Diego Ventura y Fernando Adri¨¢n salvan a medias la tarde
Corrida descastada de N¨²?ez del Cuvillo ante la que Juan Ortega se mostr¨® como un torero sin alma
A solo cinco kilos de los 600 el primero para rejoneo de Los Espartales. Grand¨®n, una mole de carne, pero que dio un juego perfecto para el toreo a caballo. Son de calidad, entrega, incansable, c¨®modo tambi¨¦n. Todo fueron virtudes en un toro que dej¨® a Diego Ventura estar a gusto y encontrar terreno abonado en cualquier sitio del ruedo. Las farpas al cambio, las banderillas al quiebro, las cortas sin soluci¨®n de continuidad y un rej¨®n de muerte certero, fulminante, resumen una actuaci¨®n impecable. Este toro lo lidi¨® Ventura a lomos de Guadalquivir, N¨®mada, L¨ªo y Guadiana.
Sin tener el fuelle y la calidad del primero, el cuarto tambi¨¦n desarroll¨® virtudes. Entregado al caballo, noble, sin apretar nunca, dej¨® a Ventura campar a sus anchas. Esta vez mont¨® a Guadalquivir, Fabuloso, Hatillo y Guadiana, repartiendo tareas en los distintos tercios: farpas, banderillas y muerte. Tras una banderilla, el toro se derrumb¨® y pareci¨® que la fiesta tocaba a su fin. Pero no. Se levant¨® el toro y mantuvo su vocaci¨®n de embestir sin condiciones. A la hora de clavar o cuando jugaba con el caballo a eso que llaman templar a dos pistas, Ventura volvi¨® a encantar al respetable. Tanto en un toro como en otro, la precisi¨®n a la hora de clavar fue un hecho. Y en este cuarto, otra rejonazo de efecto fulminante.
El primero de Fernando Adri¨¢n fue un toro de dos caras: de mansedumbre contrastada en varas y de entrega total en la muleta. Tuvo mucho aire en banderillas, alegre, y para la muleta fue toro de incansable embestida. De rodillas, sin calentamiento previo, lo recibi¨® Adri¨¢n con un par de pases cambiados en el mismo platillo. Vistas las condiciones del toro, el madrile?o le sac¨® todo el partido posible sobre el pit¨®n derecho, el m¨¢s franco y entregado. Un intento sobre la izquierda no sali¨® como se esperaba y la muleta volvi¨® a la diestra de Adri¨¢n. La faena volvi¨® a crecer, siempre a trav¨¦s del toreo fundamental, en redondo sobre la derecha, hasta las manoletinas finales, de frente y logradas con limpieza. Un estoconazo con derrame fue el remate a una buena labor.
No tuvo una condici¨®n agradable el quinto, aunque s¨ª cierto estilo en varas, empuj¨® y a punto estuvo de descabalgar a Jos¨¦ Antonio Barroso, que aguant¨® para mantener el equilibrio y salir airoso del apuro. Deslucido, punteando al aire a la salida del muletazo, el toro no se entreg¨® nunca. Adri¨¢n abri¨® el abanico del valor seco, sin galer¨ªa, sobrio y centrado, pero poco m¨¢s. Una faena tambi¨¦n seguida por la m¨²sica sin que viniera a cuento; otra sinraz¨®n. Se justific¨® Adri¨¢n. Una estocada h¨¢bil acab¨® con un cap¨ªtulo incoloro.
Intentos sobre intentos, dudas sobre dudas y pocas ideas claras de Juan Ortega al tercero. Toro cumplidor en varas, al que le recetaron dos puyazos sin misericordia. Ortega, perdiendo pasos por costumbre, rectificando siempre, y detalles sin que nunca cuajaran de verdad. Espejismos que parte de la gente se trag¨®... pero no todo el mundo. El de N¨²?ez del Cuvillo, sin gracia alguna. Y la m¨²sica dale que te pego, sin que nadie la hubiera reclamado.
En el sexto lleg¨® el esc¨¢ndalo, o medio esc¨¢ndalo. Un bonito toro de capa melocot¨®n, que fue todo un ejemplo de toro manso y descastado. El primer tercio se convirti¨® en una capea, en la que ning¨²n lidiador era capaz de sujetar un toro que campaba a su capricho. En varas se pas¨® de caballo en caballo, sin quedarse con ninguno, pero cuando el de turno o el de la puerta lo cog¨ªan de pleno, lo machacaban con la pica. Una lidia absurda, sin orden ni concierto. Ortega tom¨® la muleta para acabar pronto con escena tan desdichada. Por la cara, a la defensiva y desconfiado. Con la espada, lamentable. Un espect¨¢culo para el olvido. O para tomar nota.
Los Espartales-Cuvillo/Adri¨¢n, Ortega
Dos toros despuntados de Los Espartales y cuatro de Núñez del Cuvillo, grandones los de rejoneo y desiguales y justos los de lidia normal. Descastados y mansos, el segundo salvó los muebles.
Diego Ventura: rejón en lo alto (oreja); rejón en lo alto (oreja). Salió a hombros por la Puerta Grande.
Fernando Adrián: estocada con derrame (oreja); estocada habilidosa (silencio).
Juan Ortega: más de media con derrame (saludos); tres pinchazos y descabello (silencio, despedido con pitos.).
Plaza de Valencia. 19 de julio. Primera corrida de la Feria de Julio. Media entrada.