Isel¨ªn Santos Ovejero derrumba la porter¨ªa ante Pel¨¦
Fue el 3 de septiembre de 1974. Ese d¨ªa, Pel¨¦ jug¨® su ¨²ltimo partido en Europa con el Santos. El partido se anunci¨® como tal, pero pas¨® a la historia por otro hecho: Isel¨ªn Santos Ovejero derrumb¨® una porter¨ªa, engrandeciendo as¨ª su leyenda.
En agosto de 1969, Estudiantes de la Plata y Atl¨¦tico de Madrid coincidieron en el Carranza. El Atl¨¦tico hab¨ªa decidido prescindir de Griffa despu¨¦s de diez a?os. Un central de rompe y rasga. Para los madridistas, y algunos m¨¢s, fue el terror. En esta secci¨®n he hablado de ¨¦l, a prop¨®sito de un partido en San Mam¨¦s que ¨¦l acab¨® en comisar¨ªa.
En C¨¢diz, V¨ªctor Mart¨ªnez, secretario t¨¦cnico del Atl¨¦tico, le pregunt¨® a Osvaldo Zubeld¨ªa, entrenador del Estudiantes, si hab¨ªa en Argentina ¡°un nuevo Griffa¡±. Era necesario que tuviera antepasados espa?oles, porque estaba cerrada la importaci¨®n de extranjeros. Osvaldo Zubeld¨ªa orient¨® a V¨ªctor Mart¨ªnez:
¡ªIsel¨ªn Santos Ovejero. Es el central de V¨¦lez Sarsfield. Y por los apellidos, no hay duda de que tendr¨¢ origen espa?ol.
V¨ªctor Mart¨ªnez indag¨®, movi¨® el papeleo y el Atl¨¦tico fich¨® a Ovejero, que impresion¨® por su aspecto: alto, tronco muy desarrollado por arriba, hombros fort¨ªsimos, cuello corto, patillas y barbilla fuerte.
Su presentaci¨®n se retras¨®. Hab¨ªa sido internacional por Argentina y eso imped¨ªa su fichaje. Pero se colaron tantos en esos a?os que acab¨® pasando por el ancho tubo. Debut¨® en la jornada trece, ante el Athletic, en el Manzanares. El Atl¨¦tico era l¨ªder, los bilba¨ªnos segundos, a un punto. En la segunda mitad apret¨® mucho el Athletic y Ovejero dio una medida impresionante: r¨¢pido, firme, implacable. En un cruce hacia la banda por donde se colaba el joven extremo Lav¨ªn confirm¨® que no hac¨ªa prisioneros. Gan¨® el Atl¨¦tico, como ganar¨ªa despu¨¦s la Liga.
Se troncharon los dos postes, uno por la base, el otro como a medio metro del suelo
Aquel partido se televis¨®. Impact¨® Ovejero. Ese d¨ªa se hizo c¨¦lebre su apodo: El Cacique del ?rea. S¨ª, hab¨ªa un ¡°nuevo Griffa¡±.
Cinco a?os se mantuvo en el Atl¨¦tico. Dos Ligas, una Copa, aquella Copa de Europa de los tres expulsados en Glasgow y la final con el Bayern¡ Pero al final de la 73-74, el Atl¨¦tico prescindi¨® de ¨¦l. Con la apertura del mercado de extranjeros hab¨ªa incorporado al l¨ªbero Heredia, ten¨ªa adem¨¢s un buen central extreme?o, Eusebio, m¨¢s el paraguayo Benegas.
Ovejero cargaba con fama de feroz, en a?os de recelo con la brutalidad de los defensas argentinos. Adem¨¢s, el Athletic y la Real, hartos del pitorreo de los oriundos ilegales, hab¨ªan decidido impugnar todos los partidos en los que interviniese alguno. As¨ª que, a pesar del cari?o que los atl¨¦ticos le profesaban, Calder¨®n le dej¨® libre. Le fich¨® el Zaragoza, un grande de nuestro f¨²tbol en esos a?os. Era el Zaragoza de los zaraguayos, con Arr¨²a y Diarte.
La presentaci¨®n de Ovejero fue de tron¨ªo: ante el Santos de Pel¨¦. Era, a priori, su despedida de Europa, aunque luego regresar¨ªa con el Cosmos. El Santos ven¨ªa del Carranza, de enfrentarse al Bar?a de Cruyff.
La Romareda se llena a reventar en una noche pl¨¢cida. Marca Diarte el 1-0, marca Soto el 2-0, marca Pel¨¦ de penalti el 2-1. En el descanso, el p¨²blico est¨¢ entusiasmado. Gusta Pel¨¦, gustan sus compa?eros de ataque Clayton y Edu, gusta el Zaragoza, gusta la firmeza de Ovejero.
En el minuto 62 se produce la jugada del partido:
¡ªEllos esperaban como a diez metros del ¨¢rea, dejando descolgados dos arriba, y Pel¨¦ en medio. Y si cortaban la met¨ªan no veas c¨®mo, justita y precisa. En una de esas, yo vi que presionaban a Arr¨²a, y lo ten¨ªa mal. Le avis¨¦ que me la retrasara, pero dud¨®, la toc¨® el defensa y le cay¨® a Pel¨¦, que le meti¨® un pase tremendo a Clayton, con toda la ventaja sobre su marcador, Rico.
El que habla es el propio Ovejero, que recuerda la jugada con precisi¨®n y gracia:
¡ªYo corr¨ª como un loco a cerrar. Sali¨® nuestro portero, Nieves, pero Clayton se la toc¨® justita por arriba. El bal¨®n ca¨ªa hacia el gol, blando, llovidito, y yo salt¨¦, embalado como ven¨ªa, y alcanc¨¦ a pegarle de cuchara, arriba, pero ya estaba dentro, as¨ª que dio en el larguero y rebot¨® a¨²n m¨¢s dentro. Mientras, yo, volando como una bala de ca?¨®n, me agarr¨¦ a la parte alta de la red para amortiguar mi ca¨ªda, y lo arrastr¨¦ todo.
Se troncharon los dos postes, uno por la base, el otro como a medio metro del suelo. El larguero le golpe¨® y le abri¨® la cabeza. Qued¨® all¨ª, atrapado como un pez gigante. Nieves le ayud¨® a salir. Pel¨¦ acudi¨®, como todos, y se ech¨® las manos a la cabeza:
¡ªEm vinte anos jogando futebol nunca havia visto nada parecido.
No hab¨ªa repuesto. Se tard¨® cuarenta minutos en reparar la porter¨ªa, un poco a la chapuza. Por fin se reanud¨® el partido, ya con 2-2. Pel¨¦ marcar¨ªa el 2-3 en un perfecto golpe franco por la escuadra de la porter¨ªa agredida. Pero el d¨ªa siguiente nadie hablaba del ¨²ltimo partido de Pel¨¦ en Europa, sino de que Ovejero hab¨ªa debutado en La Romareda rompiendo la porter¨ªa.
Cuando el Zaragoza cumpli¨® los LXXV, hubo gran cena de veteranos. Ovejero fue invitado. Por supuesto, todos le hablaban de la porter¨ªa.
¡ª?Y me lo agradec¨ªan! Dec¨ªan que todos pudieron hacerse la foto con Pel¨¦, y luego sus familiares, y luego sus amigos. Y todos los ni?os del campo. El bueno de Pel¨¦ pas¨® cuarenta minutos de aqu¨ª para all¨¢ haci¨¦ndose fotos. ?En Zaragoza hay casi tantas fotos de Pel¨¦ como del Pilar! Y gracias a m¨ª.
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