Enric Mas pelear¨¢ contra la desesperanza en el Tour de Francia buscando la utop¨ªa del podio a la sombra del gran duelo
Castigado por los ocho minutos que perdi¨® con el flato en el Granon, el mallorqu¨ªn, d¨¦cimo en la general, a ocho minutos del tercero, afirma que va a luchar, ¡°s¨ª o s¨ª¡±, por el tercer puesto
Tadej Pogacar esprinta en todas las etapas porque el ciclismo es b¨¢sicamente eso, esprintar. Y por la misma raz¨®n, contin¨²a, porque el ciclismo es eso, ataca en todas las cuestas, persigue todas las sombras. Y se olvida de s¨ª mismo.
En las cunetas del Granon, unos aficionados han encontrado una bolsa de avituallamiento del UAE llena de geles de glucosa no usados. La bolsa que despreci¨® Pogacar en el momento de euforia previo a la p¨¢...
Tadej Pogacar esprinta en todas las etapas porque el ciclismo es b¨¢sicamente eso, esprintar. Y por la misma raz¨®n, contin¨²a, porque el ciclismo es eso, ataca en todas las cuestas, persigue todas las sombras. Y se olvida de s¨ª mismo.
En las cunetas del Granon, unos aficionados han encontrado una bolsa de avituallamiento del UAE llena de geles de glucosa no usados. La bolsa que despreci¨® Pogacar en el momento de euforia previo a la p¨¢jara por desabastecimiento que convirti¨® el Tour en una aventura diferente. ¡°Ufff¡±, dice el esloveno en el d¨ªa de descanso, con la cara que pone un ni?o cuando le pillan en falta. ¡°Aquel d¨ªa, s¨ª, me qued¨¦ sin fuel en la ¨²ltima subida. Hab¨ªa gastado en el Galibier, donde respond¨ª a 10 ataques, cinco de Jonas, cinco de Roglic, ellos solo hicieron la mitad, y luego, s¨ª, se me vaci¨® el dep¨®sito, no lo llen¨¦ como deb¨ªa¡±.
El misterio del Granon, resuelto. ?El del Tour? Por favor¡
Al Tour le queda nada, cinco d¨ªas y Par¨ªs. Despejada ya la narraci¨®n de distracciones de relleno, la novela ya ha llegado al punto en el que se sabe que el desenlace nacer¨¢ de la confrontaci¨®n directa entre los dos protagonistas principales. Y es una novedad, casi, para una afici¨®n demasiado alimentada las ¨²ltimas d¨¦cadas, los tiempos de Indurain, Armstrong, Froome, herederos directos de los Tours de Merckx e Hinault, con pel¨ªculas en las que la trama part¨ªa siempre de un todos contra uno; las fuerzas del bien, unidas contra el tirano, que se impon¨ªa siempre, hasta que se cansaba del juego y lo dejaba.
Los viejos, viendo a Pogacar, de blanco vestido, y a Vingegaard, de amarillo, a su rueda, quieren recordar las historias de anta?o, a Anquetil, de amarillo, a Poulidor, nunca de amarillo, hombro contra hombro, paralelos, y ninguno permitiendo que la rueda del otro se adelantara ni un cent¨ªmetro, en el Puy de D?me del 64, o m¨¢s j¨®venes, en la cosecha LeMond-Fignon del 89, el norteamericano y el franc¨¦s todo un Tour intercambi¨¢ndose el maillot amarillo y separados por no m¨¢s de 53s que se quedaron en 8s el ¨²ltimo d¨ªa.
Y se frotan las manos entre p¨¢gina y p¨¢gina del libro de ruta de las tres pr¨®ximas etapas, perfiles que son tri¨¢ngulos rect¨¢ngulos con hipotenusas verticales todas de negro pintadas, el color que marca las pendientes m¨¢s elevadas. Lers, Pegu¨¨re, Val Louron, Peyragudes, Aubisque, Spandelles, Hautacam¡ Materia con la que se escriben las leyendas.
