El alpinismo aut¨¦ntico frente a la monta?a de consumo
Marc Toralles, Roger Cararach y Alberto Fern¨¢ndez firman una de las mejores actividades del a?o en el Himalaya, la primera ascensi¨®n en estilo alpino en el Tengi Ragi Tau, de 6.660m
Marc Toralles pens¨® un d¨ªa que la vida pod¨ªa ofrecerle algo m¨¢s, y entonces descubri¨® la escalada, dej¨® su empresa, estudi¨® para convertirse en gu¨ªa de alta monta?a y ahora vive para recorrer el planeta escalando monta?as elevadas. Pero no de cualquier forma: la experiencia solo es real cuando el compromiso tambi¨¦n lo es. Todos los alpinistas como Marc saben que para tener ¨¦xito en las altas cumbres no solo hace falta entrenamiento f¨ªsico y mental, habilidad, conocimiento del medio, capacidad de sufrimiento y tiempo. En ¨²ltima instancia siempre necesitar¨¢n suerte para escapar de los caprichos del destino. Nada explica por qu¨¦ una roca que se desprende impacta en la cabeza de uno y no en la del compa?ero que est¨¢ a medio metro, por qu¨¦ un puente de nieve cede despu¨¦s de que lo hayan pisado el resto de expedicionarios o por qu¨¦ una placa de hielo por la que se han deslizado seis esquiadores cede y engulle al s¨¦ptimo. Los alpinistas asumen que por muy serios, met¨®dicos, t¨¦cnicos y fuertes que sean, su ambici¨®n (imprescindible para arriesgarse) siempre se ver¨¢ confrontada a su buena estrella.
Toralles, del equipo Black Diamond, escal¨® el pasado mes de junio una de las rutas m¨¢s exigentes del Denali, y hace escasos d¨ªas acaba de firmar la primera ascensi¨®n en estilo alpino del pilar sur de la punta este del Tengi Ragi Tau (6.660 metros, en Nepal). El estilo alpino, una apuesta minimalista y sin red, consiste en atacar la monta?a con el equipamiento imprescindible para escalar, dormir y bajar... vivo. En este caso, una tienda m¨ªnima para tres, material de escalada, un hornillo, gas y comida.
Realmente, solo una sucesi¨®n de carambolas, contratiempos y cambios de planes sobre la marcha explican que Marc y sus dos compa?eros (el tambi¨¦n catal¨¢n Roger Cararach y el guipuzcoano Alberto Fern¨¢ndez) acabasen con ¨¦xito su expedici¨®n. El tr¨ªo apuntaba hacia la cara oeste de la monta?a, sin ascensiones previas, pero un equipo franc¨¦s y otro estadounidense (este ¨²ltimo hab¨ªa intentado la pared en dos ocasiones) ten¨ªan id¨¦nticas intenciones. Marc y sus compa?eros buscaban soledad y no deseaban competir con nadie, as¨ª que se fabricaron un nuevo objetivo sobre la marcha, una v¨ªa t¨¦cnica que discurre por un pilar de roca y culmina con 250 metros de arista nevada.
Cuando estaban cerca de completar su aclimataci¨®n, descubrieron que su ¨²nica tienda de campa?a hab¨ªa desaparecido. La hab¨ªan robado de uno de los dos dep¨®sitos que ten¨ªan escondidos en la monta?a. Roger sali¨® a la carrera valle abajo, a sabiendas de que solo un grupo de trekking hab¨ªa pasado por la zona y ten¨ªa que ser a la fuerza el responsable del hurto. Marc y Alberto fueron a comprobar que el segundo dep¨®sito estuviese intacto. Tras una persecuci¨®n de 30 kil¨®metros, Roger encontr¨® la tienda en la mochila de un porteador, pero el contratiempo les hizo perder d¨ªas y les oblig¨® a disputar una pelea contra el reloj para evitar que el mal tiempo les sorprendiese en altura.
La dificultad del trazado, t¨¦cnico y vertical, ralentiz¨® mucho su avance. Tras dos vivacs en los que apenas hallaron espacio para una tienda en la que descansaron hacinados, el fin de las dificultades les coloc¨® a los pies de la arista de nieve, en apariencia un paseo hacia la cima. Fue un espanto. La nieve, tan inconsistente como el az¨²car, no permit¨ªa colocar seguros fiables: si uno ca¨ªa, seguramente la cuerda arrastrar¨ªa tambi¨¦n al resto. Fue el turno de Marc: ¡°Clavaba a duras penas una estaca en la nieve, y tiraba de ella para progresar hasta clavar otra. Fue un horror, nunca imagin¨¦ que har¨ªa escalada artificial sobre estacas de nieve¡±.
Tuvieron que pasar una tercera noche en la arista, realizando casi obras de ingenier¨ªa para instalar su tienda. Pero los momentos m¨¢s tensos llegaron en el descenso. Decidieron bajar por la misma ruta, pero la inconsistencia de la nieve no dejaba margen para colocar anclajes seguros desde los que descolgarse. Finalmente, abandonaron a modo de seguro las cuatro estacas de aluminio en su haber y una bolsa llena de nieve que enterraron en la nieve¡ para descolgarse de ella.
Cuando alcanzaron la roca, pudieron abandonar seguros mucho m¨¢s fiables y en un d¨ªa de trabajo deshicieron el recorrido de 1.100 metros de desnivel. La ¨²ltima sorpresa fue descubrir que un equipo franc¨¦s hab¨ªa abierto en 2005 esa misma ruta. Les qued¨® el consuelo de ser los primeros en repetirla mejorando el estilo: all¨ª donde los franceses escogieron reducir el compromiso al m¨ªnimo, ellos prefirieron ce?irse al estilo alpino, el m¨¢s puro. Nadie duda de que la suya ha sido una de las mejores actividades del a?o en el Himalaya, ox¨ªgeno para una forma de hacer monta?a tan aut¨¦ntica como alejada de los focos despu¨¦s de la medi¨¢tica conquista de los 14 ochomiles en seis meses por parte del nepal¨ª Nirmal Purja.
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