Pellegrino, la felicidad del argentino at¨ªpico
Pellegrino disfruta en Vitoria de la sobriedad de una ciudad y un equipo a la medida de su personalidad
Si usted busca un argentino t¨®pico, dado a la hip¨¦rbole, al largo discurso, amante de los sin¨®nimos, brillante en los ejemplos y definiciones, dado al potrero y el estadio, t¨®pico ¡ªque no t¨ªpico¡ª, no llame al tel¨¦fono de Mauricio Pellegrino porque le responder¨¢ un tipo sencillo, con las palabras justas, ajustado al lenguaje y el deje argentino dulcificado por sus estancias en Barcelona, Valencia, Liverpool o Mil¨¢n, antes de llegar a Vitoria, su ¨²ltimo destino. Dec¨ªan algunos, cuando entren¨® al Valencia, que era un argentino mudo, o cuando menos dado a los silencios entre las palabras de una frase. Quiz¨¢s solo era, y es, un tipo cuidadoso, reservado, bien medido en la manifestaci¨®n de sus sensibilidades, comedido en la expresi¨®n de sus sentimientos.
El Flaco, que as¨ª le dec¨ªan en Argentina, empez¨® de mediocentro hasta que sus 193 cent¨ªmetros aconsejaron que retrasase su lugar hasta el eje de la defensa. Ya se sabe que la excesiva altura, salvo honrosas excepciones, te lleva a portero, central o delantero centro. Aunque el f¨²tbol es m¨¢s complejo y m¨¢s sencillo que todo eso, porque pensaba Pellegrino, cuando entrenaba a Independiente de Avellaneda, que los futbolistas "somos una expresi¨®n de nuestro pensamiento". Porque Pellegrino habla poco, pero habla claro. Y tambi¨¦n dijo en aquellos tiempos que "el entrenador se tiene que ir cuando los jugadores le dan la espada".
Al t¨¦cnico del Alav¨¦s, hoy en el candelero, el destino le ha dado la espalda o se le ha puesto de perfil muchas veces. Como jugador, en el Bar?a apenas dur¨® una temporada, en el Valencia estuvo cinco pero quiz¨¢s no ha olvidado aquel penalti que le detuvo Oliver Khan en la final de la Champions de 2001. Pellegrino dio media vuelta, rumi¨® el infortunio y no hizo ni un solo gesto, asumiendo en la mudez su propia soledad.
Deuda con el equipo
Con el Alav¨¦s, antes de retirarse en 2006, vivi¨® su ¨²ltima temporada como futbolista y la zanj¨® con el descenso del equipo a Segunda. Desde entonces piensa que tiene "una deuda con este equipo". Fogueado como ayudante de Ben¨ªtez en el Liverpool y en el Inter, sinti¨® despu¨¦s el primer pulso como entrenador con el Valencia ¡ªequipo complejo donde los haya¡ª y se curti¨® m¨¢s tarde en Estudiantes e Independiente en Argentina. El ¨¦xito siempre se le puso de perfil, a veces le ense?aba la nariz, a veces el ment¨®n.
La felicidad, probablemente le ha llegado en el Alav¨¦s, un equipo condenado presuntamente a sufrir que est¨¢ disfrutando del d¨ªa a d¨ªa como un ni?o. Pellegrino ha construido un equipo s¨®lido en defensa, equilibrado en el centro, aunque un tanto romo en ataque. Sin embargo, la ecuaci¨®n es positiva. Tranquilo en la Liga y semifinalista de Copa. Los apriorismos, sin embargo, no le gustan a Pellegrino, que ya dijo que "el juego no est¨¢ dividido en defensa o ataque. Son cosas permanentes. Soy ofensivo cuando ataco y defensivo cuando defiendo".
Seguramente lo que quiere hacer en Vigo (y la semana que viene en Vitoria) para alcanzar "el sue?o de la final de Copa", tras un partido memorable contra el Atl¨¦tico que no necesit¨® la victoria para reivindicarse. El Alav¨¦s ha modificado su plantilla en el mercado invernal (se han ido Barreiro, Manu Garc¨ªa, Espinoza y Pantic; y han llegado Romero, mediapunta, y Rodrigo Ely, central cedido por el Mil¨¢n), pero el esqueleto sigue impert¨¦rrito. No ser¨¢ f¨¢cil para el Alav¨¦s ante un rival al que "podr¨ªamos copiarle algunas cosas", seg¨²n Pellegrino. A fin de cuentas, el t¨¦cnico de Leones (Cordoba) siempre se ha preguntado "?qui¨¦n lo tuvo f¨¢cil desde que naci¨®?". ?l no, desde luego, pero para ser un argentino at¨ªpico, su breviario tiene pasajes tan interesantes como sencillos.
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