La ponencia de la confidencialidad cuenta con el deporte
La educaci¨®n f¨ªsica y el deporte ya est¨¢n incluidos en lo de la confidencialidad. Es decir, sus se?or¨ªas de la ponencia constitucional ya han tomado en consideraci¨®n que la necesidad de que el pueblo se cr¨ªe sano, debe figurar en el texto fundamental del pa¨ªs. Mejor as¨ª, porque de lo contrario, en este pa¨ªs siempre sale alguien poni¨¦ndole esp¨ªritu nacional y canciones de fuego de campamento a las tablas de gimnasia. Del tema se sabe poco. S¨®lo que Gaby Cisneros ha dicho: ?marchemos todos por la senda de la confidencialidad y yo el primero?. Espero encontrarme, dentro de quince d¨ªas, a Cisneros en la tribuna del Bernab¨¦u, para ver si me cuenta algo.
La ponencia de la confidencialidad no ha podido olvidar la importancia que en el momento presente tiene en todo el mundo la educaci¨®n f¨ªsica y la pr¨¢ctica de los deportes. Este es el primer paso de lo que debe ser, en el futuro, la actividad deportiva que, pese a los ¨²ltimos intentos de democratizaci¨®n, sigue siendo una organizaci¨®n de lo m¨¢s org¨¢nica.Las Cortes deber¨¢n decidirse, en su momento, por reglamentar de arriba abajo toda la estructura deportiva. En primer lugar deber¨¢ definirse claramente cu¨¢l es el objetivo fundamental. Pienso que el futuro no est¨¢ en los deportes de ¨¦lite, sino en los deportes que puedan ocupar las escasas horas libres, si es que quedan, del personal.
Para popularizar los deportes, para conseguir que la pr¨¢ctica de las diversas disciplinas sea un motivo sano de esparcimiento familiar y una diversi¨®n para todas las edades, hay que comenzar por rescatar para el pueblo todas aquellas instalaciones que hasta el momento presente han sido un coto cerrado o el usufructo exclusivo de unas determinadas entidades. El paso siguiente es la construcci¨®n de instalaciones econ¨®micas en su mantenimiento y capaces de albergar diversas disciplinas en un mismo recinto. Son necesarios los espacios abiertos con una zona com¨²n de servicios.
Una distinci¨®n que debe quedar clara es la del deporte profesional. Superada la etapa en la que el amateurismo marr¨®n te?¨ªa a la mayor¨ªa de las federaciones debe desaparecer para siempre, la enga?ifa reglamentaria cuya ¨²nica ventaja reside en el hecho de que determinados se?ores puedan estar al margen de la declaraci¨®n de impuestos.
El deporte profesional necesita un estatuto completamente diferente del amateur. Es hora de que lo que tantas veces se ha pedido, por activa y por pasiva, forme parte del cuerpo jur¨ªdico del deporte profesional. La sindicaci¨®n de quienes repetidamente han sido calificados por los tribunales como trabajadores por cuenta ajena no debe ser torpedeada por los de siempre.
En el caso concreto de los jugadores de f¨²tbol es inadmisible que contin¨²en sometidos a unas reglas impuestas por los clubs, que son, en definitiva, sus patronos. Los derechos humanos han sido pisoteados desde la propia Federaci¨®n durante a?os y ha llegado el momento de que alguien se tome en serio la cuesti¨®n. El derecho de retenci¨®n, tal y como est¨¢ regulado, va en contra de las normas m¨¢s elementales de los derechos del hombre.
Un tema que nadie se ha planteado todav¨ªa en Espa?a, el referente al deporte laboral. El deporte de Educaci¨®n y Descanso ha sido, pese a que Mariano Haro haya defendido esa parcela, una especie de broma. Como el deporte universitario que sigue rigiendo Claro S¨¢nchez, un se?or que anuncio su dimisi¨®n irrevocable hace no s¨¦ que cu¨¢nto tiempo, y que contin¨²a en el mando.
El deporte a nivel de empresa se ha tratado en Espa?a desde un punto de vista folkl¨®rico. En algunos pa¨ªses, las grandes empresas disponen de un sistema v¨¢lido para que el trabajador sea deportista y conserve su puesto profesional. La soluci¨®n est¨¢ en conceder al obrero, dentro de su jornada laboral, el tiempo suficiente para atender sus entrenamientos. En algunos sitios esta preparaci¨®n se realiza incluso dentro del recinto de la propia empresa, porque dispone de instalaciones deportivas. Es ¨¦sta una de las mejores f¨®rmulas. Por miedio de ella, un tornero puede ser recordman mundial sin necesidad de recibir grandes ayudas del Estado. Se evita la creaci¨®n de una ¨¦lite de ?liberados? del deporte y al tiempo, la incertidumbre que para los propios practicantes supone el tener que buscar un empleo digno; una vez consumidas sus posibilidades deportivas.
Es m¨¢s pr¨¢ctico conceder a una gran empresa alguna exenci¨®n en los impuestos, que incrementar los presupuestos generales del Estado, para crear deportistas ol¨ªmpicos.
En los a?os del triunfal-imperialismo se hizo un intento de conseguir fines parecidos y as¨ª surgieron incluso algunos estadios en empresas importantes. Desgraciadamente, por falta de orientaci¨®n adecuada todo qued¨® en competiciones ramplonas.
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