Los discos de la isla desierta
Con casi ochenta a?os en antena, el programa radiof¨®nico de la BBC es un modelo de indagaci¨®n period¨ªstica con una perfecta excusa musical
Un concepto radiof¨®nico redondo: el invitado elige sus m¨²sicas favoritas y, al calor de la intimidad, el entrevistador procura que surjan confidencias. Se trata de un formato universal, imitado en todo el planeta. No siempre con fortuna: aparte de encontrar al adecuado locutor indagador, se requiere longevidad para habituar a los oyentes y a los visitantes potenciales. Ocurre que los directivos de las emisoras no suelen tener tanta paciencia. Demonios, incluso la BBC, su cadena madre, lo consider¨® una opci¨®n espor¨¢dica; ...
Un concepto radiof¨®nico redondo: el invitado elige sus m¨²sicas favoritas y, al calor de la intimidad, el entrevistador procura que surjan confidencias. Se trata de un formato universal, imitado en todo el planeta. No siempre con fortuna: aparte de encontrar al adecuado locutor indagador, se requiere longevidad para habituar a los oyentes y a los visitantes potenciales. Ocurre que los directivos de las emisoras no suelen tener tanta paciencia. Demonios, incluso la BBC, su cadena madre, lo consider¨® una opci¨®n espor¨¢dica; de hecho, hubo a?os en que desapareci¨® de las ondas y s¨®lo en 1951 se convirti¨® en programa regular.
Demostrando visi¨®n de futuro, su creador y primer presentador, Roy Plomley, registr¨® Desert Island Discs como idea suya. El espacio debut¨® en 1942 en la programaci¨®n para las Fuerzas Armadas Brit¨¢nicas y peregrin¨® por diferentes ramas de la BBC hasta su destino actual, Radio 4. Plomley supo adaptar el formato: inicialmente estaba guionizado (?incluso las respuestas del contertulio!) y marcado por una previa comida de confraternizaci¨®n digamos que muy lubricada.
Tambi¨¦n se matiz¨® la fantas¨ªa: el convidado estaba varado en una isla desierta, sin posibilidad de escapar, pero luego se sum¨® la posibilidad de llevar un libro y un objeto de lujo (favoritos: pianos y otros instrumentos). De entrevistas breves, donde no sonaba la m¨²sica (los t¨¦cnicos insertaban los discos a posteriori), se ha pasado a conversaciones largas de donde se extrae lo esencial. El secreto, claro, est¨¢ en la mezcla de visitantes: celebridades m¨¢s personas notables y algunos ciudadanos an¨®nimos como un verdadero n¨¢ufrago, el capit¨¢n A. E. Dingle, o un superviviente del campo de Buchenwald, Ben Helfgott. Con el comod¨ªn de repetir invitaciones a figuras que dan juego: el naturalista David Attenborough ha aparecido en cuatro ocasiones.
Ahora mismo hay unas 2.500 ediciones de Desert Island Discs disponibles en Radio 4. Con muchas mutilaciones, debido a exigencias de los derechohabientes, es decir, las discogr¨¢ficas. Repasando algunos programas, intuimos que las revelaciones tienden a girar sobre infancias desdichadas y opciones sexuales, como George Michael reconociendo que no sali¨® del armario hasta que muri¨® su madre. Testimonio de la impavidez de la BBC: Cliff Richard detalla que gan¨® el juicio contra la emisora, a la que acus¨® de intromisi¨®n en su intimidad, al contratar un helic¨®ptero para transmitir la (absurda) irrupci¨®n de la polic¨ªa en su casa.
Se aprende mucho sobre la evoluci¨®n de los gustos. En los inicios, dominaba la m¨²sica cl¨¢sica (solo algunos audaces se atrev¨ªan a pedir canciones de Sinatra o ?dith Piaf). Con el tiempo entr¨® el jazz y, ya en los sesenta, se implantaron los Beatles, citados incluso en 2016 por Bruce Springsteen. Surgen sorpresas: Vivianne Westwood, a quien podr¨ªamos considerar la madre de los Sex Pistols, selecciona piezas sinf¨®nicas, nada de rock. Y un guerrero como el general Norman Schwarzkopf, responsable de la Operaci¨®n Tormenta del Desierto, abre con Bob Dylan y su The times they are a-changing, alegando que es ¡°una verdad evidente.¡± M¨¢s de agradecer que el ombliguismo de la soprano Elisabeth Schwarzkopf, que se inclin¨® por sus propias grabaciones.
Alguien preguntar¨¢ si ha sonado all¨ª algo de m¨²sica espa?ola. Bien, David Beckham escoge No es lo mismo, de Alejandro Sanz: ¡°Me recuerda mis cuatro a?os en el Real Madrid¡±.