Barguil, Matthews, Sunweb, el triunfo de un nuevo ciclismo
El equipo holand¨¦s, el que m¨¢s ha brillado el Tour, podr¨ªa ser considerado como el Festina del siglo XXI, es decir, limpio
Por la Casse D¨¦serte los campeones pasan solos, y en el Izoard, en su cima a 2.360 metros, ninguno hab¨ªa levantado los brazos en triunfo hasta este 2017, en el que lo hace Warren Barguil, primer vencedor en la primera meta situada en la cima del col de los campeones, donde se?ala el cielo emocionado y dedica el triunfo a su papy, al abuelo que le ense?¨® a andar en bici y muri¨® hace cinco a?os. Los buenos augurios se acumulan para el alargado escalador bret¨®n, que a los 25 a?os parece haber alcanzado una nueva dimensi¨®n. De su ataque, iniciado con Contador en la nariz de los mejores, a poco menos de siete kil¨®metros de su cumbre, donde comienza lo m¨¢s duro bajo el sol que blanquea m¨¢s blanco a¨²n las caprichosas formas que la erosi¨®n del viento forma en las moles de yeso, y de su victoria se podr¨ªa rehacer el dictado de Louison Bobet hace 60 a?os: en el Izoard, los campeones ganan solos.
Despu¨¦s de Nairo y de Chaves, en 2012, el Tour del Porvenir lo gan¨® Barguil, un franc¨¦s que crece poco a poco, y con ¨¦l, su equipo, el equipo en el que ha estado su vida, el Sunweb, un equipo que est¨¢ de moda con sus maillots de recluso (a rayas negras y blancas) y sus Minis tan pichis para llevar a sus directores en carrera. Despu¨¦s de ganar el Giro con su holand¨¦s Tom Dumoulin, otro ciclista madurado en el equipo que al principio se llam¨® Argos, en el Tour, han ganado cuatro etapas ¨Cdos Barguil, el 14 de julio y el Izoard, las dos grandes tarjetas postales para Francia; y dos su sprinter australiano y enfant terrible, un Sagan un poco moderado, Michael Matthews¡ªy cada uno de sus figuras se lleva un maillot distintivo, Barguil, los lunares de la monta?a (y, probablemente, tambi¨¦n el gran dorsal rojo de supercombativo del Tour), y Matthews, el verde de la regularidad (y seguramente tambi¨¦n tendr¨¢ votos en la lucha de la combatividad). Todos ellos son hechos suficientes para que el equipo, de alma holandesa y nacionalidad alemana por cuesti¨®n comercial, por la amplitud de su mercado, pueda ser considerado como un Festina del siglo XXI, es decir, tan limpio y tan triunfal como oscuro fue hace 20 a?os el conjunto de Virenque. Y si un equipo que hace bandera de su compromiso contra el dopaje (y tan transparente que todos los datos de potencia y otros valores de sus corredores est¨¢n a disposici¨®n de quien quiera) triunfa, los optimistas de la voluntad no dejar¨¢n de decir que el ciclismo ha cambiado. Y que Barguil ha dado tal salto de calidad que puede ganar el Tour alg¨²n a?o.
En 2013, Barguil, un ni?o de 21 a?os entonces, tan imberbe como ahora, se revel¨® con dos victorias de etapa en la Vuelta. Puso tan alto el nivel y la esperanza, en su capacidad para convertirse en un grande del ciclismo que apreciando su escasez de resultados los a?os siguientes alguno puso en duda su crecimiento. Sin embargo, si no todo est¨¢ planificado (el accidente de enero de 2016 en Calpe, donde fue arrollado junto a medio equipo por una conductora inglesa que iba por la izquierda, le dej¨® secuelas psicol¨®gicas y un estr¨¦s postraum¨¢tico que a¨²n le duele), todo estaba controlado. En enero anunci¨® que correr¨ªa el Tour del 17 para ganar etapas, y que en el 2018, casi con 27 a?os (es de octubre del 91), la edad de maduraci¨®n y preparaci¨®n que desde Miguel Indurain se considera can¨®nica, ya intentar¨¢ ir a por lo general. Las casillas de su progreso las va rellenando con ticks, y su equipo, el limpio Sunweb, le sigue sin parar.
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