El equipo que iguala y une a todos sus jugadores
El afgano Ebrahim, el marroqu¨ª Abde y el maliense Mousa son tres de los jugadores de la selecci¨®n nacional de refugiados, un proyecto impulsado por la Real Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol para facilitar la integraci¨®n en Espa?a de j¨®venes en situaciones de vulnerabilidad
?C¨®mo comunicarse en el terreno de juego cuando sobrevuelan gritos e indicaciones en m¨¢s de cinco idiomas a la vez? ?C¨®mo trenzar jugadas si al pedir un bal¨®n en marroqu¨ª puedes recibir una contestaci¨®n en ruso, o en un castellano improvisado que poco a poco se va convirtiendo en lengua compartida? ¡°A veces es dif¨ªcil hablar un idioma com¨²n, pero los futbolistas nos entendemos. Nos vale con una mirada¡±, responde Abdessamad Chanchouh, Abde, un chico marroqu¨ª de 19 a?os con el pelo rizado, sonriente y locuaz, cuyos ¨ªdolos son Jo?o Cancelo y Achraf Hakimi, carrileros como ¨¦l.
Abde es uno de los chicos y chicas de la selecci¨®n espa?ola de refugiados, un equipo sin parang¨®n formado por j¨®venes que abandonaron sus pa¨ªses a causa de conflictos o represi¨®n, o que se encuentran en situaciones de extrema fragilidad. El proyecto, impulsado por la Real Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol (RFEF) a trav¨¦s de su departamento de Igualdad, Responsabilidad Social Y Sostenibilidad y por la UEFA, naci¨® a principios de 2023 con la idea de fomentar la inclusi¨®n y la igualdad de oportunidades de personas en riesgo de exclusi¨®n social. Desde entonces, el equipo pr¨¢cticamente ha doblado el n¨²mero de participantes hasta alcanzar aproximadamente los veinte jugadores, entre los que se debe incluir un m¨ªnimo de dos mujeres.
Abdessamad
Chanchouh
19 a?os ¡¤ Marruecos
Abde creci¨® en la ciudad marroqu¨ª de Tetu¨¢n. De peque?o jugaba al f¨²tbol como portero, pero se rompi¨® la mu?eca y se reconvirti¨® en jugador de campo. Emigr¨® a Espa?a a los 16 a?os. Entr¨®, como muchos, en los bajos de un cami¨®n, y vivi¨® en la calle varios meses: Ceuta, Melilla, M¨¢laga, Sevilla¡ Hasta que lleg¨® a Madrid, donde recal¨® en los servicios sociales, a trav¨¦s de los cuales lleg¨® a la selecci¨®n de refugiados. Ahora cocina en un centro comercial y hace un curso de electricista, profesi¨®n que le gustar¨ªa desempe?ar en el futuro. Aficionado al FC Barcelona, est¨¢ convencido de que ser¨¢ uno de los seleccionados para la pr¨®xima Unity Cup.
El capit¨¢n del equipo, Ebrahim Pishtaz, refugiado afgano de 27 a?os, que llega tras una noche de trabajo ininterrumpido en una pizzer¨ªa del centro de Madrid, afirma que, en su caso, el f¨²tbol ha cambiado la percepci¨®n que tienen sobre ellos mismos. ¡°Aqu¨ª conectamos. Sin religi¨®n, raza o color. Somos iguales y las diferencias se acaban en el campo¡±, relata, con la cara cansada y los ojos brillantes. Un equipo que, recalcan todos los jugadores, en ning¨²n caso se olvida de competir: no en vano, su entrenador, Jes¨²s Paredes, bebi¨® durante muchos a?os del ganar, ganar y ganar del legendario t¨¦cnico Luis Aragon¨¦s, con el que comparti¨® banquillo en la selecci¨®n absoluta y en el Atl¨¦tico de Madrid, entre otros clubes. ¡°Son lo que ves, un grupo de chavales a los que les gusta el f¨²tbol. Y el f¨²tbol les ayuda a integrarse¡±, resume el propio m¨ªster.
Ebrahim
Pishtaz
27 a?os ¡¤ Afganist¨¢n
Ebrahim Pishtaz recuerda que, cuando cambi¨® el gobierno en Afganist¨¢n, ya no pudo ir afeitado, que es como se presenta hoy en el entrenamiento. Decidi¨® entonces escapar de su pa¨ªs. Pas¨® cuatro meses en Ir¨¢n hasta que fue evacuado por las Fuerzas Armadas espa?olas. Hoy goza del estatus de refugiado. Ha colaborado con organizaciones como la ONU. Afirma que siente una responsabilidad social con su comunidad y el equipo. Cuando tiene tiempo libre ve f¨²tbol, mucho f¨²tbol. Recita al dedillo las alineaciones de los equipos Champions de los primeros 2000 y su ¨ªdolo es Ronaldinho.
