Andris Nelsons vuelve a fluir sobre el podio con Mahler y Dvo?¨¢k
El director de orquesta let¨®n regresa a los ciclos de Iberm¨²sica en plena forma, despu¨¦s de adelgazar espectacularmente, para volver a fascinar al p¨²blico madrile?o con dos magn¨ªficos conciertos dentro de una extensa gira europea con la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig

Hace 19 meses, durante el Festival Mahler de Leipzig, se pudo ver al Gewandhauskapellmeister, Andris Nelsons, con limitados movimientos sobre el podio, a pesar de sus 44 a?os. Entonces, el maestro let¨®n necesit¨® sentarse para descansar entre los extensos movimientos mahlerianos, aunque el mayor inconveniente era audible, pues sus escuetas y ralentizadas indicaciones a la orquesta no ayudaban siempre a la fluidez de sus interpretaciones, que anta?o rebosaban de calistenia e incluso de pasos de baile, como demostr¨® al frente de la Filarm¨®nica de Viena en el Concierto de A?o Nuevo de 2020. Su regreso esta semana a los ciclos de Iberm¨²sica con la Gewandhaus, tras seis a?os de ausencia, ha revelado a un director con decenas de kilos menos y una forma f¨ªsica recuperada para insuflar momentos musicalmente sobrecogedores.
Nelsons no ha revelado p¨²blicamente ning¨²n detalle sobre su estricta dieta. No obstante, un r¨¢pido vistazo a su perfil oficial de Instagram permite verificar la referida p¨¦rdida de peso en el ¨²ltimo a?o y medio. El pasado verano, el diario Boston Globe se hizo eco de los progresos del director de orquesta, que tambi¨¦n es titular de la Sinf¨®nica de Boston, en la pr¨¢ctica del taekwondo. En un art¨ªculo titulado El maestro m¨¢s fuerte del mundo, se informaba de la obtenci¨®n del cintur¨®n negro segundo dan y se mostraba su destreza al romper una tabla con la patada lateral o yop chagui. Pero parece que esta intensa transformaci¨®n f¨ªsica le ha provocado alg¨²n incidente, como en noviembre pasado, cuando tuvo que retirarse del escenario del Symphony Hall despu¨¦s de dirigir una obertura de Mozart al inicio de un concierto.
El director let¨®n ha comenzado el nuevo a?o con fuerza. En enero dirigi¨® un ciclo completo de las sinfon¨ªas de Beethoven con la Sinf¨®nica de Boston y este mes inicia una intensa gira europea con la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig. Una tourn¨¦e con dos programas centrados en la Cuarta sinfon¨ªa de Gustav Mahler y la Octava de Anton¨ªn Dvo?¨¢k, que comenz¨® el pasado lunes 24 de febrero en el Maestranza de Sevilla y ha incluido dos actuaciones en el Auditorio Nacional de Madrid los d¨ªas 25 y 26. La gira continuar¨¢ a partir del pr¨®ximo viernes 28 en varias ciudades alemanas, con una parada en Viena, y culminar¨¢ en Budapest el pr¨®ximo 12 de marzo.
El primer programa, del pasado martes, comenz¨® con el infrecuente poema sinf¨®nico La rueca de oro, de Dvo?¨¢k. Se trata de una composici¨®n de 1896 que forma parte de un ciclo de cuatro obras inspiradas en Karel Jarom¨ªr Erben. En esta partitura, el compositor checo no solo traduce el contenido po¨¦tico a expresiones orquestales, sino que tambi¨¦n adapta la fisonom¨ªa de sus melod¨ªas a la prosodia de los versos. La obra sirvi¨® para lucir la excelencia de la orquesta lipsiense y, en especial, las delicias de sus instrumentos de viento, madera y cuerda grave. Nelsons mostr¨® muchos detalles de su renovada vitalidad, aunque no consigui¨® adentrarse musicalmente en la trama oscura y sobrenatural de la balada de Erben.
El concierto termin¨® con una excelente interpretaci¨®n de la Sinfon¨ªa n¨²m. 4 de Mahler. El director let¨®n no comparte la visi¨®n m¨¢s oscura y extrema de esta obra, que en los ciclos de Iberm¨²sica han interpretado colegas como Vlad¨ªmir Jurowski, en 2016, o Teodor Currentzis, en 2018. Por el contrario, Nelsons cree literalmente en ese cielo lleno de violines tan m¨ªstico como ir¨®nico que evoca esta partitura, y consigue una admirable fluidez y serenidad en ese juego de interrupciones, reanudaciones y reconsideraciones, que es su primer movimiento. El scherzo del segundo tuvo muy poco de grotesco, pues sabemos que est¨¢ inspirado en el famoso autorretrato de Arnold B?cklin, en el que Mahler hace que el concertino toque el viol¨ªn de la muerte con todas las cuerdas afinadas un tono m¨¢s alto (de ah¨ª que necesitase un segundo instrumento dispuesto en una silla al lado). Nelsons se concentr¨® en la amabilidad de los dos tr¨ªos con admirables transiciones, pero no le preocup¨® demasiado el problema de balance entre la trompa de Bernhard Krug siempre demasiado fuerte y los solos de viol¨ªn casi inaudibles de Sebastian Breuninger.
