Athletic y Atl¨¦tico, dos equipos a medias
Ambos se quedan cortos en su batalla en San Mam¨¦s, marcada por el acierto de los dos metas, Unai Sim¨®n y Oblak, y los goles de Muniain y Diego Costa
Silencio, se juega. Han cambiado algunas cosas en el f¨²tbol, pero m¨¢s en el aspecto est¨¦tico que en lo sustancial, al margen de las gradas solitarias, claro. Unai Sim¨®n parece m¨¢s serio con su barba; Muniain tiene pinta de artista del Renacimiento luciendo su cabello largo. Gim¨¦nez y Carrasco se han te?ido de rubio platino, y en la distancia parecen hermanos de sangre, m¨¢s que de colores. Pero lo trascendente sigue igual: dos equipos con defensas s¨®lidas, que a veces...
Silencio, se juega. Han cambiado algunas cosas en el f¨²tbol, pero m¨¢s en el aspecto est¨¦tico que en lo sustancial, al margen de las gradas solitarias, claro. Unai Sim¨®n parece m¨¢s serio con su barba; Muniain tiene pinta de artista del Renacimiento luciendo su cabello largo. Gim¨¦nez y Carrasco se han te?ido de rubio platino, y en la distancia parecen hermanos de sangre, m¨¢s que de colores. Pero lo trascendente sigue igual: dos equipos con defensas s¨®lidas, que a veces hacen aguas, dos porteros, Oblak y Unai Sim¨®n, que salvan goles. Una manera de jugar, de Athletic y Atl¨¦tico, similar a la que empleaban cuando la normalidad no ten¨ªa adjetivos.
Media hora antes del partido, seis chavales improvisan el suyo a las puertas de San Mam¨¦s, a la vieja usanza, con los jers¨¦is como porter¨ªas. No hay nadie m¨¢s por ah¨ª, s¨®lo un par de furgonetas de la Ertzaintza para evitar aglomeraciones que no existen. La caldera est¨¢ apagada. Los metal¨²rgicos recuerdan los tiempos en los que para detener los Altos Hornos de Bizkaia se necesitaban varios d¨ªas antes de que el metal incandescente se enfriara. En la Catedral ha bastado un virus, as¨ª que, como en cualquier caldera apagada y vac¨ªa, el bal¨®n suena cl¨®n, cl¨®n, como una piedra que se arroja en cualquier recipiente met¨¢lico.
Pero hay f¨²tbol, y pese a las voces de los locutores de radio, que no pueden callar, y el cl¨®n, cl¨®n del bal¨®n, resulta interesante ver como el Athletic trata de mandar como si las gradas estuvieran llenas, y el Atl¨¦tico busca las heridas abiertas cuando su rival se muestra generoso y deja m¨¢s espacios de los que se recomiendan con Carrasco y Diego Costa pululando por la vanguardia, con Koke en el suministro.
El Athletic juega mejor con Muniain en medio, aunque se pierde algo de la eficacia de Ra¨²l Garc¨ªa, pero ante una zaga de cemento es dif¨ªcil percutir. Lo hizo, sin embargo, el equipo de Garitano en algunos momentos buenos de la primera parte, despu¨¦s de que Carrasco le diera un susto de muerte a Unai Sim¨®n, que se resbal¨® cuando el delantero belga encaraba. El disparo le sali¨® demasiado cruzado.
Luego el Athletic tom¨® las riendas, se encomend¨® las bandas con Capa y Yuri. Williams estren¨® los guantes de Oblak en un remate de cabeza que el guardameta detuvo en dos tiempos, y en el minuto 32 intercept¨® un remate de Yeray en la mejor parada de la tarde. Andaba con buen tono el equipo rojiblanco y encontr¨® el premio del gol minutos m¨¢s tarde. Agobiaba Williams por la derecha, cuando decidi¨® cambiar al otro lado por el que llegaba Yuri como una locomotora. Su centro lo empuj¨® Muniain con el interior de su pierna derecha para abrir el marcador.
Claro que al Atl¨¦tico no le suelen afectar demasiado esos asuntos, as¨ª que, como quien lava, un minuto despu¨¦s ya hab¨ªa equilibrado otra vez el marcador, apagando el estruendo de los cohetes que sonaban fuera del campo. Fue Diego Costa quien se plant¨® ante Unai Sim¨®n despu¨¦s de recibir una asistencia clarividente de Koke.
No falt¨® intensidad, desde luego. Nadie regal¨® nada al rival, tampoco en la segunda parte, cuando en apariencia, las fuerzas ten¨ªan que estar m¨¢s mermadas. Por eso, tal vez, Simeone realiz¨® tres cambios de golpe, mientras Garitano optaba por dos sustituciones, las cinco a la vez. El Atl¨¦tico perdi¨® profundidad sin Diego Costa, y al Athletic le empez¨® a fallar la intensidad cuando Yuri, el mejor en el bando bilba¨ªno, dijo basta despu¨¦s de un calambre en la pierna izquierda.
El partido se durmi¨® a la hora de la siesta. S¨®lo Arias despert¨® a los recogepelotas en el minuto 79 con un remate que Unai Sim¨®n rechaz¨® junto al palo con la rodilla. Agotados, los futbolistas se fajaron hasta el final, con la pelota haciendo cl¨®n, cl¨®n, cada vez que golpeaba en las paredes de la caldera vac¨ªa. Un punto para cada equipo, algo es algo. Cuando San Mam¨¦s se vaci¨®, que no era complicado, los chavales del partido alternativo ya se hab¨ªan ido a casa a ver el que se jugaba ah¨ª al lado.