En los m¨¢rgenes de los Juegos
¡°Historias ins¨®litas de los Juegos Ol¨ªmpicos¡± de Luciano Wernicke abarca todos los Juegos contempor¨¢neos -desde Atenas 1986 a Tokio 2020- y compone un singular, entretenido y pedag¨®gico recorrido por cada una de las citas
Los Juegos Ol¨ªmpicos desprenden un magnetismo dif¨ªcil de explicar e imposible de igualar. Tal vez sea la cadencia -cada cuatro a?os-; la cantidad de disciplinas -32 deportes y 329 pruebas en la edici¨®n de Par¨ªs-; o el gran n¨²mero de pa¨ªses que participan -206 estuvieron presentes en Par¨ªs-. Puede que sea la mezcla de todo, aderezado con los valores del deporte y que, como resultado, generen ese esp¨ªritu ol¨ªmpico del que tanto se habla y se escribe, y que tambi¨¦n puede poseer a los millones de personas que siguen la competici¨®n a trav¨¦s de las pantallas. Solo as¨ª se explican, por ejemplo, los nervios primero y la emoci¨®n despu¨¦s en una final de la prueba de slalom de pirag¨¹ismo o el dolor compartido al ver a una jugadora de b¨¢dminton perder sus opciones de medalla por una lesi¨®n. Los Juegos son una m¨¢quina de generar historias. De ¨¦xitos y fracasos. De sorpresas y decepciones. De gestas y r¨¦cords.
Y, como todo gran evento, genera otras historias que se van quedando en los m¨¢rgenes del medallero, pero que contribuyen de igual manera a engrandecer el relato. Historias ins¨®litas de los Juegos Ol¨ªmpicos (Altamarea), libro del periodista argentino Luciano Wernicke, abarca todos los Juegos contempor¨¢neos -desde Atenas 1986 a Tokio 2020- y compone un singular, entretenido y pedag¨®gico recorrido por cada una de las citas.
El viaje comienza en Atenas, hace 128 a?os, y transmite vivamente lo que debi¨® ser aquella segunda primera vez. Con el estudiante estadounidense James Connolly viajando sin permiso de Harvard y logrando en triple salto la primera medalla de oro de los Juegos modernos; con su compatriota Robert Garrett apunt¨¢ndose a participar en cuatro pruebas entre las que estaba el lanzamiento de disco: se tuvo que fabricar un disco para entrenar y, ya en Atenas, se llev¨® una indescriptible alegr¨ªa -y el t¨ªtulo- al comprobar que el peso oficial era inferior al que hab¨ªa utilizado para entrenar; o con el franc¨¦s Albin Lermusiaux liderando la prueba de marat¨®n -se hab¨ªa venido arriba tras quedar tercero en los 1.500 metros- hasta que, a 8 kil¨®metros de la meta y agobiado por la sed y el cansancio, acept¨® un par de vasos de vino que le ofreci¨® un espectador. Al poco se desmay¨® y no pudo seguir; o con la emoci¨®n que sintieron los 50.000 espectadores que llenaban el estadio cuando se dieron cuenta de que qui¨¦n lideraba la carrera era su compatriota Spiridon Louis -al que el vino hab¨ªa sentado bastante mejor-. A Louis, acarreador de baldes de agua, le dieron todo tipo de regalos -incluida una millonaria propuesta de matrimonio que rechaz¨® porque ya estaba casado-, pero al ser preguntado en el podio por qu¨¦ le gustar¨ªa recibir como regalo, dijo: ¡°una carreta con dos bueyes, que me ayuden al acarreo de agua¡±. Leyendo las primeras notas de los m¨¢rgenes, el magnetismo del texto principal es m¨¢s f¨¢cil de explicar.
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