Contador est¨¢ preparado para el Tour
El chico de Pinto derrota a Quintana en un duelo que se resolvi¨® en el descenso de Bal¨¨s
Terminado el Giro, en el podio de Mil¨¢n y en las fiestas de esa noche, Alberto Contador era un hombre triste. Le invad¨ªa la que Paul Fournel llama la tristeza de los cracks, ciclistas, como Merckx, para quienes no ganar equivale a perder; corredores que se han impuesto el deber de ganar siempre; ciclistas que cuando tienen el ramo de ganador entre las manos huelen las flores y cansados piensan ya en la pr¨®xima carrera, en la necesidad de volver a ganar, en el miedo a empezar a perder. En lo alto del podio de la Ruta del Sur instalado bajo los pl¨¢tanos calurosos de la gran avenida de Bagn¨¨res de Luchon, la ciudad de los Pirineos que, enclavada entre el Peyresourde, el Portilhon y Bal¨¨s, huele al azufre de sus aguas termales y huele tambi¨¦n, y m¨¢s, a Tour todos los d¨ªas del a?o, el tercer s¨¢bado de junio, Contador, el crack, el campe¨®n, sonr¨ªe y hasta r¨ªe, y parece feliz por primera vez en el a?o, ni un rastro de preocupaci¨®n en su rostro cansado. Acaba de ganar la etapa, acaba de vestirse de l¨ªder, acaba de derrotar a Nairo Quintana, el otro gran escalador del pelot¨®n, el ciclista colombiano con el que mantiene un duelo ¨ªntimo desde hace un par de a?os. Faltan dos semanas exactas para que en Utrecht comience el Tour, la segunda parte de su desaf¨ªo loco iniciado hace mes y medio en las calles de San Remo del Giro. ¡°Esto est¨¢ muy bien¡±, dice. ¡°Pero no olvidemos que lo importante es el Tour¡±. Contador est¨¢ preparado.
El de Quintana, bajo sus grandes gafas oscuras de montura blanca, es un rostro voluntariamente herm¨¦tico. Sube con la boca cerrada, inexpresivo, responde casi sin necesidad de levantar el culo de sill¨ªn la decena de ataques que le lanza Contador subiendo Bal¨¨s, un puerto estrecho sinuoso, con m¨²ltiples descansillos, h¨²medamente asfixiante, muy dif¨ªcil e interpretar. El colombiano persigue a Contador y cuando lo alcanza se frena y se coloca paralelo al espa?ol, ni detr¨¢s ni delante, como Anquetil hac¨ªa con Poulidor en el Puy de D?me, respondiendo a sus acelerones con fingida indolencia, una provocaci¨®n gestual: te alcanzo f¨¢cil y no te ataco yo porque no quiero, porque hoy no toca. No van solos porque un chaval de 21 a?os, Pierre Latour, un franc¨¦s descabalado y entusiasta que se deja el alma en cada aceleraci¨®n, est¨¢ con ellos, pero para ellos no existe m¨¢s mundo que el suyo, sus miradas sus gestos. ¡°Han sido ataques fuertes¡±, dice Contador de las banderillas que clav¨® en Bal¨¨s. ¡°No ataques m¨¢ximos como los que haces cuando intentas ganar un Tour, pero fuertes de verdad¡±. Y Quintana, a quien le duele el orgullo, tambi¨¦n dice que sus respuestas fueron buenas, y que no, que no iba tan sobrado como parec¨ªa, que ¨¦l no atac¨® porque no pod¨ªa m¨¢s.
La v¨ªspera del gran duelo, de la que podr¨ªa ser la revancha del Terminillo, el puerto de la Tirreno nevada en el que Quintana derrot¨® al espa?ol, Patxi Vila, el director del Tinkoff, dijo: ¡°en el ciclismo actual, dada la igualdad de los grandes escaladores, se hacen m¨¢s diferencias bajando que subiendo. Y el descenso de Bal¨¨s son 40 minutos¡±. Vila hablaba pensando en c¨®mo Vincenzo Nibali hab¨ªa puesto de los nervios a Chris Froome en la Dauphin¨¦. Hablaba previendo lo que puede ocurrir en el Tour, anunciando lo que ocurrir¨ªa bajando hacia Bagn¨¨res. Coronaron juntos Contador y Quintana. Llegaron tres curvas complicadas que el espa?ol, viejo conocedor del puerto, sab¨ªa importantes, pasaron, y tras ellas cambi¨® el paisaje: Contador estaba delante, solo. Detr¨¢s, a casi una docena de segundos, Quintana. ¡°Me vi solo y ya me lanc¨¦¡±, dice el espa?ol. ¡°Se me fue en dos curvas y ya no pude alcanzarlo¡±, dice Quintana. Ambos se entregaron al m¨¢ximo en el descenso. ¡°Fui a tope, no pod¨ªa ir m¨¢s r¨¢pido¡±, dice Quintana, quien mostr¨® sus limitaciones y un cierto descuido, y su sinsabor de amarga lecci¨®n recibida tras llegar segundo, a 13s. ¡°Quer¨ªa alcanzarlo¡±, dice. ¡°No quer¨ªa ganar. Quer¨ªa simplemente entrar con ¨¦l¡±.
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