Nadal sufre a Cer¨²ndolo en su vuelta a Londres
El espa?ol pasa un mal rato en el estreno (6-4, 6-3, 3-6 y 6-4) e iguala a Navratilova como el cuarto con m¨¢s triunfos (306) en los grandes, antes del cruce con Berankis
Game, set and match. Nadal. Hac¨ªa 1.084 d¨ªas que no se escuchaba la cancioncilla en La Catedral, dos d¨ªas menos desde que el espa?ol ¨C6-4, 6-3, 3-6 y 6-4 (en 3h 33m) a Francisco Cer¨²ndolo y citado el jueves con Ricardas Berankis¨C no desfilaba sobre el tapiz aterciopelado de la central de Wimbledon, por la que pasan los a?os, ya 100, pero que no pierde un ¨¢pice de encanto. Al contrario. Es un canto a la belleza, la reivindicaci¨®n de la arruga. Alguna que otra se le dibuja tambi¨¦n al mallorqu¨ªn, 36 en el DNI, y al que al igual que a esta pista tan cl¨¢sica, tan pura y tan seductora, tan au...
Game, set and match. Nadal. Hac¨ªa 1.084 d¨ªas que no se escuchaba la cancioncilla en La Catedral, dos d¨ªas menos desde que el espa?ol ¨C6-4, 6-3, 3-6 y 6-4 (en 3h 33m) a Francisco Cer¨²ndolo y citado el jueves con Ricardas Berankis¨C no desfilaba sobre el tapiz aterciopelado de la central de Wimbledon, por la que pasan los a?os, ya 100, pero que no pierde un ¨¢pice de encanto. Al contrario. Es un canto a la belleza, la reivindicaci¨®n de la arruga. Alguna que otra se le dibuja tambi¨¦n al mallorqu¨ªn, 36 en el DNI, y al que al igual que a esta pista tan cl¨¢sica, tan pura y tan seductora, tan aut¨¦ntica, el paso del tiempo le sienta de f¨¢bula (pie aparte, h¨¢blese de juego) y enriquece su tenis. Hac¨ªa tres a?os que el mallorqu¨ªn no peloteaba sobre la hierba y hablaba estos d¨ªas de recuperar la memoria. En ello est¨¢.
¡±Dif¨ªcil, s¨ª, pero era algo esperado porque llevaba tres a?os sin jugar aqu¨ª, y ¨¦l ha jugado muy bien. Me ha presionado mucho y no sab¨ªa que ten¨ªa tan buen rev¨¦s. Pero estoy seguro de que esto va ayudarme¡±, dice; ¡°en el momento m¨¢s cr¨ªtico elev¨¦ el nivel y me he podido mover sin limitaci¨®n, que eso es mucho m¨¢s importante que cualquier triunfo. Cada d¨ªa que sobreviva, m¨¢s oportunidades tendr¨¦ de mejorar¡±.
Sopla el viento, hace fresquito y enfrente hay un argentino de Buenos Aires que le plantea un envite con may¨²sculas. Para Nadal, jugar al tenis, sea donde sea y pise donde pise, es algo as¨ª como andar en bicicleta. Dos exhibiciones, un par de semanas de entrenamientos y esta puesta de largo han sido suficientes para volver a las enso?aciones y al qu¨¦ puede pasar. Tambi¨¦n, para constatar que la hierba es un territorio sin piedad. Una jungla. Da fe de ello Cer¨²ndolo, un guerrillero (41? del mundo) que intenta buscarle las vueltas por aqu¨ª y por all¨¢, y que durante algo m¨¢s de una hora impone la rebeli¨®n; reducido al final, pero se lleva el m¨¦rito de haberle hecho pasar un mal rato. Tiene el estreno una dosis de sufrimiento y de tensi¨®n.
No obstante, Nadal pedalea, encuentra el equilibrio y poco a poco va recordando, adaptando e interiorizando: flexi¨®n, bote, cortado, distancia, control, saque, timing. El peliagudo registro verde, tan dif¨ªcil de procesar y de plasmar. Hay un rugido liberador como cierre, vencido el desasosiego. Al final, el balear desenreda y progresa, pero la advertencia llega pronto. Desde el primer d¨ªa.
Resbal¨®n, nudo y reacci¨®n
Al acceder a la pista, Nadal hace un repaso panor¨¢mico y observa la maravillosa conjunci¨®n del verde, el p¨²rpura y el blanco, todas esas cabecitas apelotonadas en la grada ¨Cni mucho ni poco, el espacio ideal entre asiento y asiento¨C y esa estampa de toda la vida que deja en pa?os menores a las modernas interpretaciones de Melbourne Par¨ªs o Nueva York. Larga vida a lo vintage. De alguna forma, ¨¦l tambi¨¦n lo es, porque a su edad no solo sigue en la brecha, sino que marca el paso y concentra casi toda la atenci¨®n por m¨¢s que Novak Djokovic posea seis t¨ªtulos de Londres y no pierda un partido aqu¨ª desde 2017. El serbio es, porque as¨ª lo dice la fr¨ªa estad¨ªstica, el hombre a batir, pero en t¨¦rminos de inercia y de presente, Nadal gobierna el tenis.
Frente a Cer¨²ndolo, buen tenista de pegada aparentemente liviana, el mallorqu¨ªn rebobina, recupera las herramientas y aplica. Pero tiene que sudar lo suyo. Se resume la historia en ese grito final, con 41 errores y 23 ganadores; cuatro veces cede el servicio. Hay un resbal¨®n y luego el nudo, cuando el bonaerense lleva a buen puerto su arrebato y le ara?a el tercer parcial, y aprieta con valent¨ªa (3-1, 4-2 abajo¡) al inicio del cuarto. Tacha l¨®gica. Sobre el tapete de Wimbledon nadie regala nada y los sustos son frecuentes. Hombre de extraordinaria memoria ¨Ccapaz de reconstruir el partido punto a punto, si hace falta¨C, Nadal retoma el cat¨¢logo, se corrige y sigue desafi¨¢ndose a s¨ª mismo y a la historia.
Dice el triunfo, 306? en un Grand Slam, que ya es el cuarto tenista que m¨¢s victorias suma en un gran escenario junto a la legendaria Martina Navratilova. Dice esta aparici¨®n que son ya 15 las participaciones en el major brit¨¢nico. Y dicen los 36 a?os y 37 d¨ªas de la actualidad que el espa?ol aspira a convertirse en el jugador m¨¢s veterano en la Era Abierta (a partir de 1968) que conquista Wimbledon; lo hizo Roger Federer con 35 en 2017, pero el suizo lamenta ahora desde el sof¨¢.
Dicta y ordena Nadal hoy d¨ªa, en esta versi¨®n a?eja y con este chasis diferente. Cuerpo treinta?ero y castigado, m¨¢s anchote y menos gr¨¢cil, dirige ahora desde la sabidur¨ªa, sin la necesidad de ese revoloteo permanente con el que engarz¨® los t¨ªtulos de 2008 y 2010. Son nueve los grandes que ha elevado desde que alcanzara la treintena, uno por encima de Djokovic, m¨¢s que nadie. Y pretende seguir los pasos de los Crawford (1933), Budge (1938), Hoad (1956), Laver (1962 y 1969) y Nole (2021), que ganaron las tres primeras grandes citas de la temporada.
Un mundo queda para eso, seis partidos. Bien lo sabe ¨¦l, que celebra con rabia y alza los brazos: aqu¨ª estoy otra vez, Londres. Viene de donde viene y en Wimbledon, cada dentellada vale oro.
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