Y Am¨¦rica nos conquist¨®
Desde 1492, entre Am¨¦rica y Europa se abrieron trayectos de ida y vuelta en los que intercambios de toda ¨ªndole enriquecieron el mundo como pocas veces antes. Con ¡®Tornaviaje¡¯, el Museo del Prado atestigua ese recorrido con paradas en materiales, t¨¦cnicas o im¨¢genes procedentes del Nuevo Continente que, hoy, son indivisibles de la forma de entender la vida y la espiritualidad en Europa
El Museo del Prado ha emprendido un viaje sin retorno. Tiene la intenci¨®n de explorar territorios no recorridos en sus dos siglos de historia, de releer sus colecciones y mostrarlas desde otros puntos de vista. Ahora, y hasta el pr¨®ximo 13 de febrero, hace parada en Tornaviaje. Arte iberoamericano en Espa?a, una muestra de que, si los espa?oles llegaron a Am¨¦rica, Am¨¦rica tambi¨¦n lleg¨® a Espa?a y, desde aqu¨ª, a Europa. Fue un camino de ida y vuelta. Y, precisamente, de esa vuelta trata la exposici¨®n, patrocinada por la Fundaci¨®n AXA y comisariada por Rafael L¨®pez Guzm¨¢n, catedr¨¢tico de la Universidad de Granada.
Chocolate, el manjar solo para unos pocos
A veces, los t¨®picos son clarificadores porque, ?qu¨¦ ser¨ªa de la dieta mediterr¨¢nea sin la patata y el tomate ?Y qu¨¦ decir del chocolate? No son los ¨²nicos ingredientes que llegaron para quedarse, y no solo en las despensas. Los nuevos alimentos incorporaron nuevos protocolos, nuevas formas de consumirlos: el cacao, por ejemplo, muy caliente.
Al hablar de conquista, se puede hablar de seducci¨®n, de la atracci¨®n que provocaban las formas, olores y sabores de los nuevos productos de Am¨¦rica, especialmente la semilla de cac¨¢hoatl: algunos pueblos mesoamericanos la usaban como moneda, pero tambi¨¦n proporcionaba el chocolate que, por entonces, se consum¨ªa como una infusi¨®n reservada a la nobleza y a los sacerdotes y que desde el siglo XVI aparece en los documentos. De hecho, la forma de consumirlo gener¨® nuevos protocolos y recipientes, como esta mancerina que evita que quien lo beba se queme. Una tipolog¨ªa que se extendi¨® por la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, donde eran frecuentes las de cer¨¢mica realizadas en las f¨¢bricas de Talavera de la Reina (Toledo), L¡¯Alcora (Castell¨®n) y Manises (Valencia), como las que coleccion¨® el pintor Joaqu¨ªn Sorolla y que hoy se pueden ver en su casa-museo. La forma contempor¨¢nea de entender y consumir el chocolate de manera s¨®lida es posterior.
Cimientos de plata y los colores del poder
Si hay algo que transform¨® el mundo como se conoc¨ªa hasta entonces fue la plata. De este material estaban construidos los cimientos que sustentaban el imperio que lograron los Austrias. S¨ª, el mismo del que estaba hecha la mancerina de antes o los reales de a ocho, la moneda que se extendi¨® tanto en el tiempo como en el espacio y cuyos vestigios quedan en el s¨ªmbolo de d¨®lar, tomado del reverso de los ocho reales. Si bien ya hab¨ªa plata en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, la cantidad crece exponencialmente con el descubrimiento de las minas americanas, primero en Nueva Espa?a (lo que es al actual M¨¦xico y parte del sur de Estados Unidos), y luego las de Potos¨ª (Per¨²), una de las afloraciones de este metal m¨¢s importantes del planeta. Llegar¨¢ a Europa como lingote, como moneda o como objetos de orfebrer¨ªa tanto de uso com¨²n como devocional, muchos se pueden ver en la muestra: es uno de los materiales m¨¢s repetidos, fiel reflejo de los siglos representados.
As¨ª como el cacao conllev¨® otra forma de consumo, gracias a las minas se consigui¨® una nueva manera de extracci¨®n del mineral m¨¢s productiva: la amalgama con mercurio.
Si la plata fue marca del imperio, no se queda atr¨¢s la representaci¨®n de los reyes. La sobriedad de los retratos de Felipe II, siempre de negro, tiene una segunda lectura, ya que era el ¨²nico monarca europeo que pod¨ªa conseguir ese tono tan oscuro en la vestimenta, fruto de una planta llegada de Am¨¦rica: el palo de campeche. Por tanto, ese color es s¨ªmbolo de poder. Un nuevo rojo tambi¨¦n invadi¨® las telas y las artes europeas, procedente de la cochinilla, un insecto que anida en los nopales.
Continuando con los colores se llega al mayate, el escarabajo verde que simboliza la resurrecci¨®n de Cristo. Vive dentro de la tierra y de vez en cuando sale a la superficie. Ya en el mundo prehisp¨¢nico estaba asociado con la resurrecci¨®n.
