El culebr¨®n Mbapp¨¦: ay, dios m¨ªo
Firmar ahora a Mbapp¨¦ habr¨ªa echado por tierra el anhelo de una parte de la afici¨®n que solo aspira a so?ar, jam¨¢s a despertarse, y por eso sale Florentino P¨¦rez reforzado
El culebr¨®n Kylian Mbapp¨¦ nos ha dejado algunos de los momentos m¨¢s surrealistas de la televisi¨®n en los ¨²ltimos tiempos, como ese en el que Paco Buyo nos explicaba los entresijos de la cultura ¨¢rabe con la consistencia l¨ªquida de una tortilla de Betanzos, que para algo es su tierra. Sin los impedimentos de aquella visera que lo inmortaliz¨® en Tenerife cediendo un gol a cambio de evitar un c¨®rner, al ahora tertuliano se le intuyen algunos de los rasgos que hicieron de ...
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El culebr¨®n Kylian Mbapp¨¦ nos ha dejado algunos de los momentos m¨¢s surrealistas de la televisi¨®n en los ¨²ltimos tiempos, como ese en el que Paco Buyo nos explicaba los entresijos de la cultura ¨¢rabe con la consistencia l¨ªquida de una tortilla de Betanzos, que para algo es su tierra. Sin los impedimentos de aquella visera que lo inmortaliz¨® en Tenerife cediendo un gol a cambio de evitar un c¨®rner, al ahora tertuliano se le intuyen algunos de los rasgos que hicieron de Manuel Fraga Iribarne un pol¨ªtico casi imbatible en Galicia e indescifrable para el resto de Espa?a, incluyendo una deformaci¨®n artesana del discurso por la que uno cree entender lo que est¨¢ escuchando, pero prefiere pensar que no se dijo lo que s¨ª se ha dicho: nadie mejor que ¨¦l para ilustrar una enso?aci¨®n cimentada en el desenfreno informativo, por llamarlo de alguna manera y sin necesidad de insultar a la propaganda.
Todo fue un gran acto de fe, como creer que la paz se instalar¨¢ en el mundo por el mero hecho de estrechar unas cuantas manos durante el funeral de un primo segundo. Se nos pidi¨® creer y cre¨ªmos, en algunos casos con reservas, pero con el entusiasmo de lo nuevo por bandera y la convicci¨®n de que los grandes futbolistas siempre juegan donde quieren y, a menudo, donde m¨¢s les pagan. Cumpli¨® con creces el madridismo, nada se le puede reprochar. Y cumplieron millones de aficionados a otros equipos que optaron por colocarse la venda sin mediar ninguna herida, actitud muy valorada tanto en las redes sociales como en algunos boxes de crossfit. Nos hab¨ªamos preparado para el desembarco del franc¨¦s en Chamart¨ªn y fue entonces cuando apareci¨® el nombre de Eduardo Camavinga: la en¨¦sima jugada maestra de un presidente-estado que nunca pierde.
Firmar ahora a Mbapp¨¦ habr¨ªa echado por tierra el anhelo de una parte de la afici¨®n que solo aspira a so?ar, jam¨¢s a despertarse, y por eso sale Florentino P¨¦rez reforzado una vez m¨¢s de todo este entuerto: hizo cuanto se le ped¨ªa sin necesidad de hacer nada, si acaso mostrar la cartera y el blas¨®n del le¨®n para que todo el mundo sepa que el Real Madrid siempre paga sus deudas, como los Lannister. Adem¨¢s, se ahorra unos cuantos millones de euros, aunque para las cuentas del Real Madrid podr¨ªa resultar m¨¢s goloso el pago de un gran traspaso ahora que compensar una futura carta de libertad con monstruosas primas de fichaje imposibles de amortizar. Pero volvamos a lo prosaico, a esos momentos indescriptibles que cada noche se colaban en nuestro sal¨®n a trav¨¦s de las pantallas de televisi¨®n.
En 1992, Fidel Castro acudi¨® a la Exposici¨®n Universal de Sevilla para celebrar el d¨ªa de Iberoam¨¦rica. Llovieron las buenas palabras y para agradecer las que le dedic¨® el entonces jefe del Estado espa?ol, Fidel dir¨ªa aquello tan sonado de ¡°me declaro realista¡±. Rieron todos y Felipe Gonz¨¢lez sigui¨® la broma advirtiendo a Fidel que se le echaban encima las pr¨®ximas elecciones. ¡°Nombre un primer ministro¡±, cuentan que fue la aportaci¨®n de Carlos Menem mientras el entonces presidente de Costa Rica, Rafael Calder¨®n, se apuntaba al roaster proponiendo al dictador que se autoproclamase rey de Cuba y, despu¨¦s, convocara elecciones. Atronaron las carcajadas y fue ah¨ª cuando una c¨¢mara de TVE capt¨® a Violeta Chamorro, presidenta de Nicaragua, mostrando su bochorno con un escueto ¡°ay, dios m¨ªo¡±: es lo mismo que pienso yo cada vez que veo ¡®fraguear¡¯ a Paco Buyo sobre sus experiencias con los catar¨ªes.
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