Es la hora de cambiar el paso
Espa?a ha cumplido con el objetivo b¨¢sico de clasificarse a la Euro, torneo al que no falta desde 1992, pero ahora toca alterar la corriente y apuntar m¨¢s alto, como en su momento lo hicieron las generaciones anteriores que alcanzaron el ¨¦xito
Espa?a se clasific¨® de nuevo para la ronda final de la Eurocopa. Desde 1992, una fecha que empieza a quedar muy lejana en el tiempo, la selecci¨®n ha sido un reloj. Ha disputado todas las fases finales y en dos ocasiones (2008 y 2012) se ha llevado el campeonato. Mejor a¨²n le ha ido en las previas a los Mundiales, a los que invariablemente ha acudido desde 1978.
Son ciclos tan extensos como meritorios. Potencias de la magn...
Espa?a se clasific¨® de nuevo para la ronda final de la Eurocopa. Desde 1992, una fecha que empieza a quedar muy lejana en el tiempo, la selecci¨®n ha sido un reloj. Ha disputado todas las fases finales y en dos ocasiones (2008 y 2012) se ha llevado el campeonato. Mejor a¨²n le ha ido en las previas a los Mundiales, a los que invariablemente ha acudido desde 1978.
Son ciclos tan extensos como meritorios. Potencias de la magnitud de Inglaterra, Francia y Holanda patinaron en estos periodos y en algunas ocasiones no se clasificaron. En los dos ¨²ltimos Mundiales, la sangrante ausencia de Italia, una selecci¨®n a la que no le caben m¨¢s estrellas en la camiseta, explican las dificultades de los pasajes clasificatorios, que Espa?a recorre con aplomo.
La selecci¨®n llega, por tanto, al destino de costumbre. Perdi¨® el paso contra Escocia en Hampden Park y provoc¨® la alarma, precedida por la decepci¨®n en el Mundial de Qatar. Se repuso, gan¨® la Liga de las Naciones, competici¨®n de segundo orden pero de efectos reconstituyentes, y se ha impuesto en todos los partidos que ha disputado desde entonces.
Una ronda clasificatoria es un proyecto de futuro. Se mide el presente, pero se piensa en el porvenir. A menos de un a?o de la Eurocopa, la selecci¨®n espa?ola no env¨ªa se?ales novedosas. Derrota a equipos que se encuentran dos o tres pelda?os por debajo y cumple con el trabajo en la clasificaci¨®n, pero en esas cuestiones no se diferencia de sus ¨²ltimas versiones, encabezadas desde 2016 por cinco entrenadores distintos: Del Bosque, Lopetegui, Luis Enrique, Robert Moreno y Luis de la Fuente.
Es una selecci¨®n que mezcla varias generaciones de ¨¦xito en las categor¨ªas sub 21 y juveniles, sin correspondencia en el estrato superior del f¨²tbol. Se habla ya de generaciones perdidas, como aquella excepcional de Thiago, Isco, Morata y compa?¨ªa, y la reiteraci¨®n en las decepciones coloca bajo la lupa a jugadores que llegaron muy j¨®venes a la titularidad ¡ªDani Olmo, Ferr¨¢n Torres, Ansu Fati, Merino, Oyarzabal, Asensio¡¡ª, pero no son indiscutibles todav¨ªa en el equipo nacional.
Sobre ellos pesan las expectativas que sus tempranos ¨¦xitos despertaron y la temible sucesi¨®n del equipo que gan¨® todo entre 2008 y 2012. Hasta cierto punto conviene atenuar las comparaciones. Varios de los mejores integrantes de la edad dorada del f¨²tbol espa?ol estuvieron bajo sospecha por razones parecidas a las actuales. Casillas, Xavi, Iniesta, Xabi Alonso o Fernando Torres atravesaron por un periodo de frustraci¨®n y cr¨ªticas en uno o dos Mundiales (2002 y 2006) y la Eurocopa 2004.
Todos ellos hab¨ªan sido figuras juveniles, respaldados por un palmar¨¦s similar al que presentan los internacionales de ahora y, en alg¨²n caso, con dificultades para establecerse como indiscutibles en sus equipos. Jugadores como Villa, David Silva o Cazorla aparecieron sin ruido, fuera de la galaxia medi¨¢tica de Madrid y Barcelona. De repente, aquella selecci¨®n rompi¨® a ganar y no par¨®.
Si el f¨²tbol es lo que parece, que tantas veces no lo es, Espa?a dispone de un n¨²cleo de jugadores competentes, en buena edad. De la amplia n¨®mina de j¨®venes, se supone que todos est¨¢n en plena progresi¨®n, desde Pedri y Gavi hasta Lamine Yamal, pasando por Zubimendi, Nico Williams, Barrenetxea o Sancet. Por lo dem¨¢s, est¨¢ claro que Rodri, 27 a?os y figura en el Manchester City, tendr¨¢ que ensamblar una orquesta en proceso de formaci¨®n.
A un a?o de la Eurocopa y sin alardes, la selecci¨®n ha cumplido con el objetivo b¨¢sico. Lo ha logrado con un perfil bajo y el considerable escepticismo general. Le toca cambiar la corriente. Para esa dif¨ªcil tarea, adem¨¢s de buenos jugadores se necesita ambici¨®n y personalidad.
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