Todo cambi¨® en el movimiento lento. Y el director let¨®n consigui¨® provocar el primer escalofr¨ªo de la noche en los diecis¨¦is compases en los que las violas y los violonchelos, con el pizzicato de los contrabajos marcando el paso, interpretan el tema principal del Ruhevoll. A continuaci¨®n, manej¨® con fluidez el paso a la segunda secci¨®n en modo menor, con ese ¡°quejumbroso¡± oboe admirablemente tocado en la orquesta lipsiense por la joven valenciana Inmaculada Veses. Nelsons elev¨® cada contraste dram¨¢tico de forma sobrecogedora, pero sin perder la sonrisa en las variaciones m¨¢s optimistas. Y la apertura de las puertas del cielo, con ese arranque de la coda en fortississimo, fue impresionante a pesar de las trompas. En el cielo proseguimos con el movimiento final, Das himmlische Leben (la vida celestial), donde la exquisita y contemplativa intervenci¨®n de la soprano alemana Christiane Karg mantuvo la idea de Nelsons de no profundizar en las complejidades emocionales de esta partitura. Al final, casi veinte segundos m¨¢gicos de silencio del p¨²blico, antes de los aplausos, les dieron la raz¨®n.
El segundo concierto, el pasado mi¨¦rcoles d¨ªa 26, comenz¨® con Mahler. En este caso, se trataba de un movimiento titulado Blumine (florecillas), extirpado de la versi¨®n original de su Sinfon¨ªa n¨²m. 1 en 1896 por considerarlo un ¡°error de juventud¡±, y redescubierto en 1966. La obra comenz¨® con un despiste de la trompa, pero destac¨® por el exquisito fraseo del trompeta solista G¨¢bor Richter junto a una atractiva atm¨®sfera introspectiva. Prosigui¨® la primera parte con el Concierto para dos pianos en mi mayor, de Felix Mendelssohn, una composici¨®n que escribi¨® a los 14 a?os, en 1823, para tocar con su hermana Fanny. Los j¨®venes solistas neerlandeses Lucas y Arthur Jussen tambi¨¦n son hermanos y se beneficiaron de una gran compenetraci¨®n. Ambos supieron encontrar ese exhibicionismo cl¨¢sico-rom¨¢ntico que destila el allegro vivace inicial, aunque resultaron bastante convencionales en el adagio non troppo. La fantas¨ªa lleg¨® en el alocado y chispeante allegro final, que fue lo mejor de su interpretaci¨®n. No obstante, los hermanos Jussen a?adieron una ideal propina del pianista italiano Igor Roma, titulada Strausseinander, en donde se transcriben con toques jazz¨ªsticos varios temas de la opereta El murci¨¦lago, de Johann Strauss hijo.
Pero Nelsons volvi¨® a fascinar con la segunda parte, dedicada esta vez a la Sinfon¨ªa n¨²m. 8 de Dvo?¨¢k. Lo hizo desde el principio, con esa idea tard¨ªa del compositor checo de iniciar una luminosa obra en sol mayor con su oscuro hom¨®logo menor. Una sombr¨ªa instrumentaci¨®n, centrada en violonchelos, clarinetes, fagotes y trompas, con la que el director let¨®n dispuso el ambiente ideal para la llegada de la luz mediante el solo de flauta de Judith Hoffmann-Meltzer. No obstante, lo mejor del primer movimiento fue el desarrollo, tras esa fingida repetici¨®n de la exposici¨®n, donde sus intensos movimientos sobre el podio activaron a la Gewandhaus en el cl¨ªmax, con esas gloriosas trompetas envueltas por la cuerda arremolinada. El adagio fue otra impresionante exhibici¨®n de musicalidad, con una orquesta entregada hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle de din¨¢mica, articulaci¨®n, fraseo o empaste sonoro dibujado por su director.
Otro momento estelar de la noche fue el bell¨ªsimo allegretto grazioso, pocas veces escuchado con esa natural melancol¨ªa y sin perder su aire de danza pausada. Tras el tr¨ªo, Nelsons volvi¨® a provocar otro escalofr¨ªo con la repetici¨®n de la secci¨®n principal en un tono mucho m¨¢s et¨¦reo. Y esa capacidad para buscar planos sonoros diferenciados en cada repetici¨®n otorg¨® una sorprendente unidad al allegro man non troppo final, donde la fant¨¢stica orquesta lipsiense volvi¨® a lucirse con la llamada inicial de la trompeta, el canto de los violonchelos, las variaciones de la flauta o el griter¨ªo de las trompas en plena algarab¨ªa. Toda una fiesta sonora desencadenada por un director que ha recuperado toda su magia y fluidez expresiva sobre el podio.
Iberm¨²sica, 24-25. Series Arriaga y Barbieri
Obras de Antonín Dvo?ák, Gustav Mahler y Felix Mendelssohn. Christiane Karg (soprano). Lucas y Arthur Jussen (pianos). Gewandhausorchester Leipzig. Andris Nelsons (director).
Auditorio Nacional de Madrid, 25 y 26 de febrero.
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