Un error de Ak¨¦ empata el duelo final de Klopp y Guardiola en la Premier
El defensa del City desencadena el penalti del 1-1 del Liverpool que sella un partido colosal, cap¨ªtulo postrero de la saga de referencia del f¨²tbol europeo
Acab¨® en empate. Uno a uno. Dos goles nada espectaculares. Pero la ¨²ltima batalla de J¨¹rgen Klopp con Pep Guardiola en la Premier, la edici¨®n final de un duelo que se prolong¨® a lo largo de 16 cap¨ªtulos desde 2016, acumul¨® toda la emoci¨®n y la incertidumbre que era de prever en la trama que tejen estos dos entrenadores de referencia. Son los t¨¦cnicos m¨¢s influyentes de la ¨²ltima d¨¦cada, por n¨²mero de t¨ªtulos acumulados pero, sobre todo, por las dosis de...
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Acab¨® en empate. Uno a uno. Dos goles nada espectaculares. Pero la ¨²ltima batalla de J¨¹rgen Klopp con Pep Guardiola en la Premier, la edici¨®n final de un duelo que se prolong¨® a lo largo de 16 cap¨ªtulos desde 2016, acumul¨® toda la emoci¨®n y la incertidumbre que era de prever en la trama que tejen estos dos entrenadores de referencia. Son los t¨¦cnicos m¨¢s influyentes de la ¨²ltima d¨¦cada, por n¨²mero de t¨ªtulos acumulados pero, sobre todo, por las dosis de creatividad y osad¨ªa con que han impregnado el juego. El choque de Anfield, disputado bajo la lluvia ante una multitud de peregrinos devotos, fue una noria vertiginosa de la primera jugada a la ¨²ltima. Pudo imponerse el City por su capacidad de c¨¢lculo y control, pudo ganar el Liverpool por resiliencia y abnegaci¨®n. En el balance de sucesos m¨¢s o menos casuales que conforman el resultado definitivo, pes¨® el error garrafal de Nathan Ak¨¦, puerta del penalti y de una igualada que deja el campeonato en una cornisa con tres fun¨¢mbulos. Ahora el Arsenal lidera la Premier con 64 puntos, los mismos que el Liverpool y uno m¨¢s que el City.
La decisi¨®n m¨¢s trascendental de Guardiola fue ahogar al Liverpool antes de que diera el primer pase. Con presi¨®n al hombre, uno contra uno. As¨ª salt¨® el City al campo. Sin escatimar esfuerzos y sin reservar a un jugador m¨¢s en la retaguardia a modo de red de seguridad. De Bruyne cubri¨® a Quansah, Haaland a Van Dijk, Silva a Endo, ?lvarez a Bradley, Stones a Mac Allister, Rodri a Szoboszlai y Foden a Joe G¨®mez. La ausencia de Robertson en el lateral izquierdo del equipo de Klopp priv¨® a sus compa?eros de uno de los hombres con m¨¢s criterio de la zaga. Tapadas todas las v¨ªas habituales, la escapatoria espont¨¢nea de los apretados jugadores de Anfield se limit¨® a darle el bal¨®n a su portero, Kelleher, para que buscase en largo a Darwin N¨²?ez y a Luis D¨ªaz. Mano a mano con los dos delanteros se quedaron Walker y Akanji. Pero la falta de lucidez de N¨²?ez en las acciones de contragolpe facilitaron el trabajo a los marcadores.
La presi¨®n extenuante del City coincidi¨® con las mejores acciones de Haaland, convertido en v¨¦rtice de algunas de las jugadas m¨¢s penetrantes de su equipo, rematadas sin fortuna por De Bruyne y ?lvarez. Aturdido, el Liverpool perdi¨® el control y permaneci¨® alejado de su zona de metamorfosis. Es la naturaleza del equipo rojo. Vulnerables en su campo, una vez que atraviesan la l¨ªnea divisoria, sus futbolistas experimentan una suerte de trance colectivo. Con la porter¨ªa contraria a menos de 50 metros, los dubitativos se vuelven arrojados, los amenazados temerarios, y los que se muestran imprecisos en las inmediaciones de su portero adquieren un grado de finura que solo se explica por el efecto de la rueda emocional en la que los introduce su entrenador, verdadero hechicero, acelerador de pulsaciones, optimista contagioso sin equivalentes en el marco sentimental que brinda la afici¨®n con m¨¢s sentido de pertenencia de Inglaterra. Durante media hora, la estrategia de Guardiola sirvi¨® para mantener a raya al drag¨®n. Fue en ese periodo de calma aparente cuando Stones meti¨® el 0-1.
