Phil Mickelson, un grande a los 50 a?os
El estadounidense gana el PGA y es el vencedor de m¨¢s edad en la historia de los ¡®majors¡¯
La historia se ha reescrito. Tiger Woods cambi¨® (otra vez) los libros en abril de 2019, cuando con su Masters de Augusta victorioso resucit¨® para ganar un grande 11 a?os y un infierno despu¨¦s. Ahora, encerrado en su mansi¨®n, sin que el mundo sepa apenas de ¨¦l, m¨¢s que algunos fr¨ªos comunicados en los que nada dice de su salud, el Tigre lucha a los 45 a?os por otro milagro, por volver a jugar despu¨¦s de romperse una ...
La historia se ha reescrito. Tiger Woods cambi¨® (otra vez) los libros en abril de 2019, cuando con su Masters de Augusta victorioso resucit¨® para ganar un grande 11 a?os y un infierno despu¨¦s. Ahora, encerrado en su mansi¨®n, sin que el mundo sepa apenas de ¨¦l, m¨¢s que algunos fr¨ªos comunicados en los que nada dice de su salud, el Tigre lucha a los 45 a?os por otro milagro, por volver a jugar despu¨¦s de romperse una pierna en un terrible accidente de tr¨¢fico. No es dif¨ªcil imaginarle este domingo en el sof¨¢ o en la cama, viendo por televisi¨®n, seguramente con envidia, tambi¨¦n con felicidad, a su viejo rival, su viejo amigo, Phil Mickelson, reescribiendo tambi¨¦n ¨¦l la historia, cambiando (otra vez) los libros.
En mayo de 2021, en el campo de Kiawah Island, en Carolina del Sur, ante un p¨²blico feliz sin tener que llevar mascarillas y que graba cada golpe a trav¨¦s de sus m¨®viles, Phil Mickelson se convierte a los 50 a?os en el ganador de m¨¢s edad en la historia de los grandes del golf. Atr¨¢s para siempre queda el registro de Julius Boros y sus 48 a?os en el PGA de 1968; y el de Jack Nicklaus y sus 46 a?os en el Masters de 1986. Solo 23 d¨ªas antes de cumplir los 51, el m¨¢gico zurdo se lleva el t¨ªtulo en el Campeonato de la PGA, su sexto grande (como Nick Faldo y Lee Trevino, ya uno m¨¢s que Seve), el que se une a tres Masters (2004, 2006 y 2010), un Open Brit¨¢nico (2013) y otro PGA (2005). A la colecci¨®n sole le falta un US Open, un herida abierta en el coraz¨®n del campe¨®n, pues seis veces ha sido segundo en el torneo de su pa¨ªs. Aunque eso es cosa del pasado, y en Kiawah, un recorrido largo, azotado por el viento, de pura supervivencia, Mickelson demuestra, como dec¨ªa Miguel ?ngel Jim¨¦nez, que puede seguir ¡°pateando culos¡± a los m¨¢s j¨®venes. Entre los competidores figuran 99 de los 100 primeros en la clasificaci¨®n mundial. El suyo es el triunfo de otra generaci¨®n, de un golfista que ya est¨¢ jugando el circuito s¨¦nior, el Champions Tour, alguien a quien los chicos musculados de hoy, muchos cortados por el mismo patr¨®n, ven como un maestro, una leyenda, casi un abuelillo simp¨¢tico... hasta que el abuelillo abre la enciclopedia y les da una lecci¨®n para apuntarse su victoria n¨²mero 45 en el circuito americano. La primera se remonta a Tucson en 1991, hace 30 a?os, la mayor separaci¨®n entre un triunfo y otro en la historia del golf. Son cuatro d¨¦cadas en la cumbre.
La ¨²ltima jornada del PGA fue una emocionante monta?a rusa que Mickelson, que part¨ªa con un golpe de ventaja sobre Brooks Koepka (31 a?os, cuatro grandes), cerr¨® con seis bajo par, dos de renta sobre su directo rival y sobre Louis Oosthuizen. Jon Rahm termi¨® octavo con -1 en total, -4 en el d¨ªa, su mejor jornada (rondas de 72, 75, 72 y 68). Otro puesto de honor para el de Barrika. En la mochila lleva siete top ten en los grandes, dos este curso tras ser quinto en el Masters. ¡°Pero me mosquea que estoy ah¨ª pero viniendo desde atr¨¢s, remontando. Tengo ganas de estar arriba porque s¨¦ lo que puedo hacer¡±, explic¨® Rahm.
