La gran coalicion
Ustedes disculpar¨¢n si me pongo pesado, pero cada ma?ana me tiro de la cama como un templario y me echo a las calles dispuesto a luchar contra la gran coalici¨®n centro-derecha. Soy como Don Quijote contra los molinos, contra los gigantes, contra las ovejas, pero mi lanza quijotesca es una barra de pan.Molinos, gigantes, ovejas, he dicho. De todo hay en la gran coalici¨®n centro-derecha. Cada d¨ªa se les atribuye un nombre nuevo e ilustre. Ayer ha sido el del se?or Fern¨¢ndez Sordo, de felice recordaci¨®n (tengo ya hasta el lenguaje cervantino), cuando anduvo por Informaci¨®n y Turismo, en diversos cargos de responsabilidad, con muchos lapiceros rojos en la panoplia. Recuerdo, incluso., que me quer¨ªa poner un telex en casa.
-Cuente, cuente -apremia el quiosquero.
Pues nada, que hab¨ªa una agencia que me distribu¨ªa los art¨ªculos y al se?or Fern¨¢ndez Sordo le hab¨ªa entrado el pronto de conectar un telex con la agencia para recibir todo lo que se transmit¨ªa al mismo tiempo que lo recib¨ªan los peri¨®dicos. Como soy de natural vanidoso, egoc¨¦ntrico y proxeneta, nunca pens¨¦ que al se?or Fern¨¢ndez Sordo le interesase demasiado conocer en el acto la informaci¨®n de Bolsa que transmit¨ªa la agencia, o el estado de la musculatura lisa de Urtain, biograf¨ªado,entonces por Leguineche, sino que: lo del telex era un recurso para leerme ¨¢vidamente cada ma?ana.
En el se?or Fern¨¢ndez Sordo he tenido yo, aunque me est¨¦ mal el decirlo, el lector potencial m¨¢s fiel del pa¨ªs.
-Bueno, a usted nunca le han faltado lectores -me soba el quiosquero, que a medida que nos aproximamos al aguinaldo de navidad va tomando ese car¨¢cter untuoso. del pobre hac¨ªa el rico, en este pa¨ªs de castas.
-S¨ª, pero un lector tan apasionado como el se?or Fern¨¢ndez Sordo, yo no lo hab¨ªa tenido nunca. Ni mis amigas, ni mis fans, ni mis amantes, ni mi santa esposa, ni mi t¨ªa que est¨¢ en Le¨®n y recorta todo lo que publico. Nadie.
-A lo mejor lo que quer¨ªa era censurarle -aporta el quiosquero con ingenuidad de pobre.
-No creo. No soy mal pensado. Aunque el se?or Fern¨¢ndez Sordo tambi¨¦n nos amenaz¨® m¨¢s de una vez con cerrar el invento, o sea la agencia.
Reguera Guajardo, al lado de lo que fue el liberal franquista se?or Sordo, resulta una especie de ¨¢crata simp¨¢tico. Yo nunca hab¨ªa tenido, ya digo, en mi larga vida de cronista de la vida que pasa, un .lector tan fiel y urgente como Fern¨¢ndez Sordo. Ni siquiera un dulce pederasta adolescente de Granada que se enamor¨® de m¨ª por una temporada y me devolv¨ªa mis cr¨®nicas recortadas del peri¨®dico e ilustradas por ¨¦l con magnolios y dondiegos.
-?El se?or Fern¨¢ndez Sordo tambi¨¦n le pon¨ªa a usted magnolios y dondiegos en las cr¨®nicas?
-No, m¨¢s bien me pon¨ªa miedo en el alma, y eso que para esto de escribir siempre he sido muy entero.
Bueno, pues este lector ¨¢vido, este liberal franquista, este ballestero con ballester¨ªa de lapiceros rojos y artiller¨ªa de tel¨¦fonos conminatorios, es el nuevo adalid, hermoso segund¨®n, cara de plata y gerifalte de anta?o, que ahora se habr¨ªa sumado a la gran coalici¨®n centro-derecha. (Aunque luego parece que se ha desmentido.)
-?Les va usted a ir haciendo la biograf¨ªa a todos los que se adhieran?
-Dios me libre. Yo s¨®lo escribo biograf¨ªas de poetas malditos, dandies suicidas y peteneras de Espa?a. Para merecer una biograf¨ªa escrita por m¨ª hay que ser Larra o Lola Flores.
Pero los de la Alianza Popular, que es como parece que se va a llamar la cosa, hablan de ? recoger los valores del humanismo europeo y la tradici¨®n liberal?. Y resulta que el se?or Fern¨¢ndez siempre estuvo sordo, cuando mandaba, a los valores del humanismo europeo y la tradici¨®n liberal. Porque el humanismo europeo y la tradici¨®n liberal soy yo, con perd¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.