Neymar, por fin h¨¦roe en Par¨ªs
El brasile?o cabecea el c¨®rner que abre el marcador ante el Dortmund y se convierte en la figura que siempre so?aron sus patrones en el duelo destemplado que meti¨® al PSG en cuartos por primera vez desde 2016
El Paris Saint-Germain super¨® el trauma de los octavos de la Champions, donde hab¨ªa ca¨ªdo con estr¨¦pito en tres temporadas sucesivas desde 2017, contra Barcelona, Madrid y United. Remont¨® el 2-1 de la ida a un Dortmund inmaduro que aflor¨® todas sus limitaciones en circunstancias que se supon¨ªa deb¨ªan favorecerle. A puerta cerrada, la condici¨®n de visitante no era un h¨¢ndicap para los alemanes. No lo aprovecharon, como tampoco explotaron la ausencia de Mbapp¨¦ entre los titulares del anfitri¨®n. En el banquillo con anginas hasta el segundo tiempo, el goleador franc¨¦s no aport¨® casi nada en una no...
El Paris Saint-Germain super¨® el trauma de los octavos de la Champions, donde hab¨ªa ca¨ªdo con estr¨¦pito en tres temporadas sucesivas desde 2017, contra Barcelona, Madrid y United. Remont¨® el 2-1 de la ida a un Dortmund inmaduro que aflor¨® todas sus limitaciones en circunstancias que se supon¨ªa deb¨ªan favorecerle. A puerta cerrada, la condici¨®n de visitante no era un h¨¢ndicap para los alemanes. No lo aprovecharon, como tampoco explotaron la ausencia de Mbapp¨¦ entre los titulares del anfitri¨®n. En el banquillo con anginas hasta el segundo tiempo, el goleador franc¨¦s no aport¨® casi nada en una noche marcada por los episodios aparentemente menores antes que por el juego.
Peque?os incidentes en los m¨¢rgenes de la batalla desencadenan consecuencias gigantescas. Acciones aparentemente aisladas como la patada que le dio Emre Can a Neymar en el primer minuto del partido. La t¨ªpica advertencia intimidatoria para marcar el territorio agit¨® el esp¨ªritu justiciero de Paredes, y los dos caudillos del mediocampo emprendieron un duelo macho. Se rascaron bien. El primer tiempo se agot¨®. Corr¨ªa el minuto 46 y el ¨¢rbitro miraba el reloj cuando Paredes fue con el hacha a ganar un bal¨®n dividido a 30 metros de la porter¨ªa alemana. Can perdi¨® y Hummels, que hab¨ªa asistido a la refriega desde la zaga, impaciente, se dej¨® llevar por las ganas de participar. Abandon¨® su zona como una bala y se llev¨® el bal¨®n arrollando por el camino a Paredes. El central entreg¨® el bal¨®n ¡ªel trofeo de su peque?a haza?a¡ª a Hazard. El hermano de Eden recibi¨® el regalo como si no lo esperase. Atento al pasmo de su oponente, Bernat, que se hab¨ªa tirado al medio, le rob¨® la pelota y se la dio a Neymar.
Fue entonces cuando se evidenci¨® que las escaramuzas de los mediocentros alcanzaron una trascendencia descomunal y que la acci¨®n desaforada de Hummels, en lugar de provocar una contra a favor del Dortmund, provoc¨® su ruina. Con la defensa medio descompuesta por la salida de Hummels, entre el brasile?o y Di Mar¨ªa habilitaron a Sarabia, que tir¨® cruzado desde la derecha. Bernat culmin¨® la jugada apareciendo desde atr¨¢s para desviar a la red ante la perplejidad de B¨¹rki.
El 2-0 antes del descanso golpe¨® la moral del Dortmund, que no acab¨® de entrar al partido. Quiz¨¢s al equipo alem¨¢n lo afect¨® m¨¢s la frialdad del escenario que a su rival. Se supon¨ªa que el experto Can deb¨ªa gestionar los tiempos del juego pero escogi¨® el camino equivocado. El Dortmund no aprovech¨® el factor ambiental, ni el sentimiento de extra?eza de los jugadores del PSG sin su p¨²blico, ni los nervios que los atenazaban, presionados por una instituci¨®n ¡ªel Estado catar¨ª, en ¨²ltima instancia¡ª que no puede permitirse un cuarto a?o consecutivo encallada. Era, probablemente, el d¨ªa del partido m¨¢s importante de la historia del club y los futbolistas no pudieron evitar cierta rigidez en los primeros minutos. El PSG comenz¨® jugando mal. Mal porque los interiores y los extremos no se mov¨ªan coordinadamente, mal porque el bal¨®n circulaba sin velocidad, mal porque las jugadas se perd¨ªan previsiblemente en la mara?a defensiva que organizaba Hummels. Durante esos momentos de incertidumbre al equipo de Par¨ªs lo sostuvieron el riguroso Marquinhos y su escudero Kimpembe. Entre los dos enviaron a Haaland la clase de mensaje que no admit¨ªan r¨¦plica.
Haaland supo muy pronto que esta vez no le vigilaba el tembloroso Silva, de baja con dolores musculares. Estaba ante dos centrales implacables. Intent¨® revolverse un par de veces para probar la acci¨®n individual pero no lo consigui¨®. Sin la complicidad de un pasador que le asistiera a punto en sus desmarques, se vio anticipado por los centrales.
Haaland permaneci¨® aislado en medio de compa?eros sin freno, como Sancho, sin precisi¨®n, como Hazard, o sin cabeza, como Can, que acab¨® expulsado por entrar en la provocaci¨®n de Neymar. Fue cuesti¨®n de tiempo que el PSG se hiciera con el control de la situaci¨®n. Di Mar¨ªa tuvo una cuota importante de responsabilidad por su obstinaci¨®n en el ¨²ltimo cuarto de cancha. El argentino bot¨® un c¨®rner y Neymar se llev¨® la gloria anticip¨¢ndose a Achraf para cabecear a gol. La distracci¨®n perseguir¨¢ al lateral durante mucho tiempo, porque perdi¨® la marca al hombre m¨¢s letal del equipo rival y porque lo hizo en las circunstancias m¨¢s injustificables.
Si el 2-0 cerr¨® la eliminatoria, el 1-0 clasific¨® virtualmente al PSG. Por fin m¨¢s all¨¢ del anillo maldito de los octavos. Por fin, con Neymar en el papel heroico que se le supone, aunque sea de cabeza y sin levantar los pies del suelo.
Al final del partido, los jugadores del PSG se asomaron a una cornisa del estadio para festejar la victoria con los hinchas que se hab¨ªan concentrado en los alrededores del Parque de los Pr¨ªncipes, clausurado al p¨²blico por la crisis del coronavirus.