El cl¨¢sico del bar
Una parte del madridismo ya ven¨ªa indignada de casa, sin esperar a que el ¨¢rbitro les cargase de razones
Llov¨ªa tanto a la hora se?alada que un se?or confundi¨® la sucursal de Abanca con el bar y llam¨® a su hermano por el m¨®vil: ¡°Antonio, aqu¨ª no hay nadie¡±, le dijo. Por suerte, el tal Antonio todav¨ªa cultiva el viejo oficio de fumar, as¨ª que pudo sacarlo de su error grit¨¢ndole a trav¨¦s del tel¨¦fono, que es como se comunican los hermanos cuando sus diferencias futbol¨ªsticas parecen insalvables y apenas los separan tres metros de distancia. ¡°?Est¨¢s parvo o qu¨¦?¡±, le espet¨® en cuanto pudieron saludarse cara a cara: primera se?al de que el Madrid hab¨ªa entrado m¨¢s enchufado al partido.
Antes de eso, antes incluso de que un peque?o apag¨®n hiciera temer lo peor a todos los presentes, Valverde rectificaba sobre la marcha su alineaci¨®n e introduc¨ªa a Rakitic en lugar del anunciado Sergio Busquets, que fue como una se?al acordada para que buena parte de los aficionados del Bar?a comenzaran a torcer el gesto. As¨ª se les qued¨® durante todo el partido, especialmente cuando Varane mostr¨® la pierna ara?ada tras un plantillazo grosero que se fue al limbo del VAR. No recordaba al madridismo tan escandalizado desde que Rita Hayworth se quitaba los guantes en Gilda y mi abuela apag¨® la televisi¨®n, para cabreo monumental de mi abuelo. La cosa empeor¨® con un agarr¨®n kilom¨¦trico al propio Varane que tampoco mereci¨® atenci¨®n alguna por parte del CSI arbitral, lo que confirma mi teor¨ªa de que el videoarbritaje en Espa?a es el nuevo Nick Stokes: aparece en la escena del crimen con mucha pompa y boato ¡ª"Soy Nick Stokes, de criminal¨ªstica¡±¡ª?pero casi nunca resuelve nada.
De todas formas, una parte importante del madridismo ya ven¨ªa indignado de casa, empezando por el tal Antonio, que entr¨® en el bar como un tsunami absolutista, pidiendo la suspensi¨®n del partido por no se sabe cu¨¢ntas razones, casi todas de ¨ªndole pol¨ªtica. Quiz¨¢s sea esa la mayor victoria de un equipo para la historia en el que Messi se resiste a apagar la luz: lograr que los aficionados blancos se indignen de manera preventiva, sin esperar a que el ¨¢rbitro de turno o los excesos del movimiento independentista los cargue de razones. Para cuando Hern¨¢ndez Hern¨¢ndez anul¨® un gol de Bale por fuera de juego previo de Mendy, la parroquia merengue ya no atend¨ªa a razones y el camarero intentaba apagar fuegos aqu¨ª y all¨¢, pidiendo calma con ese mover los brazos arriba y abajo que en su d¨ªa pusieron de moda D¨ªaz Vega y, posteriormente, Antonio Resines en la taberna de Los Serrano.
Parec¨ªa que nadie se iba a ir contento con el pitido final y el reparto de puntos hasta que la m¨¢quina tragaperras comenz¨® a formar tremenda escandalera: 300 euros se llev¨® el afortunado que, en los tiempos que corren, parecen un bot¨ªn mucho m¨¢s jugoso que los tres puntos para tu equipo. El tal Antonio y su hermano se despidieron con un abrazo desapegado, como de lectura de testamento, y poco a poco se fue vaciando el local, aprovechando que por fin hab¨ªa dejado de llover. Fue una tarde-noche que invitaba a la melancol¨ªa y en la que todo el mundo pareci¨® echar de menos algo: unos, mayor entrega y valent¨ªa por parte de su equipo; otros, del ¨¢rbitro. Lo que a buen seguro echaremos todos de menos ser¨¢ la siempre jugosa columna de David Gistau, al que esperamos ver recuperado y en forma para la vuelta en el Bernab¨¦u: la otra gran ausencia, junto a las de Marcelo y Hazard, que no supo explotar este Bar?a.
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