La tragedia de los ¡®Busby Babes¡¯
Un accidente a¨¦reo deshizo al United de Duncan Edwards, el equipo m¨¢s legendario de la Gran Breta?a de posguerra , cuando volv¨ªa de jugar los octavos de final de la Copa de Europa del 58
Cuando el veloc¨ªmetro cay¨® de 217 a 194 kil¨®metros por hora, el capit¨¢n Kenneth Ken Rayment, acreditado as de la fuerza a¨¦rea brit¨¢nica durante la Segunda Guerra Mundial, se dirigi¨® al piloto James Thain, su compa?ero en la cabina del Airspeed Ambassador, y emiti¨® una sentencia inapelable: ¡°No lo conseguiremos¡±. Frenado por una gruesa capa de nieve, el avi¨®n hab¨ªa recorrido los dos kil¨®metros de pista sin poder alcanzar el impulso necesario para el despegue. Despu¨¦s de traspasar una valla, se estrell¨® contra un ¨¢rbol, una casa y un cobertizo que guardaba una camioneta cargada de combus...
Cuando el veloc¨ªmetro cay¨® de 217 a 194 kil¨®metros por hora, el capit¨¢n Kenneth Ken Rayment, acreditado as de la fuerza a¨¦rea brit¨¢nica durante la Segunda Guerra Mundial, se dirigi¨® al piloto James Thain, su compa?ero en la cabina del Airspeed Ambassador, y emiti¨® una sentencia inapelable: ¡°No lo conseguiremos¡±. Frenado por una gruesa capa de nieve, el avi¨®n hab¨ªa recorrido los dos kil¨®metros de pista sin poder alcanzar el impulso necesario para el despegue. Despu¨¦s de traspasar una valla, se estrell¨® contra un ¨¢rbol, una casa y un cobertizo que guardaba una camioneta cargada de combustible. Al impacto sucedi¨® el incendio. El reloj marcaba las 4:04 de la tarde en el viejo aeropuerto de M¨²nich. Era el 6 de febrero de 1958.
Hasta 20 personas murieron en el acto. Siete de ellas jugadores del Manchester United que hac¨ªan escala tras disputar con ¨¦xito la vuelta de los cuartos de final de la Copa de Europa en Belgrado, contra el Estrella Roja. Les esperaba el Milan en semifinales. Estaban llamados a ser el gran obst¨¢culo del Madrid de Di St¨¦fano en la final de Bruselas.
El capit¨¢n Roger Byrne, lateral diestro de la selecci¨®n inglesa; Geoff Bent, lateral derecho suplente; Eddie Colman, extremo escurridizo apodado Cintura de Serpiente; el central Mark Jones; el interior David Pegg; el nueve Tommy Taylor, autor de 112 goles en 166 partidos; y Liam Whelan, un extremo irland¨¦s tan desequilibrante como gazmo?o, perdieron la vida antes de llegar al hospital.
Duncan Edwards tuvo la desgracia de vivir 15 d¨ªas m¨¢s. El choque le hab¨ªa reventado los ri?ones, ten¨ªa las costillas y la pelvis partidas, un pulm¨®n perforado y una fractura m¨²ltiple de la pierna derecha. Dirigi¨® sus ¨²ltimas palabras a Anne, su madre, que viaj¨® hasta M¨²nich para acompa?arle: ¡°Vamos mam¨¢, ll¨¦vame a casa que el s¨¢bado jugamos contra los Wolves y no me lo puedo perder¡±.
Ten¨ªa solo 21 a?os. Tambi¨¦n ten¨ªa el halo de los deportistas predestinados. Med¨ªa 1,80. Pero cuando pisaba el campo daba la impresi¨®n de alcanzar una estatura insuperable. Pose¨ªa el cuerpo de un peso pesado prematuro y se desplazaba con la agilidad de un gimnasta. Su coordinaci¨®n era perfecta. Manejaba ambas piernas, en los balones divididos era autoritario sin necesidad de violencia y en el salto resultaba siempre vencedor. Se desenvolv¨ªa con igual suficiencia como defensa central que como volante. Pod¨ªa ser decisivo en su ¨¢rea y en la rival. Jug¨® 18 partidos para Inglaterra y marc¨® cinco goles.
