Cillian Murphy contra las monjas malvadas: la Berlinale denuncia los abusos de la Iglesia cat¨®lica en Irlanda
El festival de cine empieza con un desigual retrato de la violencia en los conventos de la orden de la Magdalena, con el actor de ¡®Oppenheimer¡¯ como protagonista y Matt Damon como productor
La oraci¨®n cat¨®lica pod¨ªa ser hablada o cantada. Desde este jueves, fecha de inicio de la 74? edici¨®n de la Berlinale, tambi¨¦n podr¨¢ ser vista en pantalla grande. El festival de cine arranc¨® con un rezo colectivo por las v¨ªctimas de los abusos de la Iglesia cat¨®lica, de la mano del actor Cillian Murphy y del ahora productor Matt Damon, meritorio en sus intenciones pero desigual en cuanto al resultado. La pel¨ªcula Small Things Like These, ad...
La oraci¨®n cat¨®lica pod¨ªa ser hablada o cantada. Desde este jueves, fecha de inicio de la 74? edici¨®n de la Berlinale, tambi¨¦n podr¨¢ ser vista en pantalla grande. El festival de cine arranc¨® con un rezo colectivo por las v¨ªctimas de los abusos de la Iglesia cat¨®lica, de la mano del actor Cillian Murphy y del ahora productor Matt Damon, meritorio en sus intenciones pero desigual en cuanto al resultado. La pel¨ªcula Small Things Like These, adaptaci¨®n de la aplaudida novela de Claire Keegan ¡ªeditada en castellano como Cosas peque?as como esas en 2022¡ª, regresa a uno de los cap¨ªtulos m¨¢s turbios de la historia irlandesa, que ya es decir: los maltratos que tuvieron lugar a lo largo del siglo XX en las llamadas lavander¨ªas de la Magdalena. Administradas por ¨®rdenes religiosas, pero financiadas por el Estado, su misi¨®n oficial era albergar a ¡°mujeres ca¨ªdas¡±: madres solteras, chicas violadas, trabajadoras sexuales y otros ¨¢ngeles descarriados.
Para expiar sus pecados, las monjas que regentaban esos establecimientos las obligaban a limpiar, coser o lavar ropa sin remuneraci¨®n alguna y en condiciones infrahumanas. Se calcula que 30.000 mujeres fueron v¨ªctimas de un abuso organizado que no termin¨® hasta bien entrados los a?os noventa. La pel¨ªcula, que re¨²ne a Murphy y a Damon poco despu¨¦s de Oppenheimer, est¨¢ ambientada en dos tiempos, aunque a veces cueste distinguir el pasado del presente. Primero, durante el invierno de 1985, cuando el protagonista, taciturno padre de familia y repartidor de carb¨®n, descubre los abusos que acontecen en el convento del pueblo, y debe decidir si actuar o callar. Y, en segundo lugar, su infancia en la Irlanda de los cincuenta, donde fue criado como hijo bastardo de una madre adolescente, fuente de innumerables traumas que asomar¨¢n de manera violenta en su adultez.
Favorito para el Oscar por interpretar al padre de la bomba nuclear, Murphy encarna a ese hombre torturado sirvi¨¦ndose de su registro predilecto: el del var¨®n impasible que esconde un insospechado mundo interior, que a veces se transparenta en su rostro extraterrestre. Siguiendo a rajatabla las cinco fases del duelo, que el filme recorre con la tosquedad de un libro de autoayuda, su personaje parece una mezcla de ni?o desdichado en un relato de Dickens, al que la pel¨ªcula apunta no siempre con sutileza, y disc¨ªpulo extempor¨¢neo de Jesucristo que defiende los valores de los evangelios frente a una sociedad en la que impera la ley del silencio.
¡°No s¨¦ si soy apto para hablar por toda la naci¨®n, pero como irland¨¦s creo que fue un trauma colectivo que todav¨ªa estamos procesando. El arte puede ser m¨¢s ¨²til para curar esta herida que un informe gubernamental¡±, afirm¨® Murphy en rueda de prensa. Y no le faltaba raz¨®n: pocos saben que el Gobierno irland¨¦s pidi¨® disculpas a las v¨ªctimas en 2003, pero casi nadie ha olvidado la anterior pel¨ªcula sobre este episodio hist¨®rico, Las hermanas de la Magdalena, con la que Peter Mullan gan¨® el Le¨®n de Oro en Venecia un a?o antes.
