Una bella sesi¨®n de florete

Landelino Lavilla es un ministro fino que maneja el condicional como nadie. Es un parlamentario muy adecuado para ese tipo de sesiones que se envasan como lecciones de cortes¨ªa o clases de florete al margen del campeonato, cuando el debate se diluye en la sofisticada elipsis del yo dir¨ªa, usted podr¨ªa y as¨ª resultar¨ªa. Landelino Lavilla, de elegante palidez afilada, con los pu?os de la camisa de un blanco detergente, entonces coge suavemente el aire del recinto pellizc¨¢ndolo con sus dedos de pianista en forma de pinza y su oraci¨®n comienza a describir sutiles fintas por los apartados legales, por los art¨ªculos, por las exposiciones de motivos.En el Congreso ha continuado hoy la saga de proposiciones de ley por parte de los socialistas. Eran temas conflictivos, no vayan a creer. Derechos humanos para los detenidos, aquello de no hablar¨¦ si no es en presencia de mi abogado, que en este territorio durante cuarenta a?os s¨®lo se o¨ªa en las pel¨ªculas. Supresi¨®n de los fueros personales con el muermo del Movimiento Nacional exhibido como una cuca?a. Ley de Peligrosidad Social, ley contra el terrorismo, secretos oficiales, que son cuestiones muy apropiadas, seg¨²n se ve, para levantar las iras de un sector del hemiciclo en los d¨ªas de fiesta. Pero resulta que cuando el pacto funciona previamente para que el de bate no llegue a la estimar el fondo de la cu¨¦sti¨®n, entonces los discursos merodean siempre en tomo al formulario, que es realmente de lo que se trata: tomar o no tomar en consideraci¨®n una determinada propuesta para que pase a estudio de la comisi¨®n correspondiente, terreno de abogados, materia de expertos, la nevera del procedimiento.

Cuando el Pleno del Congreso entra en este estado de rito entre la UCD y el Partido Socialista los diputados se recalman en rumores de tertulia, paseos por el grader¨ªo y lectura de hemeroteca y sobre, el murmullo de la C¨¢mara la voz de los oradores toma una tonalidad democr¨¢tica media, lastimada y procedimental. Si el Congreso se relaja, como en la sesi¨®n de esta tarde, ya no, importa lo que se diga, ya no conmueve a nadie lo que se oiga. Hoy han hablado muy bella y duramente los socialistas Jos¨¦ Luis Albi?ana, Sotillos y Virgilio Zapatero. Se han o¨ªdo frases cruentas contra el antiguo r¨¦gimen, los m¨¦todos de la dictadura, los oscuros legisladores de anta?o; se han recordado las l¨¢grimas y testamentos de Arias, los esp¨ªritus espectrales de la reforma. No importa. A cada uno, a su debido tiempo, en esta ceremonia de la urbanidad pol¨ªtica ha contestado el ministro Landelino Lavilla con su estribillo civilizado, con esa pulcra dicci¨®n, para advertir que coincide con el compa?ero en los criterios de fondo, pero que, limando ciertas expresiones, hay que tomar en cuenta la forma, seg¨²n el m¨¦todo de Arist¨®teles, versi¨®n Carrera de San Jer¨®nimo.

Tampoco importa que mientras se hablaba de terrorismo se fuera de pronto la luz y la C¨¢mara se haya quedado en una penumbra tamizada por el vitral con una atm¨®sfera de relato de Edgar Allan Poe. Nada. El partido del Gobierno ha tenido a bien tomar en consideraci¨®n dos proposiciones de ley, cuando la sesi¨®n discurr¨ªa en un clima de bajada. Cuando en el Congreso no habla el Fraga de la ira ni el Carrillo de la iron¨ªa pugnaz, ego est¨¢ visto, en el hemiciclo se instituye un esmerado aburrimiento de tipo occidental. Exactamente como hoy.