El inicio no puede ser m¨¢s salvaje. En el hoyo uno, birdie de Koepka y bogey de Mickelson. En el hoyo dos, birdie de Mickelson y doble bogey de Koepka. En el hoyo tres, par fall¨®n de Koepka y bogey de Mickelson... Una locura, la clasificaci¨®n sube y baja. Los aficionados encantados, claro, ya hist¨¦ricos con ese golpe que el gran Phil emboca desde la arena en el hoyo cinco para comenzar a poner algo de distancia con Koepka y con Oosthuizen. Tambi¨¦n se relam¨ªan, c¨®mo no, patrocinadores y operadores de televisi¨®n, felices por fin de tener un gran espect¨¢culo, ahora que Tiger es un h¨¦roe ca¨ªdo. Y no hay mejor reclamo que Mickelson, el jugador al que todos quieren, el que no para de firmar aut¨®grafos y hacerse fotos, el que despu¨¦s de ese golpazo del hoyo cinco regala su bola a un aficionado. M¨¢s locura. Mucho tiempo ha competido el zurdo con Tiger en el campo. El duelo es evidente qui¨¦n lo decant¨®. Pero en el coraz¨®n de la gente, el n¨²mero uno es Phil.
Mickelson fue quien apadrin¨® a Jon Rahm cuando el vasco era un diamante en bruto, un amateur universitario que quer¨ªa comerse el mundo, y ya el estadounidense le dijo que ser¨ªa de los mejores. Juntos entrenaron, se jugaron unos d¨®lares (cuando Rahm no llevaba nada en el bolsillo y deb¨ªa ganar s¨ª o s¨ª) y bajo el manto protector del veterano despeg¨® el joven, hoy n¨²mero tres del mundo. En esa clasificaci¨®n figuraba hasta ahora Mickelson en el puesto 115 -con su gesta ha subido al 32-, lejos de sus a?os de gloria, aunque al menos le quedaba magia en la cartuchera. Contra el paso del tiempo, espoleado por su amor por el deporte (como Jim¨¦nez, como Olazabal, sus colegas en el circuito s¨¦nior), Mickelson redobl¨® su cuidado (baj¨® siete kilos hace un par de a?os con una dieta mezcla de agua y caf¨¦ con prote¨ªnas), ha adaptado el material para ganar distancia y seguir la estela de los pegadores (en el 16 peg¨® este domingo un bombazo de 366 yardas, el m¨¢s largo en ese hoyo entre todos los participantes en el torneo) y hasta utiliza el pol¨¦mico l¨¢ser para medir las distancias junto a su caddie, su hermano Tim, que fue entrenador de Rahm. El talento nunca ha desaparecido de sus dedos. Ni el compromiso. Pocos jugadores tan agradecidos de ver hay en un campo de golf. Mickelson es un espect¨¢culo impredecible, para bien o para mal de sus intereses, para gozo del espectador de campo o de televisi¨®n. Por juego y carisma, el zurdo es garant¨ªa de diversi¨®n, una bendici¨®n en una ¨¦poca de golfistas fotocopiados. No hay otro como Mickelson.
Hace 12 a?os, Tom Watson estuvo a un cent¨ªmetro de la gloria eterna. Con 59 a?os, perdi¨® el Open Brit¨¢nico de Turnberry en el ¨²ltimo hoyo ante Stewart Cink, el ganador del que nadie se acuerda. Al veterano le pudo entonces la presi¨®n. Este domingo, cuando entraba en el hoyo 18, con el trofeo Wanamaker esper¨¢ndole al final del hoyo, el viejo Mickelson escond¨ªa sus emociones detr¨¢s de unas gafas de sol, la cara roja, mascando chicle como si nada. La tensi¨®n iba por dentro. Sab¨ªa que estaba a las puertas de la historia, de un r¨¦cord que es dif¨ªcil que sea batido (muy pocos jugadores hay tan competitivos a esa edad, y hoy no parece que las actuales generaciones vayan a llegar al medio siglo con tantas ganas de marcha). Bajo su corpach¨®n, templ¨® el pulso y abroch¨® el t¨ªtulo en medio de una multitud que gritaba ?Phil, Phil, Phil! Hasta le cost¨® poder entrar en el green, rodeado por la muchedumbre descontrolada. En medio de una algarab¨ªa m¨¢s propia de un partido de f¨²tbol (o de Tiger Woods en escena), Mickelson pate¨® a la gloria. ¡°Verdaderamente inspirador¡±, le felicit¨® Tiger a trav¨¦s de las redes, seguramente m¨¢s animado a volver viendo triunfar a los 50 a su compa?ero de batallas. ¡°Es incre¨ªble, incre¨ªble, tiene el entusiasmo de un ni?o, el mismo que tengo yo¡±, le elogi¨® Rahm.
Incombustible, eterno, ¨²nico Phil Mickelson.
Clasificaci¨®n completa del Campeonato de la PGA.
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