La pel¨ªcula, dirigida por el flamenco Tim Mielants (con quien Murphy ya trabaj¨® en la serie Peaky Blinders), es uno de los primeros proyectos producidos por Actors Equity, el nuevo estudio fundado por Ben Affleck y Matt Damon, a quien Murphy propuso entrar en el proyecto mientras rodaban Oppenheimer en el desierto de Nuevo M¨¦xico. ¡°Cuando empec¨¦ a trabajar, en los noventa, hab¨ªa pel¨ªculas as¨ª todo el rato. Formaban parte de nuestra vida. Este es un proyecto que pide al p¨²blico que siga amando este cine, que le siga importando. Creo que hay una parte de la audiencia que todav¨ªa lo hace¡±, expres¨® Damon en la Berlinale.
La pel¨ªcula acierta al describir el clima de discreta opresi¨®n que reina en un peque?o pueblo en el que solo se oyen las campanas de las iglesias, una microsociedad que predica la virtud, pero luego incurre en los peores vicios. Mielants, que no es irland¨¦s, pero dice conocer casos parecidos (¡°en B¨¦lgica tambi¨¦n los hay¡±, se ha defendido), logra describir una sociedad podrida por dentro, partidaria de un inmovilismo a ultranza, que celebra la Navidad mientras ignora lo que les sucede a esas ni?as y que ha convertido la represi¨®n de sus pulsiones, las buenas como las malas, en un hecho diferencial. Solo que, bajo la apariencia de absoluta contenci¨®n que desprende Small Things Like These, la pel¨ªcula tiende a caer en lo maniqueo, en el miserabilismo, en la explicaci¨®n de m¨¢s. Tambi¨¦n en un mensaje pol¨ªtico que esconde un subtexto inc¨®modo, como si defendiera el s¨¢lvese quien pueda m¨¢s que la denuncia de un abuso sist¨¦mico; la salvaci¨®n individual m¨¢s que la colectiva. Pese a todo, quedar¨¢ en la memoria esa secuencia donde Emily Watson, la joven devota de Rompiendo las olas, interpreta a una madre superiora que se distingue por m¨¦todos propios de un mafioso calabr¨¦s, soborno incluido. Al resto le falta nervio, foco y, sobre todo, intenci¨®n.
Perfil bajo
La presencia de Murphy y Damon aport¨® un poco de star power a una edici¨®n que no ir¨¢ sobrada de ¨¦l, en la que las estrellas llegar¨¢n con cuentagotas (pese a todo, en los pr¨®ximos d¨ªas visitar¨¢n la capital alemana Martin Scorsese, Kristen Stewart, Rooney Mara o Gael Garc¨ªa Bernal, entre otros). Las pel¨ªculas de esta Berlinale tienen un perfil m¨¢s bajo que en otras ocasiones, pero incluyen en el men¨² una larga serie de asuntos pol¨ªticos y sociales estimulantes, de la espinosa herencia colonial a las nuevas pol¨ªticas de g¨¦nero, pasando por la injerencia de la tecnolog¨ªa en nuestras vidas.
El contexto pol¨ªtico tambi¨¦n se ha colado en los preparativos de este festival. Primero, por las acusaciones de excesiva equidistancia de la Berlinale respecto al conflicto entre Israel y Palestina, que ha despertado protestas entre sus propios trabajadores. Y, sobre todo, por la pol¨¦mica derivada de la invitaci¨®n a la inauguraci¨®n de este jueves al partido de extrema derecha AfD. Cinco de sus diputados fueron convocados por la Berlinale y luego desconvocados tras la publicaci¨®n de una carta abierta de 200 profesionales de industria que tildaba de ¡°incompatible¡± esta invitaci¨®n respecto a los valores de ¡°empat¨ªa y entendimiento¡± que suele pregonar este festival. El diputado regional Gunnar Lindemann compar¨® el gesto con la exclusi¨®n de los jud¨ªos de la esfera p¨²blica en tiempos de los nazis. La formaci¨®n ultra, que cotiza al alza en los sondeos, planea la deportaci¨®n de los alemanes no blancos si llega al poder.
El esc¨¢ndalo lleg¨® este jueves a la rueda de prensa del jurado oficial, presidido por la actriz Lupita Nyong¡¯o. ?Hubiera aceptado sentarse en una gala en la que estuviera la extrema derecha? ¡°Estoy feliz por no tener que responder esa pregunta, por no estar en esa posici¨®n¡±, esquiv¨® con Albert Serra, miembro de su jurado, a su izquierda. A la derecha, el director alem¨¢n Christian Petzold a?adi¨®: ¡°Les estamos dando m¨¢s fuerza de la que merecen. Son solo cinco individuos. Cada fin de semana hay cientos de miles de personas que protestan contra ese partido en las calles. Ellos son m¨¢s importantes¡±.