De Bruyne lanz¨® un c¨®rner tocado, la comba perfecta para que la pelota no saliera por la l¨ªnea de fondo y llegara con efecto al ¨¢rea chica. Ah¨ª la pill¨® Stones que, libre de la marca de N¨²?ez, la col¨® por el primer palo ante la perplejidad de Kelleher. La facilidad con que el City se adelant¨® fue una invitaci¨®n a la confusi¨®n. Tal vez persuadidos de que su adversario era controlable, los futbolistas del City aflojaron el nervio de su presi¨®n. Liberaron unos metros y as¨ª, mientras Klopp no dejaba de animar a la grada y a sus jugadores, Mac Allister comenz¨® a mover la pelota y sus compa?eros fueron traspasando la frontera uno por uno. Cuando los equipos salieron del descanso la marea hab¨ªa cambiado. Al City le tocaba defender.
Haaland pudo decidir el partido a la contra. Disputa singular con Van Dijk. Frente a frente los gigantes, se impuso el holand¨¦s con una mezcla de intuici¨®n, fintas, y empleo del cuerpo para inducir al noruego a la incertidumbre. La inseguridad que lo corroe en las ¨²ltimas semanas atenaz¨® al delantero del City en la toma de decisiones. El portero se qued¨® con la pelota y el partido entr¨® en la zona del fragor y las transiciones. Donde se crece el Liverpool. Al City solo lo pod¨ªa salvar un ejercicio certero de su defensa. La lata se abri¨® por el punto que desde hace meses amenaza un agujero: el lateral izquierdo Nathan Ak¨¦.
Dos mitos abrazados
Objetivo n¨²mero uno de las presiones rivales, Ak¨¦ fue v¨ªctima del acoso de Bradley. Obligado a pensar r¨¢pido, quiso cederla a Ederson y le dio la pelota a N¨²?ez. El portero derrib¨® al uruguayo en el ¨¢rea y Mac Allister convirti¨® el penalti que constataba la nueva realidad. Si el City hab¨ªa sido superior en la primera mitad, en la segunda el Liverpool lo pondr¨ªa contra las cuerdas con la ayuda de los refuerzos. Klopp introdujo a Salah y Robertson, que no estaban para 90 minutos pero que son dos jugadores determinantes, y el City sufri¨® un continuado acoso por parte de Luis D¨ªaz. Solo, el colombiano se bast¨® para sembrar el desconcierto en la zona de Rodri y Walker, dos tenazas por separado y un foso con p¨²as en pareja. Dio igual. Nada parec¨ªa detener a D¨ªaz en su avance. Sus ataques produjeron tiros, asistencias, centros, c¨®rners. D¨ªaz tuvo el gol en un mano a mano. N¨²?ez remat¨® a bocajarro. Mac Allister coloc¨® el disparo junto al segundo palo. A falta de Ederson, lesionado al hacer penalti, su sustituto, Stefan Ortega, lo par¨® todo. El City estaba tan aturdido que Haaland acab¨® oficiando de cuarto central con Rodri.
Pudo ocurrir cualquier cosa. Con los futbolistas quemados por el agotamiento y los esquemas t¨¢cticos deshechos, los instantes finales repartieron acontecimientos dram¨¢ticos en las dos ¨¢reas. Doku y Foden estrellaron dos balones contra los palos de un lado. Del otro, Doku estuvo a un cent¨ªmetro de cometer penalti sobre Mac Allister por levantar la bota a la altura del pecho del argentino en una disputa. El VAR no lo vio as¨ª y el 1-1 pas¨® a la historia junto con el prolongado abrazo de Klopp y Guardiola, dos mitos vivientes conscientes de que perpetuaban un gesto m¨ªtico ante las c¨¢maras.
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