Nadie responde al l¨ªder del Giro
El australiano O?Connor gana la primera etapa alpina, en la que Almeida no tiene que trabajar demasiado
Gana O?Connor, un persistente ciclista australiano de buena planta, pero pierde la emoci¨®n. As¨ª se plante¨® la primera jornada alpina del Giro, sin alternativas a un liderato fr¨¢gil en apariencia, pero al que solidifican las dudas de los rivales de Joao Almeida, inanes ante el bloqueo de la manada de lobos que rodea a la maglia rosa.
Aseguran, quienes manejan los partes meteorol¨®gicos en el Giro, que el Stelvio se podr¨¢ ascender. La televisi¨®n italiana muestra im¨¢genes de los ¨²ltimos kil¨®metros, en las que se apr...
Gana O?Connor, un persistente ciclista australiano de buena planta, pero pierde la emoci¨®n. As¨ª se plante¨® la primera jornada alpina del Giro, sin alternativas a un liderato fr¨¢gil en apariencia, pero al que solidifican las dudas de los rivales de Joao Almeida, inanes ante el bloqueo de la manada de lobos que rodea a la maglia rosa.
Aseguran, quienes manejan los partes meteorol¨®gicos en el Giro, que el Stelvio se podr¨¢ ascender. La televisi¨®n italiana muestra im¨¢genes de los ¨²ltimos kil¨®metros, en las que se aprecian sus habituales paredes de nieve, m¨¢s blancas que las de la primavera, porque las precipitaciones son recientes. Y luce el sol. Dicen que el tiempo seguir¨¢ estable. Respiran los organizadores, con los nervios a flor de piel desde que comenz¨® una carrera at¨ªpica, que s¨®lo encuentra obst¨¢culos, sanitarios y meteorol¨®gicos, e incluso se topa con la negativa del alcalde de Brian?on, en Francia, a que la carrera pase por all¨ª el viernes, camino de Sestriere, la estaci¨®n de esqu¨ª creada bajo el impulso de Benito Mussolini.
Pero si el Stelvio est¨¢ abierto, habr¨¢ que hacerse una pregunta: ?a qu¨¦ ritmo lo subir¨¢n los ciclistas? Si es el mismo que el del Bondone, donde en 1957 Charlie Gaul gan¨® con las piernas congeladas, o el de Madonna di Campiglio, en el que Mikel Landa consigui¨® su primera victoria importante en 2015, el portugu¨¦s Almeida dar¨¢ saltos mortales al llegar al hotel despu¨¦s de la etapa, porque a esa marcha, nadie le arrebatar¨¢ el jersey rosa hasta Mil¨¢n.
La primera jornada alpina fue una etapa fallida. Las vacas Rendena, con denominaci¨®n de origen, de piel oscura y buena leche para hacer el queso Spressa, han visto pasar desde sus prados caravanas m¨¢s veloces, que no en vano all¨ª, en la estaci¨®n invernal, final de etapa, se sol¨ªan desarrollar las concentraciones invernales del equipo Ferrari.
No es que los ciclistas deban alcanzar las velocidades de un F¨®rmula 1, pero s¨ª suele ser conveniente que quienes aspiran a la felicidad que da vestirse de rosa el ¨²ltimo domingo de la carrera, muestren un poco m¨¢s sus cartas y no parezcan un grupo de cicloturistas de bocadillo de tortilla y lata de cerveza en la cima. Ser¨¢ en el Stelvio, piensan, dej¨¢ndolo de nuevo para el d¨ªa siguiente, que entra en la frontera difusa que separa el ¡°queda mucha carrera¡± del ¡°las fuerzas est¨¢n muy justas¡±, pero dejan hacer al equipo del l¨ªder, mientras desaparece en el horizonte la fuga de quienes saben que, por detr¨¢s, nadie tratar¨¢ de imped¨ªrselo.
Un pasajero ardor guerrero
Marchan con quienes buscan la gloria fugaz de la victoria de etapa, cuatro ciclistas del Movistar, que no tienen piernas al final. Uno de ellos, Carretero, es espa?ol, como De la Parte y Rodr¨ªguez. Todos se quedan con las ganas cuando un australiano persistente, Ben O?Connor, que en la v¨ªspera se qued¨® a unos vatios de la gloria, aprovecha el tramo de m¨¢s dureza en la ascensi¨®n final, para repetir experiencia, esta vez en solitario, y ganar la etapa por delante de un grupo de ciclistas desperdigados, que van llegando de uno en uno.
No como el pelot¨®n principal, el del l¨ªder, que llega agrupado, al ritmo leve que marca Masnada, el ¨²ltimo pretoriano de Almeida, que no ha tenido que dar una pedalada de m¨¢s, salvo a seis kil¨®metros para la meta, cuando pareci¨®, por un instante, que las cosas podr¨ªan cambiar y el Giro se preparaba para un revolc¨®n. Se pusieron en cabeza el neerland¨¦s Kelderman y el australiano Hindley, segundo y tercero de la General, y propusieron un ritmo exigente que deshizo al Deceuninck. Atac¨® el segundo, cogi¨® unos metros; atac¨® Kelderman, despeg¨® a Almeida, pero al llegar a la altura de su compa?ero, despu¨¦s de despegar unos metros al l¨ªder, fren¨® en seco. Los dos regresaron al reba?o tras su f¨²til ardor guerrero.
As¨ª que no se sabe si queda mucho Giro y prima la cautela, o las fuerzas est¨¢n muy justas, y prevalece el cansancio, pero lo que parec¨ªa un liderato fugaz se consolida a cada etapa. Los ciclistas del top ten, salvo el l¨ªder, ah¨ª siguen, bloqueados por sus dudas.