?Ezquerra o Bartali?
En ¡®Desde lo alto se ve el mar¡¯, Julen Gabiria explora la historia del ciclismo a ra¨ªz de la disputa entre un padre y un hijo
Cuando los aficionados muy apasionados al deporte tienen hijos, se enfrentan, primero, al dilema de si transmitirles o no esa afici¨®n. ?Merece realmente la pena lo que los progenitores han pasado? Despu¨¦s, al reto de traspasarla en la direcci¨®n que se supone correcta: siempre existe el riesgo de que un hijo o una hija se hagan hinchas del eterno rival. Las ganas de romper con lo anterior jugar¨¢n siempre a favor de ese peque?o drama familiar. Y tambi¨¦n hay que contar con el factor suerte.
Un d¨ªa de 1935, Mart¨ªn Alberdi llev¨® a su hijo Rom¨¢n a ver una etapa de la Vuelta al Pa¨ªs Vasco al ...
Cuando los aficionados muy apasionados al deporte tienen hijos, se enfrentan, primero, al dilema de si transmitirles o no esa afici¨®n. ?Merece realmente la pena lo que los progenitores han pasado? Despu¨¦s, al reto de traspasarla en la direcci¨®n que se supone correcta: siempre existe el riesgo de que un hijo o una hija se hagan hinchas del eterno rival. Las ganas de romper con lo anterior jugar¨¢n siempre a favor de ese peque?o drama familiar. Y tambi¨¦n hay que contar con el factor suerte.
Un d¨ªa de 1935, Mart¨ªn Alberdi llev¨® a su hijo Rom¨¢n a ver una etapa de la Vuelta al Pa¨ªs Vasco al alto de Bidania. Lo hac¨ªa con la ilusi¨®n de que viera a Federico Ezquerra en acci¨®n y, de paso, solucionar un enfado infantil que duraba demasiado. Pero Gino Bartali, el m¨ªtico ciclista italiano, se cruz¨® en el camino. Se llev¨® tres de las cinco etapas de la ronda, la clasificaci¨®n general y la afici¨®n del peque?o Rom¨¢n, que encontr¨® un argumento perfecto para seguir castigando a su padre.
As¨ª comienza Desde lo alto se ve el mar (Libros de ruta), novela escrita por Julen Gabiria. Meses despu¨¦s de aquella etapa, lleg¨® la Guerra Civil y el exilio para Rom¨¢n, que embarca en el Habana rumbo a Francia, junto a otros 1.500 ni?os. Y, de repente, se ve pedaleando al lado de Bartali, que le ofrece un bid¨®n de agua ascendiendo el Galibier. ¡°Bebe, hombre, bebe, que te va a dar algo¡±, le dice.
Despu¨¦s, rumbo a Italia. A Ponte a Ema, en la Toscana. Para buscar al ¨ªdolo. Y, por el camino, una serie de personajes con cierto aire surrealista. Como Fray Ciccillo, que se pas¨® un a?o arrodillado en el bosque aprendiendo el idioma de los halcones, para intentar evangelizarlos despu¨¦s. O como Luca Stracci, el proyeccionista del pueblo, al que el estado condecora por programar cine italiano, pero que por la noche, a escondidas, pone pel¨ªculas americanas para un selecto grupo de parroquianos. Y todo empez¨® con una disputa entre un padre y un hijo...