Ganaron los muchachos
Espa?a lleg¨® a la sombra de Francia, Alemania e Inglaterra, las favoritas, y descosi¨® a las tres con un juego exquisito ejecutado por una generaci¨®n imberbe que hace en el campo con las piernas lo que hace con las manos en la Play
Fue un pase inesperado de Dani Carvajal, uno de esos pases al primer toque que desencuaderna a un equipo entero, a un imperio, el que habilit¨® entre dos rivales a Lamine Yamal, primer sorprendido por la sacudida del lateral. A Carvajal lo ven¨ªa a encimar Bellingham y recibi¨® de espaldas, pegado a la l¨ªnea, as¨ª que se sac¨® un pase con el exterior que no fue a donde Yamal la esperaba, la banda, sino a un sitio mucho m¨¢s juguet¨®n: el carril del 8 y en su pierna buena, con un rival autom¨¢ticamente a su espalda y otro delante temblando. Para entonces corr¨ªa Morata arrastrando a su marca, pasando los dos como trenes de mercanc¨ªas mientras Yamal los ve¨ªa de reojo y segu¨ªa con la conducci¨®n. Ya la ten¨ªa franca para el disparo, pero tambi¨¦n ven¨ªa como una bala Dani Olmo con un rival atado a los tobillos como las latas de los coches de los reci¨¦n casados. Y en una d¨¦cima de segundo, cuando se esperaba el misil, Lamine Yamal solt¨® el bal¨®n, que atraves¨® dando botecitos a Olmo y al ingl¨¦s para quedarse solo en el ¨¢rea.
Qu¨¦ impresi¨®n produce una pelota suelta en el ¨¢rea, libre, sin nadie a veinte cent¨ªmetros y con el portero lejos de su alcance. Qu¨¦ poco dura ese momento, la v¨ªspera de un Big Bang: todo lo que uno quiere en la vida durante 90 minutos, ah¨ª delante para hacerlo estallar. Fue lo que hizo Nico Williams irrumpiendo como un avi¨®n sin alas y con fuselaje por fuera, a velocidad infernal. Ni la control¨®: le peg¨® un zambombazo por tierra con la zurda y le meti¨® una granada de mano al partido. Era el primer disparo a porter¨ªa de Espa?a en la final, nada m¨¢s empezar la segunda parte, y al gol le siguieron minutos preciosos, bellos, poco efectivos: chisporroteos que dejaron aire en los pulmones a Inglaterra, e Inglaterra lo hizo pagar caro. Sufrida selecci¨®n la inglesa, por cierto: desactiv¨® el mejor f¨²tbol de la Eurocopa en la primera parte y se puso a morder vendas y tapar hemorragias hasta empatar el partido Cole Palmer en las narices a Espa?a en su ¨²nica ocasi¨®n clara de la segunda parte.
Es divertido el f¨²tbol cuando acaba as¨ª. Por eso el f¨²tbol espa?ol en competiciones internacionales de clubes y selecciones es tan divertido: porque siempre acaba as¨ª. Se llega a una final y se gana. Los baj¨ªsimos umbrales de frustraci¨®n futbol¨ªstica de las generaciones j¨®venes pueden acabar haciendo destrozos en el futuro. Est¨¢n creciendo millones de chavales creyendo que las semifinales son la verdadera final, y nada les desmiente.
Espa?a e Inglaterra se asomaban a la pr¨®rroga con la brecha generacional latiendo: unos mirando de reojo por si sal¨ªa al campo Tasotti o Al Ghandour, otros pidiendo cerveza fr¨ªa y haciendo apuestas sobre qui¨¦n marcar¨ªa el gol de la victoria. Ganaron los muchachos. Marc¨® en el ¨²ltimo minuto Oyarzabal, que tuvo un m¨¦rito terrible en el remate pero a¨²n m¨¢s, si cabe, en el melonazo que le lleg¨® de rebote y amans¨® al primer toque para Cucurella, que ejecut¨® un centro tenso, violento, al lugar al que solo llegan los que m¨¢s fe tienen: no la tuvo Inglaterra y s¨ª Oyarzabal, con m¨¢s piernas. Dej¨® a Pickford despanzurrado en el suelo e hizo estallar plazas y ventanales en Espa?a, que jug¨® su primer partido en Berl¨ªn a la sombra de Francia, Alemania e Inglaterra, las tres favoritas del torneo, y la selecci¨®n de Luis de la Fuente las descosi¨® a las tres, partido a partido, con un juego exquisito ejecutado por una generaci¨®n imberbe que hace en el campo con las piernas lo que hace con las manos en la Play.
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