Cr¨®nica de un Real Madrid-Valladolid: el f¨²tbol no puede desaparecer nunca
Estos partidos ense?an m¨¢s que muchas Champions entre pr¨®rrogas: la vida son d¨ªas en que no pasa nada pero te llevas los tres puntos a casa; la vida, en general, no es lo irrepetible sino lo olvidable
El Real Madrid jug¨® un partido important¨ªsimo este domingo: un partido sin historia, un partido sin chicha, un partido que resolvi¨® en la primera media hora sin muchos alardes; uno de esos partidos que nadie recordar¨¢ dentro de cuatro d¨ªas m¨¢s que para alguna estad¨ªstica del tipo ¡®Camavinga es el primer jugador franc¨¦s del Real Madrid que se ata los cordones en campo propio en el minuto 32 de la primera parte jugando contra el Valladolid¡¯. El Madrid jug¨® un partido sin v¨¦rtigo, sin remontada, sin emociones porque la Liga est¨¢ sentenciada, con mucho p¨²blico porque se disput¨® a la hora del f¨²tbo...
El Real Madrid jug¨® un partido important¨ªsimo este domingo: un partido sin historia, un partido sin chicha, un partido que resolvi¨® en la primera media hora sin muchos alardes; uno de esos partidos que nadie recordar¨¢ dentro de cuatro d¨ªas m¨¢s que para alguna estad¨ªstica del tipo ¡®Camavinga es el primer jugador franc¨¦s del Real Madrid que se ata los cordones en campo propio en el minuto 32 de la primera parte jugando contra el Valladolid¡¯. El Madrid jug¨® un partido sin v¨¦rtigo, sin remontada, sin emociones porque la Liga est¨¢ sentenciada, con mucho p¨²blico porque se disput¨® a la hora del f¨²tbol antiguo. Y esos partidos ense?an m¨¢s que muchas Champions entre pr¨®rrogas y locuras varias: la vida son d¨ªas en que no pasa nada pero te llevas los tres puntos a casa; la vida, en general, no es lo irrepetible sino lo olvidable.
Cada vez que mi hijo viene a Madrid le preparamos planes inolvidables, ?y qu¨¦ hace ¨¦l? Subir y bajar las escaleras mec¨¢nicas como un poseso muerto de felicidad, y estamos hablando de alguien de 16 a?os (bueno, menos, pero quedaba gracioso). ?Por qu¨¦ hace eso? Porque las emociones son muy b¨¢sicas, muy sencillas, y est¨¢n en el d¨ªa a d¨ªa, incluso en el d¨ªa a d¨ªa del diario de Nah que retrataba hace poco con incomod¨ªsimo ¨¦xito Pantomima Full sobre las personas conformistas: no eran sus vidas las del Nah sino el ¨¢nimo de sus protagonistas; con esos mimbres (piso, trabajo, vacaciones, pareja) y un par de adicciones te sale una vida escrita por James Ellroy.
Pero volvamos al Madrid, que jug¨® un partido tan intrascendente que lo olvid¨¦ en el primer p¨¢rrafo; si no llego a entrar ahora en el As y recordarlo mando el art¨ªculo a otra secci¨®n. Estos partidos no son los que recordar¨¢ un cr¨ªo dentro de 20 a?os, pero son los partidos de los que est¨¢n hechos esos 20 a?os. La gloria es otra cosa. La gloria es el PSG, el Liverpool, las finales, los cl¨¢sicos, y eso es lo que te vas a llevar toda tu vida, pero los aficionados estamos hechos de un 1-1 en casa del Betis, de un 2-0 al Celta, del 6-0 al Valladolid. Nuestra vida tambi¨¦n. Estamos hechos del camino de vuelta a casa del trabajo, de salir del cine un domingo, de desayunar en el mismo sitio y a la misma hora, del atasco a las ocho (el momento en el que Gistau dec¨ªa siempre que era feliz: cafecito al volante, radio puesta, minutos de paz); estamos hechos de todas las cosas sin importancia a las que s¨®lo se la damos cuando ya han pasado, y que casi siempre tienen que ver con el paisaje o el roce humano, eso en lo que ni se repara.
Estas tardes de f¨²tbol de Liga son acumulativas, se suceden semana a semana con excepciones felices o desgraciadas, y terminan construyendo un telar, una rutina, una peque?a galaxia gris en la que nos desenvolvemos con facilidad al mirar atr¨¢s porque no recordaremos ninguno de esos partidos en especial, pero al mismo tiempo los recordaremos todos.
?Qu¨¦ recuerdos te llevas de tu padre si ya no est¨¢, o de alguien muy querido que se ha ido o ha muerto, o de una ¨¦poca que viviste y a la que no puedes volver, como el colegio o la Universidad? Aquello que sobresali¨®, aquello incre¨ªble que a¨²n puedes relatar con pelos y se?ales, como cuando a tu padre le toc¨® el Gordo y sali¨® en las noticias, o cuando perdiste la virginidad en quinto de carrera con un chico al que le flipaban las escaleras mec¨¢nicas, o cuando estrellaste dos coches en una semana y no diste positivo en ninguna de las dos pruebas porque no eres borracho, sino desubicado. ?Pero lo echas de menos? No, porque no se pueden echar de menos hitos as¨ª, del mismo modo que yo no echo de menos el momento en el que el cuarto ¨¢rbitro sac¨® el cartel de seis minutos de a?adido contra el City y supimos todos que lo ¨ªbamos a hacer otra vez; no lo echo de menos porque no lo he olvidado. Muchas veces es lo que se olvida lo que se echa de menos. Este 6-0 sin historia, por ejemplo. Es un partido m¨¢s, algo que va directo a la hemeroteca incluso con esa cantidad de goles, y sin embargo es important¨ªsimo precisamente por eso: porque nosotros no somos m¨¢s que este partido, no digamos ya dentro de 100 a?os. No menospreciemos lo que no vamos a extra?ar.
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