªa Malaysia Airlines que hac¨ªa el trayecto entre ?msterdam y Kuala Lumpur, y que cay¨® en los alrededores de Gr¨¢bove, en la regi¨®n de Donetsk, a consecuencia presuntamente de un misil lanzado por los separatistas prorrusos del Donb¨¢s. En la realidad, perecieron 298 personas, entre tripulantes y pasajeros. En Klondike, adem¨¢s, la cat¨¢strofe deja un enorme boquete en la pared del sal¨®n de la casa de los protagonistas, un matrimonio de ganaderos formado por la embarazada que odia a los ¡°putos separatistas¡± y su marido, un separatista m¨¢s. Un conflicto civil, el de Ucrania, en un microcosmos de conflicto civil, el de la pareja.

Filmada antes de la invasi¨®n rusa y estrenada apenas un mes antes del estallido de la guerra de Putin en el festival de Sundance, donde gan¨® el premio a la mejor direcci¨®n, Klondike tiene un tratamiento visual y sonoro del paisaje cercano al w¨¦stern. Primero, por ese concepto de frontera naturalmente asociado a las historias del Oeste, y que tanta relevancia tiene en el relato de Gorbach. Y segundo, porque en las secuencias en las que la aridez de la tierra de un lugar inh¨®spito reina en el encuadre, la banda sonora de acompa?amiento lanza notas de esp¨ªritu casi country, cuerdas desgarradas para seres humanos sin horizonte.

Los planos fijos (o con leves movimientos de c¨¢mara) alargados en el tiempo hasta componer cuadros de ins¨®lito dolor dominan una obra dotada tambi¨¦n de un extra?o humor negro que pretende acrecentar el disparate de la guerra. Una sistem¨¢tica que puede resultar un tanto ardua para el espectador impaciente que solo busque tragedia y coherencia, pero que resulta abrumadora en lo f¨ªsico y punzante en lo mental, encontrando un ins¨®lito esp¨ªritu fantasmag¨®rico pese a ser una pel¨ªcula casi exclusivamente diurna.

Seca y ¨¢spera, con una violencia que transcurre fuera de campo cuando no es necesaria su visi¨®n y dentro del encuadre cuando parece imprescindible su suplicio, por ejemplo, con los dos acontecimientos finales, Klondike deja un desenlace demoledor en su vertiente m¨¢s expl¨ªcita, y perfecto en el apartado m¨¢s simb¨®lico. Son los inicios de una contienda civil que siempre estuvo manejada desde Rusia. Y una pel¨ªcula que inocula el miedo incluso a las vacas, y que lega un hecho extr¨ªnseco brutal: cuando ustedes la vean, sepan que uno de los protagonistas, Oleg Shcherbyna, que interpreta al hermano de la mujer, est¨¢ ahora luchando en la guerra como un soldado m¨¢s.