Flora y fauna con misi¨®n art¨ªstica
Est¨¢n documentadas m¨¢s de 50 especies de aves de las que se obten¨ªa materia prima para el desarrollo de la plumaria, una t¨¦cnica genuinamente americana. Ya las altas jerarqu¨ªas de distintas culturas (incas, aztecas¡) se tocaban con plumas. Los oficiales de este material (llamados amantecas) trabajan con sumo cuidado las coloridas aplicaciones en textiles. Nos han llegado pocos ejemplos por su fragilidad y dificultad de conservaci¨®n.
La pr¨®xima parada de este particular recorrido por Tornaviaje es el mar, las conchas. Los enconchados no son originarios del Nuevo Continente, sino de Asia, de donde se tom¨® el uso del n¨¢car incrustado para dar efectos brillantes en los cuadros. Es el Gale¨®n de Manila (Filipinas) el que atraviesa de manera regular el Pac¨ªfico y lleva esta t¨¦cnica a Am¨¦rica. Una vez pasado por el tamiz americano llega a Espa?a y se a¨²nan tradiciones. En los cuadros enconchados es habitual que las carnaciones de los personajes sean pintura, mientras que las arquitecturas y las vestimentas sean de n¨¢car.
Y de los animales como materia prima, a los vegetales que se trabajan con t¨¦cnicas prehisp¨¢nicas como son las pastas de maguey (un tipo de cactus) y ma¨ªz. Materiales no perceptibles a primera vista, ya que se confunden con madera -sobre todo si est¨¢n policromados-, pero que tienen propiedades distintas a ella y por eso se utilizan: el peso es mucho menor, lo que facilita la transportabilidad, baja el precio y es m¨¢s f¨¢cil de modelar. Se hace un engrudo y la pasta se va modelando sobre el alma de la escultura (un esqueleto formado por madera o papel). Los temas cambian con la llegada de los espa?oles, pero los artesanos son los mismos que ya trabajaban estas t¨¦cnicas. El material tan ligero permite que un Cristo de 2,44 x 1,88 metros sea una imagen procesional, ya que solo pesa 7,5 kilos. Tambi¨¦n permit¨ªa a los frailes evangelizadores recorrer largos camino con varias tallas.
Iconograf¨ªa h¨ªbrida, otra forma de ver el mundo
La mezcla enriquece y eso ocurri¨® a partir del siglo XVI, cuando a los temas cat¨®licos tradicionales se le a?adieron otras interpretaciones.
El dogma de la Sant¨ªsima Trinidad var¨ªa tambi¨¦n su forma de representaci¨®n, incluso, en contra del Concilio de Trento (1545-1563): la Iglesia en el Nuevo Continente cumpl¨ªa una funci¨®n evangelizadora y ten¨ªa que explicar conceptos tan extra?os como que Dios era tres personas en una, as¨ª que en ocasiones se obviaba a la paloma como Esp¨ªritu Santo y se pintaban tres hombres similares. Esto no gustaba ni al Vaticano ni a Francisco Pacheco, pintor, tratadista y maestro de Vel¨¢zquez, que en su Arte de la pintura (1649) lo calific¨® de abominable, seg¨²n comenta Rafael L¨®pez Guzm¨¢n, comisario de la muestra. Esta representaci¨®n isom¨®rfica no se usa en Espa?a, pero precisamente los jesuitas, defensores de Trento, fueron los que la extendieron por Am¨¦rica.
Por otro lado, santa Rosa de Lima, la primera santa americana, se populariz¨® en Espa?a llegando a ser representada por grandes maestros como Murillo o Claudio Coello. Es m¨¢s, tras la obra de Murillo, fue esta la que, copiada en estampas, se difundi¨® por Am¨¦rica. Un viaje con varias idas y vueltas.
Las reacciones de algunos que pintaban (y escrib¨ªan) mucho
Estos son solos unos ejemplos de esa fusi¨®n de culturas con la que siempre se gana. Tornaviaje podr¨ªa ser un acicate para dar a conocer este arte no realizado por hombres blancos europeos en Europa, que es el que lleva siglos predominando. La muestra del Museo del Prado dar¨¢ visibilidad a muchas de estas bellas piezas conservadas en instituciones con menores recursos, por ejemplo, el Museo de Am¨¦rica de Madrid.
Ya lo dijo uno de esos maestros incuestionables, Alberto Durero: ¡°En mi vida no he visto nada que me haya alegrado tanto el coraz¨®n como estos objetos [llegados de Am¨¦rica]. Porque he descubierto aspectos extraordinarios y me he quedado admirado ante el ingenio de los hombres de pa¨ªses remotos¡±.
A otro de ellos, este ya americano, el escritor mexicano Carlos Fuentes, le gustaba imaginar que los personajes de Las meninas miraban hacia su continente.
Tornaviaje. Arte iberoamericano en Espa?a
Hasta el 13 de febrero de 2022
Exposicion organizada por