A ¡®palos¡¯, Zverev reina en Madrid

?Pim, pam, pum! Bienvenidos al tenis del hoy, del ma?ana. Zambombazos por doquier, bolas a una velocidad de v¨¦rtigo, brazos desprendiendo fuego. Dos, tres, cuatro golpes, ?para qu¨¦ m¨¢s? ?para qu¨¦ pelotear? Ah¨ª est¨¢n dos jovenzuelos largos a m¨¢s no poder, de 1,98 uno y 1,96 el otro; son agresivos, rompen la bola en cada tiro y no quieren l¨ªos, as¨ª que abrevian y los juegos se suceden a un ritmo mon¨®tono, rob¨®tico, tan abrumadoramente plano que la final de Madrid se traduce en un simple cara o cruz, palo aqu¨ª y palo all¨¢, de estacazo en estacazo hasta que la ley del m¨¢s fuerte dice que esta vez el campe¨®n es Alexander Zverev: 6-7(8), 6-4 y 6-3 a Matteo Berrettini, despu¨¦s de 2h 40m de llanura. La final a tres sets m¨¢s larga del torneo, por encima del Federer-Berdych de 2012 (2h 38m).

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Es el nuevo tenis, el que ya est¨¢ aqu¨ª y ha venido para quedarse. All¨¢ quedaron la clase de Edberg, la osad¨ªa de McEnroe, el virtuosismo de Agassi. All¨¢ quedaron los valientes. Se apaga lentamente Federer, rumbo a los 40. Son los nuevos c¨¢nones: juventud, altura, palanca, potencia. La Next Gen, le llaman. Una nueva generaci¨®n monoregistro por la que, afortunadamente, se asoman algunas excepciones que se desmarcan, caso de Alcaraz, Musetti, Shapovalov. Pocos m¨¢s, pero todav¨ªa hay esperanza. En cualquier caso, ya gobierna la fuerza, el derribo, ese prototipo moderno de adolescente gigant¨®n que termina convirti¨¦ndose en una m¨¢quina de despedir pelotas.

Hay escasez de mu?eca, creatividad a cuentagotas. Tiros a 235 kil¨®metros por hora. Llueve en el exterior de la Caja M¨¢gica y atruenan los proyectiles dentro. La cubierta cerrada multiplica la sonoridad de los raquetazos y tambi¨¦n de los aplausos ¨Calrededor de 4.000 asistentes en una tarde de perfil oto?al¨C cuando ocupa su localidad VIP la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso. ¡°?Qu¨¦ est¨¢ pasando?¡±, pregunta inocente Zverev, y el ¨¢rbitro Mohamed Lahyani, al quite cuando va a proceder al sorteo inicial, le explica que es un tema de autoridades y se?ala al fondo, donde tambi¨¦n r¨ªen el alcalde, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, y el director del torneo, Feliciano L¨®pez.

¡°?Viva Ayusoooooo!¡±, se jalea desde las gradas varias veces, obligando al juez a pedir moderaci¨®n al respetable. Luego contin¨²a la acci¨®n, que consiste en un fino equilibrio de fuerzas, de trallazo a trallazo hasta que uno de los dos da un paso en falso. El primero es del alem¨¢n, que pese a remontar el tie-break del primer set, 0-5 adverso de partida, falla cuando no debe y con 8-8 comete una doble falta que premia a Berrettini. El italiano (25 a?os, 10? del mundo) apuntilla con el saque, pero en el segundo parcial resbala inoportunamente, tambi¨¦n con una doble falta (break para 5-4), y en el tercero su brazo derecho ya flaquea despu¨¦s de tanto reventar la bola y Zverev impone su jerarqu¨ªa, que por algo ya se coron¨® aqu¨ª hace tres a?os, y por algo ya suma cuatro Masters 1000 (los otros dos en Roma y Canad¨¢, 2017).

El alem¨¢n, de 24 a?os y que reniega de formar entre los j¨®venes, ya es el que m¨¢s t¨ªtulos acumula (15) de la nueva hornada, el quinto tenista en activo con m¨¢s miles por detr¨¢s de Novak Djokovic (36), Rafael Nadal (35), Roger Federer (28) y Andy Murray (14). Ahora que la vieja guardia compite cada vez m¨¢s a la carta, el segundo escal¨®n de torneos abre una jugosa veta para las alternativas, hasta hace nada impensable. Esta temporada, Hubert Hurkacz festej¨® en Miami, Stefanos Tsitsipas en Montecarlo y ¨¦l vuelve a celebrar en la Caja M¨¢gica, un territorio de tierra muy peculiar porque la pelota viaja a una velocidad superior por la altura. A palos, Sascha es el rey de Madrid otra vez.

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