Ese dichoso VAR de nuestros pecados
Ahora hay, en la pr¨¢ctica, dos ¨¢rbitros, el de campo y el de fuera. Guste o no, cada ¨¢rbitro es un factor de irritaci¨®n y ahora tenemos dos en vez de uno. Dos fuerzas que pretenden colaborar, pero se perciben como opuestas
Cuando se empezaba a discutir sobre si VAR s¨ª o VAR no, algunos sosten¨ªan que el rechazo proced¨ªa de quienes tem¨ªan que desaparecieran las pol¨¦micas, de las que existir¨ªa una dependencia morbosa. Con el VAR todo ser¨ªa cristalino. Una tesis ingenua, de gente ignara en f¨²tbol. Otro sector era el que ven¨ªa sosteniendo la doctrina Simeone, seg¨²n la cual los ¨¢rbitros favorecen gremialmente al Madrid desde hace un siglo. Con el VAR llegar¨ªa el fin de la tiran¨ªa madridista.
Bueno, pues ni una cosa ni la otra. El ritmo de...
Cuando se empezaba a discutir sobre si VAR s¨ª o VAR no, algunos sosten¨ªan que el rechazo proced¨ªa de quienes tem¨ªan que desaparecieran las pol¨¦micas, de las que existir¨ªa una dependencia morbosa. Con el VAR todo ser¨ªa cristalino. Una tesis ingenua, de gente ignara en f¨²tbol. Otro sector era el que ven¨ªa sosteniendo la doctrina Simeone, seg¨²n la cual los ¨¢rbitros favorecen gremialmente al Madrid desde hace un siglo. Con el VAR llegar¨ªa el fin de la tiran¨ªa madridista.
Bueno, pues ni una cosa ni la otra. El ritmo de victorias del Madrid en la Champions ha experimentado una s¨²bita aceleraci¨®n y en cuanto a la extinci¨®n de las pol¨¦micas, para qu¨¦ vamos a hablar. Admito un fondo de buena intenci¨®n en la idea del VAR, m¨¢s all¨¢ de factores turbios como la tecnolatr¨ªa, la novolatr¨ªa, el inter¨¦s en mover dinero por si algo cae cerca y, en el caso de los ¨¢rbitros, una c¨®moda red m¨¢s nuevos puestos de trabajo. Antes iban de tres en tres, en un taxi. Ahora van ocho, en una Van. Pero presenta un problema irresoluble: ?cu¨¢ndo entra? En origen se propal¨® que s¨®lo en casos de error ¡°claro y manifiesto¡± pero, ?qu¨¦ es claro y manifiesto? Y lo peor: cuando VAR mediante, un club se siente despojado, la irritaci¨®n es mayor.
Vayamos al Madrid-Celta. En otro tiempo, cualquier celtista podr¨ªa hacer un ejercicio de resignaci¨®n sobre la base de que Munuera Montero no hubiera visto el penalti por estar tapado en ese instante, o no le hubiera parecido tal, o que le sobrecogi¨® el Bernab¨¦u. Mala suerte, podr¨ªa pensar. Pero nadie podr¨¢ darle razones convincentes que le hagan admitir que Hern¨¢ndez Hern¨¢ndez no le llamara a revisi¨®n.
La red del VAR acomoda al ¨¢rbitro, le enmohece. Es f¨¢cil imaginar que Munuera Montero pensara para s¨ª: ¡°Ya me dir¨¢ el VAR¡±. Pero he aqu¨ª que la jugada inmediata acab¨® en gol y Hern¨¢ndez Hern¨¢ndez, muy machacado por RMTV, se encontr¨® con que su intervenci¨®n hubiera podido convertir un 1-0 en un 0-1. Total, uno por el otro, la casa sin barrer, una sensaci¨®n de agravio insoportable para el celtismo y un nuevo rengl¨®n para la leyenda negra del Madrid. Hablamos de un partido de Copa, de mata-mata, que acab¨® 2-2 antes de la pr¨®rroga. Y con el Madrid por medio. Toma pol¨¦mica.
Voy ahora a Yeda, donde el VAR corrigi¨® dos errores por omisi¨®n de Gil Manzano: el penalti de Camavinga y la expulsi¨®n de Szczesny. Bien. ?Pero la no expulsi¨®n de Camavinga, la no segunda amarilla por el agarr¨®n sostenido? Es que el protocolo s¨®lo insta al VAR a intervenir en caso de roja directa, no de segunda amarilla. Un fleco suelto, que permiti¨® que un jugador se mantuviera de forma injusta durante muchos minutos en el partido. Caso frecuente, por otra parte. Son agujeros en el protocolo, como que se pueda revisar un gol por una falta ocurrida doce toques de bal¨®n antes, y no porque venga de un c¨®rner mal concedido, o de una fuera de banda de esa misma mala condici¨®n, o de una falta mal concedida¡
Ahora hay, en la pr¨¢ctica, dos ¨¢rbitros, el de campo y el de fuera. Guste o no, cada ¨¢rbitro es un factor de irritaci¨®n y ahora tenemos dos en vez de uno. Dos fuerzas que pretenden colaborar, pero se perciben como opuestas, ya que cuando interviene el del VAR es para recomendar rectificaci¨®n al de campo. Con lo que, sea cual sea el fallo definitivo, uno de los dos desairar¨¢ en cada caso a una de las partes.
Con el VAR hay m¨¢s pol¨¦micas. Y hasta m¨¢s sucias, porque un error ¡°claro y manifiesto¡± que burla los controles destruye la credibilidad del sistema. Y ya encuentro quien me se?ala que el ¨¢rbitro de la sala VAR est¨¢ en una posici¨®n extremadamente vulnerable, a tiro de un wasap de cualquier influencia.