Messi 2022, Maradona 1990
Leo capitanea una doble aventura, la suya y la de una selecci¨®n que se exprime por ayudarle y protegerle
Cualquier Mundial permite un relato m¨¢s o menos can¨®nico, con la excepci¨®n de Italia 90. Cuesta recordar el ganador ¡ªen caso de duda, siempre Alemania¡ª porque el comp¨¢s de la competici¨®n lo marc¨® Maradona, que no necesit¨® jugar ni medio bien para adue?arse de la narrativa: la extraordinaria jugada que precedi¨® al gol de Caniggia en la victoria sobre Brasil en octavos de final, el reclamo napolitano que atraves¨® como una daga el Italia-Argentina de las semifinales y, en la final, su furiosa reacci¨®n al abucheo del himno en el Ol¨ªmpico de Roma. As¨ª de gigantesco era el personaje. Por ahora, a fa...
Cualquier Mundial permite un relato m¨¢s o menos can¨®nico, con la excepci¨®n de Italia 90. Cuesta recordar el ganador ¡ªen caso de duda, siempre Alemania¡ª porque el comp¨¢s de la competici¨®n lo marc¨® Maradona, que no necesit¨® jugar ni medio bien para adue?arse de la narrativa: la extraordinaria jugada que precedi¨® al gol de Caniggia en la victoria sobre Brasil en octavos de final, el reclamo napolitano que atraves¨® como una daga el Italia-Argentina de las semifinales y, en la final, su furiosa reacci¨®n al abucheo del himno en el Ol¨ªmpico de Roma. As¨ª de gigantesco era el personaje. Por ahora, a falta de dos partidos, el eje narrativo de este Mundial corresponde a Messi y la ¨¦pica emocional del equipo argentino.
Leo Messi capitanea una doble aventura, la suya, que esta vez tampoco escapa a la Maradona, y la de una selecci¨®n que se exprime por ayudarle y protegerle. En Qatar, la naturaleza juguetona del f¨²tbol se empe?a en reproducir el camino de Argentina en el Mundial de Italia. Como Maradona entonces, Messi preside un equipo derrotado en el primer encuentro, sometido a enormes sufrimientos en la primera fase y en los octavos de final, destinado a resolver los cuartos de final en la rueda de penaltis ¡ªYugoslavia all¨¢, Holanda aqu¨ª¡ª y de nuevo con toda la naci¨®n en vilo.
Este Messi tambi¨¦n anima a pensar en Maradona 90, no en el rotundo fen¨®meno de M¨¦xico 86. Ser¨¢ casualidad, pero uno fall¨® un penalti ¡ªcontra Yugoslavia en la tanda definitiva¡ª y el otro, tambi¨¦n (Arabia Saud¨ª). Hasta para relampaguear se parecen: la conducci¨®n y el pase ciego a Caniggia ante el acoso de marcadores brasile?os, la escapada de Messi de la trampa defensiva holandesa y su gloriosa conexi¨®n con Molina en el primer gol argentino.
Protegido por una guardia que muere por defenderle ¡ªvuelve a la memoria Maradona y la abnegada Argentina del 90¡ª Messi camina m¨¢s que nadie en este Mundial, en una ¨¦poca del f¨²tbol que no tolera al caminante. No hay la menor sensaci¨®n de reproche en el equipo. Al contrario, le preservan de gastos, confiados en el r¨¦dito de sus calambrazos. Argentina lo ha entendido as¨ª y el plan le funciona, quiz¨¢ porque a su manera Messi se burla de la ebullici¨®n f¨ªsica actual.
A la espera del zarpazo que vendr¨¢, Messi convierte su condici¨®n de caminante en un recurso de camuflaje. En medio del derroche general, de la obsesi¨®n por la din¨¢mica, Messi utiliza el paso distra¨ªdo de los andantes para ocultarse de los rivales, programar su reserva de energ¨ªa y observar c¨®mo la gente pasa zumbando a su alrededor. Es una paradoja que atenta contra la realidad vigente en el f¨²tbol, pero que Messi aprovecha como un depredador. Cuando aparece es demasiado tarde para el rival. Ha hecho un arte de la invisibilidad.
A diferencia de otras selecciones ¡ªBrasil, Francia, Inglaterra¡¡ª, Argentina no cuenta con jugadores que valgan una fortuna. Tambi¨¦n en ese rasgo se parece a la versi¨®n del Mundial 90. Es un equipo que atrapa, y hasta emociona, por su ferviente protecci¨®n de Messi y la capacidad para sobrevivir a la sucesi¨®n de dramas desde la derrota con Arabia Saud¨ª en el primer partido. Ni Australia le permiti¨® vivir una noche tranquila.
A cinco d¨ªas de la final, Argentina recorre un camino que ya conoce, con un jugador al que se entrega sin desmayo, con un impresionante gasto de energ¨ªa f¨ªsica y emocional. Le ha servido para adiestrarse en la adversidad y multiplicar la cohesi¨®n interna, no se sabe si a cambio del agotamiento en la recta de llegada. De lo otro, de surgir de la niebla, se encarga Messi, protagonista de un relato fascinante: llegar un paso m¨¢s lejos que Maradona en 1990.
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