Ante la inmensidad de los Pirineos reconfortantes, los 142 segundos de diferencia entre el dan¨¦s y el esloveno son una ilusi¨®n, una frusler¨ªa que, en todo caso, dando m¨¢s dificultad al desaf¨ªo al que se enfrenta Pogacar, dar¨¢ m¨¢s valor a¨²n a su victoria, si llega. Ya no ser¨¢ el esloveno contra los jumbos organizados y controladores que en la partida de ajedrez que fue el Tour hasta los Alpes le llevaron al esloveno a una situaci¨®n en la que cualquiera de sus movimientos le condenar¨ªa. Ser¨¢ el Pogacar desatado, suspira la afici¨®n, que recuerda al esloveno de verde, un chaval de 20 a?os, haciendo temblar la Vuelta del 19 con un ataque a 50 kil¨®metros de la meta en Gredos, o al Pogacar del Gran Bornand del 21, o de las Strade Bianche del 22, que se r¨ªe del miedo, al que le resbala la presi¨®n porque se sabe por encima de todos, tocado por la gracia. ¡°Claro que me acuerdo de la Vuelta del 19, la carrera en la que m¨¢s altibajos tuve [y casi derrota a Roglic ya, acab¨® tercero y gan¨® tres etapas], y de mi ¨²ltimo ataque¡±, dice el esloveno. ¡°Y, claro que puede ser necesario un ataque as¨ª para ganar el Tour. Atacar¨¦ de lejos, atacar¨¦ de cerca, intentar¨¦ cosechar todo lo posible en todas las subidas. Conf¨ªo en que mis piernas est¨¦n bien y puedan darme los vatios que me dan siempre¡±.
Y Vingegaard, el mismo Vingegaard que se atrevi¨® a atacar al monstruo el a?o pasado en el Ventoux, y aquel d¨ªa descubri¨® que ¨¦l tambi¨¦n pod¨ªa correr sin miedo, sin mariposas en el est¨®mago, sin pasar en vela las noches importantes dejando que los gases le invadieran las tripas, estar¨¢ a la altura y sorprender¨¢ atacando.
Sue?an los aficionados. Lo saben los ciclistas. ¡°Nos esperan d¨ªas en los que viviremos los ataques con los que se divierte Pogacar. D¨ªas de espect¨¢culo para la afici¨®n, de sufrimiento para nosotros, los ciclistas¡±, dice Enric Mas, el mejor de los espa?oles, la esperanza, que tiene razones para creer en ¨¦l, pero no tiene muy claro cu¨¢l ser¨¢ su objetivo, aparte de llegar lo m¨¢s arriba posible. Habla del podio, el objetivo de salida, la utop¨ªa despu¨¦s de los ocho minutos perdidos en el Granon del hambre de Pogacar. Su mal d¨ªa tambi¨¦n. D¨¦cimo en la general, a 9m 58s de Vingegaard, a 8m 15s del podio, Geraint Thomas, a 5m 52s del quinto puesto, Nairo Quintana, el mallorqu¨ªn cree que la ¨²nica verdad es el calor. Desea que haga calor. Le gusta el calor porque toda su vida, desde ni?o, los mayores le echaban de casa despu¨¦s de comer, a la hora de la siesta, y jugaba horas y horas, recuerda, al sol de Art¨¤.
Son, desde el gal¨¦s ganador de un Tour y segundo en otro, hasta el ruso Vlasov, und¨¦cimo, nueve corredores ¡ªBardet, Gaudu, Meintjes, Yates y Pidcock, aparte de los ya citados¡ª, el universo de supervivientes a la sombra del gran duelo. Mas, contra todos, contra la desesperanza. Armado de fe, contra ciclistas ante los que no se ha mostrado superior en todo el Tour. ¡°La principal raz¨®n por la que creo en m¨ª es por todo el trabajo que hay detr¨¢s y por todo el trabajo que lleva el equipo enfocado a esta carrera. Aparte de mi trabajo personal hecho en casa, el equipo ha invertido mucho dinero en hacer concentraciones y en venir aqu¨ª. Y yo creo que esa es casi la raz¨®n que pesa m¨¢s sobre m¨ª cuando pienso en que tengo que luchar, s¨ª o s¨ª, por el podio¡±, dice Mas, de 26 a?os, quinto y sexto en sus dos Tours anteriores. ¡°Yo me centro ahora, despu¨¦s de haber pasado estos dos d¨ªas tan calurosos, en confiar en que siga haciendo este calor, que a m¨ª me encanta y a otros derretir¨¢ en estos puertos que son dur¨ªsimos, en que esto sea un horno¡±.
¡°Va a tener complicado ganar una etapa porque no le dejar¨¢n entrar en las fugas¡±, dice Eusebio Unzue, su director, quien, recordando ¡°el d¨ªa rematadamente malo¡± del Granon, lamenta que este Tour Mas haya perdido tambi¨¦n una de las caracter¨ªsticas que le hace fuerte, la regularidad. ¡°Si no, habr¨ªa estado donde pens¨¢bamos, entre los cinco primeros. Eso nos tiene que hacer reflexionar. Tenemos que ser prudentes y, a la vez, confiar en que Mas es el hombre de las terceras semanas. ?Nadie se acuerda de la etapa que gan¨® en la Vuelta del 18, en Andorra?¡±
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