Bajo el dictado de su l¨ªder casi adolescente el Manchester gan¨® la liga en las temporada 1956/57 y 57/58, y, qui¨¦n sabe, se encaminaba al tercer t¨ªtulo consecutivo. El entusiasmo que despertaba aquel equipo entre los aficionados solo pod¨ªa explicarse en t¨¦rminos sociol¨®gicos. Formado a partir del empe?o rastreador del m¨¢nager escoc¨¦s Matt Busby, exjugador del Manchester City, el United de los Busby Babes fue el primer gran equipo constituido por futbolistas que no hab¨ªan tenido que pasar por el filtro incapacitante de la Segunda Guerra Mundial. A diferencia de sus predecesores, hombres que debieron interrumpir sus carreras para alistarse y perdieron a?os de pr¨¢ctica, en el mejor de los casos, la nueva generaci¨®n crec¨ªa sin m¨¢s carga emocional que el recuerdo cada vez m¨¢s lejano de los bombardeos de la aviaci¨®n alemana.
Ni?os como Colman, Bent o Scanlon, se hab¨ªan hecho futbolistas jugando en los terrenos bald¨ªos que quedaron tras la retirada de los escombros en Salford y Stretford, los distritos lim¨ªtrofes de Trafford Park, sede de Old Trafford y uno de los complejos industriales m¨¢s importantes de Gran Breta?a, objetivo prioritario de la Luftwaffe. Su coincidencia en un equipo plagado de estrellas emergentes desencaden¨® una empat¨ªa y un juego tan alegre como el deseo nacional de mirar al futuro con optimismo. Alentados por esa meta de felicidad com¨²n, los Busby Babes no tardaron en convertirse en el equipo m¨¢s popular de Inglaterra.
La ¨²ltima actuaci¨®n de aquel Manchester en suelo ingl¨¦s fue en Highbury, contra el Arsenal, en liga. Antes de que los equipos saltaran al campo, por la megafon¨ªa son¨® el ¨²ltimo ¨¦xito de Buddy Holly como un presagio: That¡¯ll Be the Day. Una canci¨®n de despedida. El partido fue trepidante. Acab¨® 4-5 y desde entonces pervive en la memoria colectiva de los aficionados como un acontecimiento m¨¢gico. Si los ingleses aman el f¨²tbol es porque les fascina el arrojo de jugadores que hacen lo que hicieron aquellos h¨¦roes idealizados. Terry Venables, futuro seleccionador ingl¨¦s, acudi¨® a Highbury ¨²nicamente para ver a Duncan Edwards. Est¨¢ convencido de que su desaparici¨®n, junto con la de Byrne y Taylor, priv¨® a Inglaterra de figuras que habr¨ªan transformado la historia de los Mundiales del 58, el 62 y el 66: ¡°?C¨®mo seleccionar a Bobby Moore antes que a Duncan?¡±.
Gravemente herido durante el accidente, Busby se debati¨® entre la vida y la muerte. Dos veces le dieron la extremaunci¨®n. Cuando se recobr¨®, cat¨®lico de misa diaria como era, hizo examen de conciencia y decidi¨® digerir su confesado sentimiento de culpa reconstruyendo el equipo. Se apoy¨® en Bobby Charlton, el majestuoso mediapunta de 21 a?os, que sobrevivi¨® junto con Bill Foulkes, el central, Albert Scanlon, el interior, Dennis Viollet, el goleador, y Harry Greegg, el portero.
En su obsesi¨®n por pasar p¨¢gina, Busby result¨® tan determinado como miserable. El United volvi¨® a ganar la liga en 1967 y en 1968 se convirti¨® en el primer equipo ingl¨¦s en alzar la Copa de Europa. Elevado a la categor¨ªa de club m¨¢s rico del planeta gracias, en parte, a la m¨ªstica sentimental de la tragedia ¡ªcomo dir¨ªa Harry Gregg, ¡°propaganda de mierda¡±¡ª, en 1998 la directiva de Martin Edwards todav¨ªa no hab¨ªa hecho nada por ayudar a los hijos y las esposas de los jugadores fallecidos, en algunos casos inmediatamente expulsados de las viviendas que eran propiedad del club. Tampoco ech¨® una mano a los futbolistas que, como Jhonny Berry o Jackie Blanchflower, quedaron tullidos. Sus voces y las de sus familiares resuenan en el libro The Lost Babes, de Jeff Conor.