Mi¨¦rcoles de finales de diciembre. La selecci¨®n de refugiados tiene entrenamiento matutino en el madrile?o polideportivo Ernesto Cotorruelo, donde luce un sol que caldea el aire e invita a correr por el campo. Los jugadores van llegando, ucranios, afganos, malienses, hondure?os, peruanos¡ se saludan, bromean, tocan bal¨®n, calientan. De nuevo, voces en m¨²ltiples idiomas. En estas sesiones se dirime qui¨¦n ser¨¢ seleccionado para acudir a la cita estrella, el pr¨®ximo junio en Fr¨¢ncfort (Alemania): la Unity Cup ¨Cun torneo organizado por la UEFA y Acnur con la participaci¨®n de varias federaciones, entre ellas la espa?ola¨C, en el que quedaron sextos en la ¨²ltima edici¨®n, celebrada el pasado junio. ¡°Esta vez tenemos un mejor equipo. Vamos a hacerlo bien. Y el m¨ªster es muy bueno¡±, explica el delantero Moussa Kon¨¦, un maliense de 19 a?os que escap¨® de su pa¨ªs por el auge del yihadismo y que desea aprender mec¨¢nica.
Divididos en dos equipos, los jugadores disputan un partido y van absorbiendo nociones t¨¢cticas: ¡°Toca f¨¢cil¡±, ¡°no la sueltes a¨²n¡±, ¡°serios abajo, serios¡±, indica Rodrigo, hijo de Jes¨²s Paredes, que comparte con ¨¦l las labores de t¨¦cnico. A pie de c¨¦sped, Edelmira Campos, responsable de relaciones externas en Espa?a de Acnur, uno de los colaboradores del proyecto, resume los beneficios de pertenecer a un grupo como este: ¡°Les permite sentirse protagonistas. Que valen por lo que son. Formar parte de un equipo aqu¨ª hace que mejore la cohesi¨®n social fuera, en la vida diaria. Facilita el hacerse un hueco en el pa¨ªs de acogida¡±.
Fotos: JUAN BARBOSA
Los jugadores (tambi¨¦n la hondure?a Kelin y la ucraniana Olena, las dos mujeres del combinado que hoy no han podido acudir al entreno) llegaron a Espa?a tras abandonar sus pa¨ªses de origen por cuestiones pol¨ªticas, de g¨¦nero o de religi¨®n. En la mayor¨ªa de casos desamparados, en medio del desconcierto, explica Noelia Hidalgo, coordinadora del programa de acogida de la Fundaci¨®n Pinardi, una asociaci¨®n que trabaja con j¨®venes en dificultades sociales y que deriva a los perfiles m¨¢s apropiados a esta selecci¨®n: ¡°Llegan sin referentes. Nuestra misi¨®n es que la integraci¨®n sea lo m¨¢s completa posible. No solo con el idioma, sino con otras ¨¢reas como el deporte y el ocio¡±.
Lo que vivieron en Fr¨¢ncfort, donde disputaron el pasado junio su primera Unity Cup ¨Cen la que los refugiados representan a su pa¨ªs de acogida¨C fue inolvidable para muchos. Hoy lo cuentan y atraen as¨ª a amigos al equipo. ¡°La posibilidad de que la red de apoyo se ampl¨ªe de forma natural es fant¨¢stica. De aqu¨ª salen amistades que luego hacen sus cosas de forma independiente¡±, contin¨²a Hidalgo, que habla con familiaridad con los jugadores en la comida posterior al partido: ¡°?Qu¨¦ tal va ese trabajo? ?Ma?ana nos vemos? ?C¨®mo est¨¢ tu familia?¡±.
Moussa
Kon¨¦
20 a?os ¡¤ Mal¨ª
Moussa se march¨® de Mal¨ª cuando el yihadismo comenz¨® a extenderse por su pa¨ªs. A su alrededor, vio c¨®mo los radicales asaltaban aldeas o trataban de captar, muchas veces a la fuerza, a j¨®venes como ¨¦l. Consigui¨® llegar a Espa?a en barco y hoy vive en una casa de acogida en Legan¨¦s. Su plan, afirma, es trabajar, ganar dinero y labrarse un futuro. Le gustar¨ªa ser mec¨¢nico y tener un talle
Al t¨¦rmino de la comida, donde los jugadores se relajan y bromean, Ebrahim reparte unas sudaderas y camisetas de la selecci¨®n espa?ola prove¨ªdas por la RFEF. De pie en la puerta de la cafeter¨ªa del polideportivo, el afgano ejerce de maestro de ceremonias con soltura. El primer d¨ªa, ya lejano, lleg¨® fumando al entrenamiento, sin tener demasiada fe en el asunto. Casi dos a?os despu¨¦s, el tabaco no aparece por ning¨²n lado, es el capit¨¢n del equipo y ha participado en mesas redondas para dar voz a los refugiados que no se atreven a narrar su situaci¨®n. ¡°Tengo una responsabilidad con el equipo y la comunidad¡±, dice convencido. Al fin y al cabo, concluye Edelmira Campos, de Acnur, el compartir deporte, vestuario e intenci¨®n ¡°hace pi?a seas de donde seas, de Afganist¨¢n o de Teruel¡±.