Fallece Pedro Pe?a, imprescindible eslab¨®n de una gran dinast¨ªa flamenca y gitana
Tocaor y cantaor, era hijo de Mar¨ªa La Perrata, hermano de Juan Pe?a ¡®Lebrijano¡¯ y padre del pianista Dorantes
El artista de Lebrija Pedro Pe?a Fern¨¢ndez ha fallecido esta ma?ana en Sevilla a la edad de 84 a?os, al no superar las diversas complicaciones de salud que le ven¨ªan aquejando. Con su marcha, desaparece un important¨ªsimo eslab¨®n de una de las dinast¨ªas m¨¢s destacadas en la transmisi¨®n de la tradici¨®n flamenca y gitana en la Baja Andaluc¨ªa, durante la segunda mitad del pasado siglo. Su genealog¨ªa es tan paradigm¨¢tica que resulta casi obvio repetirla, pero se hace necesario en tanto explica el car¨¢cter de una obra, que no se ha l...
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El artista de Lebrija Pedro Pe?a Fern¨¢ndez ha fallecido esta ma?ana en Sevilla a la edad de 84 a?os, al no superar las diversas complicaciones de salud que le ven¨ªan aquejando. Con su marcha, desaparece un important¨ªsimo eslab¨®n de una de las dinast¨ªas m¨¢s destacadas en la transmisi¨®n de la tradici¨®n flamenca y gitana en la Baja Andaluc¨ªa, durante la segunda mitad del pasado siglo. Su genealog¨ªa es tan paradigm¨¢tica que resulta casi obvio repetirla, pero se hace necesario en tanto explica el car¨¢cter de una obra, que no se ha limitado al toque o al cante.
Su madre, Mar¨ªa La Perrata, procedente de la vecina Utrera, era una cantaora familiar de gran val¨ªa, a la que sus propios hijos rescatan del anonimato para dejarnos grabaciones y actuaciones antol¨®gicas. Su familia, no obstante, no se agota ah¨ª: era grande y diversa, como bien relata en el primer cap¨ªtulo de su libro Los gitanos flamencos (Almuzara, 2013). Orgullosos de su arte, lo viv¨ªan festivamente, como una celebraci¨®n y una forma de vida, algo tan com¨²n en su generaci¨®n.
Con esas vivencias a sus espaldas, no fue extra?o que los hijos de Bernardo y Mar¨ªa se revelaran artistas. Con su hermano Juan Pe?a El Lebrijano convertido en brillante cantaor; ¨¦l pareci¨® reservarse el discreto papel de acompa?amiento al cante, convirti¨¦ndose en un tocaor imprescindible en los festivales andaluces de los a?os setenta. Igualmente, tuvo labores relevantes en discos de su hermano, especialmente en Persecuci¨®n (1976), una grabaci¨®n que confesaba haber vivido con mucho dolor.
Pero Pedro era, adem¨¢s, depositario de una gran herencia tradicional, que conserv¨® hasta que, abandonada la guitarra de manera profesional, regal¨® su cante sabio y antiguo al frente de su familia y con su hijo Juan Mar¨ªa a la guitarra. Era una muestra m¨¢s de su gran compromiso con este arte y con su etnia gitana, a las que defendi¨® de una manera culta y positiva. Pose¨ªa un carisma natural y recib¨ªa de su gente ¡ªy de todo el mundo del flamenco¡ª el respeto del que se hizo merecedor por su honestidad y su autoridad moral.
La defensa y preservaci¨®n del legado familiar que hizo a lo largo de su vida ha provocado que el arte flamenco se haya prolongado en sus hijos de forma natural. David, aunque trabaj¨® la guitarra, termin¨® eligiendo el piano para convertirse en el gran artista y compositor que es Dorantes. Pedro Mar¨ªa es continuador de la tradici¨®n tocaora, y a ¨¦l le debemos el registro de uno de los ¨²ltimos cantes, quiz¨¢s los ¨²ltimos, que se conocen grabados a Pedro Pe?a. Contenidos en el disco no venal Nuestra mejor manera de dec¨ªrtelo, Homenaje a Jos¨¦ Mar¨ªa Vel¨¢zquez Gaztelu, son apenas dos letras de seguiriyas que hoy, con todo su estremecimiento, hacen bueno el enga?o con el que su hijo las consigui¨®.