Pedir turno en el Everest
Las expediciones tur¨ªsticas saturan la cima del planeta, convertida en un negocio para quien puede pagar una ascensi¨®n sin necesidad de ser alpinista
El r¨¦cord de ascensiones al Everest (8.848 m) en una temporada se produjo en 2018: 802 personas pisaron el techo del planeta pero solo una no emple¨® ox¨ªgeno artificial. Es la estad¨ªstica que exaspera a Reinhold Messner y a Peter Habeler, los primeros seres humanos que desafiaron a la ciencia y a la medicina, prescindieron del aire embotellado y demostraron que el ser humano pod¨ªa sobrevivir tirando de pulmones en lo m¨¢s alto del planeta. Fue en 1978, el 8 de mayo: los que no criticaron su osad¨ªa extrema se emocionaron y los convirtieron en h¨¦roes. 41 a?os despu¨¦s, Reinhold Messner observa espantado un dato que le sorprende: solo el 4% de las 4.833 ascensiones que observa el Everest se lograron sin la ayuda de ox¨ªgeno en bombona, una forma de dopaje bendecida, aceptada y recomendada por todas las instancias que no desean que el Everest sea un cementerio.
?¡°Son turistas¡±, dice Messner, uno que ense?¨® el camino, la manera ¨¦tica de escalar las monta?as m¨¢s elevadas del planeta. Habeler y ¨¦l so?aron un Everest limpio, ¨¦tico, una forma de respetar la monta?a m¨¢s elevada. Pero hoy en d¨ªa, la cima del planeta es un negocio m¨¢s, cada vez m¨¢s pujante, ordenado, as¨¦ptico y alejado de la aventura que vivieron los pioneros. Todos los grandes alpinistas de la actualidad siguen la senda dibujada por Messner: dificultad t¨¦cnica, ligereza, escasez de medios, velocidad, osad¨ªa¡ pero su ejemplo no significa nada en las dos rutas normales que conoce el Everest, una desde su vertiente de Nepal, la otra desde T¨ªbet. Y esto es un dolor de muelas para Messner o Habeler, convencido este ¨²ltimo de que ¡°la mayor¨ªa de los que pisan el Everest jam¨¢s deber¨ªan hacerlo¡±. Cada a?o, 1.000 personas entre escaladores profesionales, gu¨ªas y clientes tratan de escalar la monta?a. Para ello hacen cola, como a la entrada de los estadios de f¨²tbol. Casi hay que pedir turno para subirla.
Un 64% de las ascensiones se dan desde Nepal y el 36% desde China, estad¨ªstica id¨¦ntica en cuanto al numero de muertes, seg¨²n el Himalayan database. Y hasta 288 personas han fallecido en el intento. El Chomolungma (nombre de la monta?a en tibetano) o Sagarmatha, en su nombre nepal¨¦s, es un asunto comercial, un premio que se paga caro y que cada vez exigir¨¢ un mayor desembolso: China, cuya vertiente es m¨¢s austera que la de Nepal, quiere que su ruta sea igual de popular, busca clientes y la creciente demanda se los concede, lo que se traduce en una guerra de precios al alza.
Escalar la cima del mundo cuesta entre 26.000 y 115.000 euros: la primera es la tarifa baja, pero hay una intermedia de unos 60.000 euros.? Solo el ox¨ªgeno embotellado cuesta unos 5.300 euros y da para unas 20 botellas, la medida perfecta para no congelarse, dormir pl¨¢cidamente y no comprometer el viaje de ida y vuelta a la cima.
En 1978 Habeler y Messner escalaron hacia lo desconocido. Habeler asegura que escal¨® concentr¨¢ndose en colocar un pie por delante del otro, sin cometer errores, aunque en su fuero interno tem¨ªa un colapso s¨²bito, esperaba el momento en el que ya no pudiese seguir respirando. Los dos m¨¦dicos que les aguardaban en el campo base les hab¨ªan advertido de lo que hab¨ªa en juego y cuando los vieron desaparecer ladera arriba, todos pensaron que caminaban hacia su tumba. Ellos, en cambio, confiaban en su juventud, en su fuerza y en el beneficio de escalar ligeros, con una diminuta mochila a la espalda.
Pese a todo, fue una pelea contra la aprensi¨®n y el cansancio extremo: Habeler sufri¨® alucinaciones y ambos se vieron arrodillados en la nieve, como animales, tratando de recuperar el aliento. Siempre miraron hacia la cima, como si la posibilidad de fallecer no existiese. Eran bestias motivadas, dos con una fortaleza psicol¨®gica desmedida. ¡°Fue mi alma quien me condujo hasta la cima¡±, escribir¨ªa Messner. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s apenas 200 alpinistas han querido seguir su ejemplo. Otros muchos son turistas en la cima del mundo.
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