Del Delta del Mississippi a Las Vegas
Una monumental biograf¨ªa retrata las numerosas haza?as de B. B. King. Y no solo las musicales
B. B. King lleg¨® tarde a Espa?a: durante sus a?os de m¨¢xima creatividad, aqu¨ª sencillamente no se publicaban sus discos. Con el tiempo, es cierto, se convirti¨® en visitante habitual, popularizado adem¨¢s por sus duetos con Raimundo Amador. As¨ª que tambi¨¦n pudimos asistir a su decadencia f¨ªsica y art¨ªstica.
El hombre vivi¨® 89 a?os y, seg¨²n alardeaba, toc¨® 17.000 conciertos en 90 pa¨ªses (y ten¨ªa otras cifras a¨²n m¨¢s pasmosas). Urge quitarse el sombre...
B. B. King lleg¨® tarde a Espa?a: durante sus a?os de m¨¢xima creatividad, aqu¨ª sencillamente no se publicaban sus discos. Con el tiempo, es cierto, se convirti¨® en visitante habitual, popularizado adem¨¢s por sus duetos con Raimundo Amador. As¨ª que tambi¨¦n pudimos asistir a su decadencia f¨ªsica y art¨ªstica.
El hombre vivi¨® 89 a?os y, seg¨²n alardeaba, toc¨® 17.000 conciertos en 90 pa¨ªses (y ten¨ªa otras cifras a¨²n m¨¢s pasmosas). Urge quitarse el sombrero ante Daniel de Vis¨¦, autor de B. B. King, rey del blues (Libros del Kultrum). M¨¢s de 600 p¨¢ginas, donde incluso se describen y eval¨²an los cincuenta ¨¢lbumes que public¨® en vida¡ y bastantes de sus infinitas recopilaciones.
De Vis¨¦ aclara muchos interrogantes que rodearon al bluesman. Fue un correcaminos, cuyos recorridos relativizan los n¨²meros de, por ejemplo, la tan celebrada Gira Interminable de Bob Dylan: en 1956, dio 342 actuaciones (y no baj¨® demasiado ese ritmo cuando aument¨® su fama, hasta que su salud fr¨¢gil se hizo notar). ?Los motivos? Bueno, un artista de blues no disfrutaba de grandes cach¨¦s. Y se responsabilizaba de una banda numerosa, aparte de una recua de hijos y mujeres.
Punto y aparte para este asunto. A lo largo de sus viajes, King fue compilando un listado de novias apetecibles en diferentes ciudades. Como cualquier bluesman m¨ªtico, engendr¨® hijos, un m¨ªnimo de 15. ?O no! De Vis¨¦ insiste en que era est¨¦ril, debido a varias enfermedades y ¡ªno pregunten¡ª a un incidente con un carnero cabreado. Sin embargo, nunca se someti¨® a pruebas de paternidad y siempre pag¨® la manutenci¨®n de tan extensa ¡°familia¡±.
Hab¨ªa otros condicionantes financieros que le empujaban a la carretera: sus inversiones no fructificaron y Hacienda le ten¨ªa en el punto de mira. Adem¨¢s, ejerc¨ªa de lud¨®pata, aunque finalmente se limit¨® al keno, esa especie de bingo con origen chino. A¨²n m¨¢s asombrosa fue su evoluci¨®n musical. Naci¨® en el Delta del Mississippi, la cuna del blues profundo, definido por antecesores como John Lee Hooker, Son House, Skip James, Charley Patton, Robert Johnson. Pero era un ni?o cuando escuch¨® discos de pizarra de Lonnie Johnson y se le meti¨® el veneno del jazz.
Enti¨¦ndase: no tocaba jazz pero form¨® su propia modesta big band. Conoci¨® y fue bendecido por Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Miles Davis. Asumi¨® que necesitaba su propia voz instrumental, capaz de complementar sus letras, para escenificar el di¨¢logo. Como explica De Vis¨¦, ¡°tocaba como hablaba: lenta y deliberadamente, para esquivar su antigua tartamudez. ¡®Toco con pereza¡¯, reconoci¨® en una ocasi¨®n. (...) Con cada nota que extra¨ªa de Lucille, la cara se le retorc¨ªa, haciendo muecas de ¨¦xtasis y dolor en una suerte de testimonio visual de la concentraci¨®n que le exig¨ªa telegrafiar a sus dedos los sonidos que o¨ªa en su cabeza¡±.
Sab¨ªa que el mundo era injusto con los afroamericanos. En 1943, a Mississippi llegaron prisioneros alemanes que se prestaron a trabajar en los campos de algod¨®n; se les pagaba mejor que a los experimentados recolectores locales. B. B. ten¨ªa un patr¨®n amable pero, en 1946, cuando accident¨® el tractor que conduc¨ªa, sali¨® huyendo hacia Memphis. No terminar¨ªa de correr hasta instalarse en Las Vegas. Perfecto: la ciudad del pecado era una buena estaci¨®n t¨¦rmino para un bluesman.