La multitud ve jugar a Jon Rahm, pero no jugar bien
Casi 12.000 personas acuden al Open de Espa?a atra¨ªdas por el gancho del vasco, a seis golpes del l¨ªder, Rafa Cabrera Bello
¡°?P¨®nganse las mascarillas! ?M¨®viles en silencio!¡±. Un hombre con bigote anuncia la llegada de la marabunta. Se acerca el partido de Jon Rahm. El hombre con bigote se desga?ita. Trabaja en la organizaci¨®n del Open de Espa?a de golf. ¡°?Los m¨®viles en silencio! ?Que en algunos se escucha el ruido cuando se hace una foto! ?Silencio, por favor!¡±. Para gritar, el hombre se baja la mascarilla. Como si fuera el director de una orqu...
¡°?P¨®nganse las mascarillas! ?M¨®viles en silencio!¡±. Un hombre con bigote anuncia la llegada de la marabunta. Se acerca el partido de Jon Rahm. El hombre con bigote se desga?ita. Trabaja en la organizaci¨®n del Open de Espa?a de golf. ¡°?Los m¨®viles en silencio! ?Que en algunos se escucha el ruido cuando se hace una foto! ?Silencio, por favor!¡±. Para gritar, el hombre se baja la mascarilla. Como si fuera el director de una orquesta, se dirige a un p¨²blico que se amontona alrededor del green, aunque en lugar de animar su energ¨ªa est¨¢ concentrada en que los seguidores parezcan estatuas. Luego vuelve a cubrirse la boca y repite las instrucciones unos metros m¨¢s a la derecha. La escena sucede en el hoyo dos del Club de Campo Villa de Madrid, y se repite en los otros 17 del recorrido. Algunos aficionados han aguantado una hora al sol del mediod¨ªa para ver de cerca al n¨²mero uno del mundo. El segundo golpe de Rahm le deja una opci¨®n lejana de birdie. Patea. Se queda corto. Par. La marabunta se mueve. Se desplaza por el campo como un ¨²nico cuerpo. El hoyo dos queda desierto. El tres ya est¨¢ imposible. Mejor acortar al cuarto, par cinco.
Tercera jornada del Open de Espa?a, el d¨ªa con mejor registro de afluencia hasta ahora: 11.929 personas, despu¨¦s de las 8.542 del jueves y las 9.765 del viernes. La mayor¨ªa sigue cada movimiento de Rahm, que el d¨ªa anterior se ha quejado del ruido de los tel¨¦fonos (fotograf¨ªas, mensajes y hasta llamadas) mientras golpea. Esta vez la situaci¨®n ha mejorado. ¡°S¨ª, mucho mejor. Hemos tenido m¨¢s voluntarios y se ha notado. Es poco a poco ir aprendiendo. Para muchos es el primer torneo e igual no se dan cuenta, pero desde dentro del c¨¦sped se oye mucho. El p¨²blico se nota¡±, explica el vasco.
Los aficionados ven cumplido el primero de sus deseos: ver jugar a Jon Rahm. No el segundo, verle jugar bien. Esta vez el chaval de Barrika no sale al campo con el traje de mejor jugador del mundo. La inspiraci¨®n se ha quedado en la taquilla. Despu¨¦s del imperial -8 del jueves, del -4 el viernes, Rahm firma uno sobre el par en el d¨ªa despu¨¦s de cuatro birdies, tres bogeys y un doble bogey (hoyo cinco, par cuatro), y con -11 es noveno en la clasificaci¨®n a seis golpes del l¨ªder, el canario Rafa Cabrera Bello (-17).
A Rahm desde luego no le sale nada. Muy desafinado desde la salida, con un swing irreconocible, sin rastro de su pulso firme en el juego corto. ¡°Todo lo que pod¨ªa ir mal ha ido mal, no ha sido mi mejor d¨ªa, hay que reconocerlo. Ahora tengo que esperar que ma?ana [este domingo] empiece mejor para darme una oportunidad. Har¨¦ lo que hay que hacer. Lo principal es que tendr¨¦ que hacerlo muy bien, como en la primera jornada, para darme opciones. Es una pena que haya jugado tan mal, pero en el golf siempre hay otra oportunidad¡±, admiti¨® el defensor del t¨ªtulo, que ve alejarse la opci¨®n de igualar los tres laureles en el campeonato nacional de Seve Ballesteros.
Al vasco ni siquiera le alegraron los nueve segundos hoyos, en los que vol¨® en la primera ronda. Bogeys en el 11 y el 12, en el 13 patea desde fuera de green y la bola pasa por encima del hoyo, en el 14 no puede repetir los eagles de los d¨ªas anteriores, y no descuenta nada en su rinc¨®n favorito del campo, el par tres del 17.
Cuando acaba y saluda a la grada, Rahm est¨¢ a seis golpes de Rafa Cabrera, precisamente el segundo del Open en la ¨²ltima edici¨®n en 2019. No pasa ahora por su mejor momento el canario, que ha perdido la tarjeta del circuito americano, pero este s¨¢bado brill¨® con luz propia (mientras muchos miraban a Rahm), con siete birdies, unidos a los seis del viernes. ¡°Echaba de menos estar en la pomada. He confiado en m¨ª mismo y estoy disfrutando. El cari?o de este p¨²blico me ayuda¡±, dijo Cabrera.
Mesas privadas por 15.000 euros
El gran reto del golf en Espa?a contin¨²a siendo el de despojarse de esa etiqueta de deporte caro y elitista que durante tanto tiempo le ha acompa?ado. El impulso de proyectos para llevar el juego a las escuelas, por ejemplo, intenta abrir una rendija en ese camino.
¡°El fen¨®meno Rahm nos debe servir para llevar el golf a la gente joven¡±, explica el presidente federativo, Gonzaga Escauriaza; ¡°adem¨¢s, hay que buscar la f¨®rmula de tener instalaciones peque?as, hoyos cortos, dentro de la ciudad, para hacer m¨¢s accesible el golf a todos¡±.
Frente a esa realidad, la otra. El golf sigue asociado a cierto lujo, y tambi¨¦n en el Club de Campo Villa de Madrid puede verse esa doble capa. Como en el hoyo 18. Junto al green, unos aficionados ven los ¨²ltimos golpes de los jugadores desde unos palcos privados. En total, son 105 mesas a la venta, para seis personas cada una, desayuno y comida incluidos. Por los cuatro d¨ªas del torneo, el precio de cada una es de 15.000 euros m¨¢s IVA.
Clasificaci¨®n del Open de Espa?a.
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