El Atl¨¦tico no deja de creer
El conjunto rojiblanco, pese al mal juego inicial, tira de ¨¦pica y logra la clasificaci¨®n para octavos al golear al Oporto en un partido bronco y con dos expulsados (1-3)
Con todo en contra, con una primera parte que no invitaba a la esperanza, el Atl¨¦tico termin¨® por firmar una noche bronca y ¨¦pica en Oporto. Dos expulsiones, primero la de Carrasco y al poco la de Wendell, y las consiguientes batallas macarr¨®nicas entre los banquillos marcaron la alta temperatura a la que se jug¨® el partido. Las carreras de Simeone celebrando los goles de Griezmann, Correa y De Paul y su integraci¨®n en el corro que hicieron sus futbolistas cuando el ¨¢rbitro se?al¨® el final del encuentro describieron el ...
Con todo en contra, con una primera parte que no invitaba a la esperanza, el Atl¨¦tico termin¨® por firmar una noche bronca y ¨¦pica en Oporto. Dos expulsiones, primero la de Carrasco y al poco la de Wendell, y las consiguientes batallas macarr¨®nicas entre los banquillos marcaron la alta temperatura a la que se jug¨® el partido. Las carreras de Simeone celebrando los goles de Griezmann, Correa y De Paul y su integraci¨®n en el corro que hicieron sus futbolistas cuando el ¨¢rbitro se?al¨® el final del encuentro describieron el alivio del preparador argentino por la clasificaci¨®n para octavos despu¨¦s, adem¨¢s, del 1-2 del Liverpool en San Siro ante el Milan. Adalid del dicho ¡°siempre hay que creer¡±, Simeone ha conseguido que en el caso de su Atl¨¦tico se pueda decir: ¡°Siempre hay que creer, aunque se juegue mal¡±. Porque hasta que Griezmann marc¨®, el Atl¨¦tico estaba fuera por f¨²tbol y falta de ambici¨®n.
Simeone escogi¨® un once el¨¢stico que le permitiera mutar de pelaje jugando con la opci¨®n de Vrsaljko de lateral o como tercer central para darle las piernas y los pulmones de Marcos Llorente al centro del campo o a la defensa seg¨²n marchara el encuentro. De arranque, el internacional espa?ol se ocup¨® del carril. El remiendo de Kondogbia en el centro de la zaga estaba cantado ante las bajas de Savic, Gim¨¦nez y Felipe. Con ese pelaje, el Atl¨¦tico despach¨® un primer tiempo infame para lo que le exig¨ªa la cita, ganar con la mayor diferencia de goles posible. Acongojado, el tembleque en las botas de sus futbolistas lo describ¨ªan las p¨¦rdidas a granel. Lo mismo le suced¨ªa al Oporto, entregado a lo que se inventara Luis D¨ªaz en el costado izquierdo. Hab¨ªa m¨¢s tralla que finura en el campo. Mucho choque, mucho voltaje y mucha pierna dura. El alto ritmo le pas¨® factura a la musculatura de Luis Su¨¢rez, que tuvo que ser reemplazado por Cunha a los 13 minutos.
Una aventura de Carrasco sentando a tres defensas para ganar la l¨ªnea de fondo fue la ¨²nica acci¨®n a la altura de las necesidades del Atl¨¦tico. El centro atr¨¢s del belga lo toc¨® con la espuela Lemar, a Griezmann le falt¨® medio dedo para llegar al despeje y el meta luso tap¨® el esquinado intento de Marcos Llorente. Esa fue la ¨²ltima muesca ofensiva del equipo de Simeone. A partir de ah¨ª se hundi¨® en su campo, sometido por el juego directo y la mayor fogosidad de los futbolistas del Oporto para reba?ar las segundas jugadas.
Adue?ado del partido, el equipo de Sergio Concei?ao se encontr¨® con Jan Oblak, dispuesto a mantener la esperanza de los suyos. Su primera parada salvadora fue a un disparo a bocajarro de Evanilson. Llorente impidi¨® que Taremi remachara sobre la l¨ªnea de gol estir¨¢ndose como un hombre de goma. Ya hab¨ªa marcado el Milan en San Siro y el Atl¨¦tico no parec¨ªa enterarse. Grujic, al que la defensa atl¨¦tica abri¨® un pasillo incomprensible, dispar¨® al cuerpo de Oblak desde la frontal del ¨¢rea cuando ten¨ªa los flancos libres. Ni siquiera el empate del Liverpool, jaleado por la ruidosa hinchada portista, espole¨® a los futbolistas de Simeone. El Atl¨¦tico se fue vivo al intermedio y eso era bastante para lo que hab¨ªa padecido y lo poco que hab¨ªa mostrado.
Envalentonado, el Oporto se arranc¨® m¨¢s bravo a¨²n en el segundo tiempo. Sali¨® dispuesto a certificar la clasificaci¨®n, pero volvi¨® a encontrarse con la mala punter¨ªa de Taremi, que chut¨® alto un remate franco en el v¨¦rtice del ¨¢rea peque?a de Oblak. El esloveno le sac¨® al poco el intento del iran¨ª de batirle con el paso cambiado. La pierna derecha de Oblak impidi¨® el tanto en una acci¨®n m¨¢s propia de un portero de futbol sala. La valent¨ªa del Oporto empez¨® a ser minada con una carrera de Marcos Llorente y un centro que Griezmann no lleg¨® a dirigir bien. Una buena combinaci¨®n de derecha a izquierda, agilizada por Koke y Carrasco, termin¨® en un saque de esquina en el lado opuesto. Lo enguant¨® Lemar, lo pein¨® mal Taremi y la pelota le cay¨® a Griezmann, solo en el segundo palo. El franc¨¦s y el Atl¨¦tico se encontraron con un gol que dio paso a las broncas.
Carrasco perdi¨® los nervios con Otavio en un bal¨®n que hab¨ªa salido de banda. El belga respondi¨® a los empujones agarrando por la cabeza a su contendiente a un metro del colegiado, el franc¨¦s Turpin. Este mostr¨® la cartulina roja a Carrasco de inmediato. Le tocaba sufrir al Atl¨¦tico, condenado a jugar en inferioridad. Hasta que Cunha tir¨® de sabidur¨ªa canchera al exagerar un presunto codazo de Wendell junto al banquillo rojiblanco. Turpin tambi¨¦n mostr¨® la roja al ingenuo jugador del Oporto. Los barullos, los empujones y los aires macarr¨®nicos destaparon la alta tensi¨®n que se viv¨ªa.
Diez contra diez, el Atl¨¦tico ya fue mejor. Ejecut¨® al Oporto con dos contras de libro. La primera ejecutada por Correa y la segunda rematada a un metro de la l¨ªnea de gol por De Paul. El penalti que transform¨® Sergio Oliveira cerr¨® el partido y certific¨® la clasificaci¨®n de los rojiblancos.
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