Mbapp¨¦ no fue Bebeto
Ni el punta con m¨¢s potencial del mundo ni Neymar demostraron estar a la altura de la gran oportunidad que les ofreci¨® la pandemia para alzarse con el t¨ªtulo
Kylian Mbapp¨¦ es el jugador llamado a convertirse en la referencia del f¨²tbol mundial en la d¨¦cada que comienza. Lo han detectado las multinacionales que le patrocinan. Lo han exaltado los medios de comunicaci¨®n. El capital prospera en las empresas del jugador. Su f¨ªsico, tambi¨¦n. Cada vez es m¨¢s potente. Cada vez marca m¨¢s las diferencias por velocidad. Solo su f¨²tbol ha dejado de evolucionar. La experiencia acumulada desde 2016 no ha enriquecido su toma de decisiones. Lo supieron los hinchas del PSG seg¨²n se suced¨ªan las ocasiones clamorosas a su favor. Pasados los diez minutos, Paredes lo e...
Kylian Mbapp¨¦ es el jugador llamado a convertirse en la referencia del f¨²tbol mundial en la d¨¦cada que comienza. Lo han detectado las multinacionales que le patrocinan. Lo han exaltado los medios de comunicaci¨®n. El capital prospera en las empresas del jugador. Su f¨ªsico, tambi¨¦n. Cada vez es m¨¢s potente. Cada vez marca m¨¢s las diferencias por velocidad. Solo su f¨²tbol ha dejado de evolucionar. La experiencia acumulada desde 2016 no ha enriquecido su toma de decisiones. Lo supieron los hinchas del PSG seg¨²n se suced¨ªan las ocasiones clamorosas a su favor. Pasados los diez minutos, Paredes lo encontr¨® en la banda izquierda y Mbapp¨¦ decidi¨® el mano a mano con Kimmich rematando al mu?eco. Procur¨® ajustar el tiro al segundo palo, el palo que protegen por ley los porteros y los defensas. Estrell¨® la pelota en Kimmich, como era de prever. Si hubiera sido Bebeto ¡ªo Neymar¡ª la habr¨ªa cruzado al primer palo, al ¨¢ngulo inesperado, bajo las piernas de su marcador. Pero Mbapp¨¦ pertenece a otro mundo. Con 21 a?os ya es una multinacional.
Pocas veces en su carrera tendr¨¢ Mbapp¨¦ mejores posibilidades de brillar que en la final de Lisboa. Las condiciones eran di¨¢fanas. Comenzando por el planteamiento de Hans-Dieter Flick, que no alter¨® un ¨¢pice la acostumbrada presi¨®n elevada del Bayern. El equipo alem¨¢n no solo despej¨® 50 metros de pradera a la espalda de sus centrales para el aprovechamiento del m¨¢s temible de los velocistas del f¨²tbol mundial. El central derecho, emparejado con Mbapp¨¦, fue el modular Boateng, lesionado y sustituido antes del descanso por S¨¹le, otro tanque. M¨¢s inflexible todav¨ªa. M¨¢s expuesto.
El panorama que se abri¨® ante el delantero fue el sue?o dorado de los anunciantes que duplican su salario. Pero las ocasiones siguieron produci¨¦ndose con los mismos efectos decepcionantes. Si los tiros al mu?eco del primer cuarto reafirmaron al Bayern, el remate que malbarat¨® en el minuto 44 ante Neuer ¡ªdesde el punto de penalti, tras un pase por error de Alaba¡ª evidenci¨® que el hombre ten¨ªa un problema.
Una pandemia que paraliz¨® todas las competiciones durante tres meses, o m¨¢s, seguida de la transformaci¨®n radical que supone la ausencia de p¨²blico en los estadios, convirti¨® a la majestuosa Champions en un fastuoso torneo de verano. Fue en este contexto alucinante en el que el PSG logr¨® por fin compensar la distensi¨®n cr¨®nica que produce en sus jugadores la Ligue 1. Super¨® as¨ª a dos rivales menores ¡ªen cuartos a un Atalanta desfondado, en el minuto 92, y en semifinales a un Leipzig con la barriga llena¡ª hasta alcanzar la primera final de su historia. M¨¢s producto de los accidentes que del impacto de sus figuras. Ni Mbapp¨¦ ni Neymar demostraron elevarse al nivel que se les presume. Los goleadores del club parisino a partir de cuartos fueron Marquinhos (2), Di Mar¨ªa (2), Chopuo (1) y Bernat (1). Eso que Thomas Tuchel denomina ¡°el grupo¡± pes¨® en la competici¨®n bastante m¨¢s que las estrellas que dan fama al proyecto.
En los incipientes conatos de crisis que agitaron al Bayern en la primera parte apareci¨® Flick para chocar pu?o contra palma pidiendo ritmo. El t¨¦cnico conoce a la perfecci¨®n el arma principal de su funcionarial equipo. Bast¨® un poco de actividad, de presi¨®n y de circulaci¨®n de pelota ¡ªbast¨® que Thiago apretara¡ª para desactivar a este PSG engrandecido sin fundamento.
Tuchel estaba virtualmente despedido cuando comenz¨® la reuni¨®n de Lisboa. Los pr¨ªncipes de Doha hab¨ªan bajado el pulgar pero, tras los pases de cuartos y semifinales, los dirigentes miraron para otro lado. Encantado de meterse en el vestuario a festejar, Nasser al Khelaifi, el presidente, se fundi¨® en un abrazo con el entrenador. As¨ª marcharon todos hacia la gloria o hacia el limbo.