Estado de alarma
Nuestro mundo est¨¢ en declive. En buena medida, las herramientas que hicieron posible el predominio occidental est¨¢n oxidadas o se desgastan a gran velocidad
Creo bastante extendida la sensaci¨®n de que estamos viviendo el final de algo, de una era, de una civilizaci¨®n, de un modo de vida, de un mundo. En los ¨²ltimos meses, adem¨¢s, las guerras de Ucrania y de Israel han reconstruido aquel orbe dividido por dos que domin¨® en ¨¦pocas anteriores. La antigua dicotom¨ªa entre mundo libre y mundo comunista se ha mudado en mundo occidental y todo lo dem¨¢s. Los occidentales tenemos la se...
Creo bastante extendida la sensaci¨®n de que estamos viviendo el final de algo, de una era, de una civilizaci¨®n, de un modo de vida, de un mundo. En los ¨²ltimos meses, adem¨¢s, las guerras de Ucrania y de Israel han reconstruido aquel orbe dividido por dos que domin¨® en ¨¦pocas anteriores. La antigua dicotom¨ªa entre mundo libre y mundo comunista se ha mudado en mundo occidental y todo lo dem¨¢s. Los occidentales tenemos la sensaci¨®n de estar rodeados de enemigos enormemente populosos y distantes como los musulmanes, los chinos y los rusos. Por primera vez desde hace varios cientos de a?os, formamos una minor¨ªa amenazada.
Sobre esta cuesti¨®n ha escrito Mart¨ªn Caparr¨®s un libro (El mundo entonces, Random House) muy efectivo. Usa la cl¨¢sica trampa de editar unas cr¨®nicas firmadas por alguien absolutamente ajeno a nuestro mundo, como hizo Montesquieu con sus Cartas persas, imitadas por Cadalso en sus Cartas marruecas. En tales cartas, alguien por completo ajeno a la cultura europea enjuiciaba las costumbres y chifladuras de los habitantes del viejo continente. Caparr¨®s utiliza una ficci¨®n similar: esta vez es un historiador del a?o 2122, m¨¢s o menos, quien describe la vida de los occidentales en el siglo anterior. El resultado es el mismo que en sus predecesores, la sorpresa, el esc¨¢ndalo y, en no pocas ocasiones, la risa y la desesperaci¨®n.
Sin embargo, ese mundo (el nuestro) tan disparatado es, adem¨¢s, un mundo peligroso y sobre todo un mundo en declive. En buena medida, las herramientas que hicieron posible el predominio occidental est¨¢n oxidadas o se desgastan a gran velocidad. El pensamiento, tanto cient¨ªfico como filos¨®fico, las artes, el saber y la memoria, el orgullo y la dignidad, la vida en com¨²n basada en la tolerancia y la inteligencia, se van encogiendo.
Antes de morir en 2020 a los 90 a?os de edad, George Steiner, una de las mejores cabezas del siglo XX, le concedi¨® una entrevista a Nuccio Ordine que se ha publicado con el t¨ªtulo de El hu¨¦sped inc¨®modo (Acantilado). All¨ª se encuentra el ¨²ltimo lamento de un jud¨ªo que hab¨ªa vivido y contribuido en su larga vida a elevar la cima de la cultura occidental. Sus ¨²ltimas palabras son desoladoras. Es consciente de que el ocaso de todo lo que fundaba la grandeza del mundo occidental ha iniciado una carrera acelerada hacia su muerte. As¨ª, dice, le cuesta trabajo ¡°entender por qu¨¦ cada d¨ªa crece m¨¢s la distancia que me separa del irracionalismo moderno, y me atrevo a decir, de la creciente barbarie de los medios, de la vulgaridad dominante. Creo que estamos atravesando un periodo que cada vez se vuelve m¨¢s dif¨ªcil¡¡±. Podr¨ªa atribuirse a un problema de vejez, si no fuera que un hombre bastante m¨¢s joven como Caparr¨®s no piensa distinto.
Si s¨®lo se tratara de la creciente trivialidad de los campus americanos o la destrucci¨®n de las humanidades europeas, no ser¨ªa demasiado letal, pero Steiner adivinaba que esa degeneraci¨®n tendr¨ªa efectos f¨ªsicos inmediatos. ¡°Hoy se respira un aire peligroso en nuestro continente. Me produce un gran temor el viento xen¨®fobo y antisemita que sopla en muchos pa¨ªses europeos. El odio al extranjero, la caza del jud¨ªo, la apolog¨ªa de la autodefensa y de las armas son los peligrosos signos de una terrible regresi¨®n, un preludio a la violencia¡±.
No ha vivido los ¨²ltimos acontecimientos de la guerra de los musulmanes contra Israel, ni ha conocido las manifestaciones de apoyo al islam en los pa¨ªses occidentales. ?l, que vivi¨® con horror el exterminio nazi, ver¨ªa con lucidez la inevitable relaci¨®n entre el fin de los principios democr¨¢ticos y liberales que consume a nuestra cultura, y un futuro marcado por las masacres.