Los convenios entre la Iglesia y el Estado son ¨²tiles
La Iglesia no quiere el poder pol¨ªtico y deber¨¢ someterse a la legislaci¨®n general justa, pero ha de exigir el reconocimiento de sus derechos, y para regular las dificultades que puedan surgir son ¨²tiles ciertos convenios entre las dos partes. Esta es la idea central de la quinta carta sobre la Iglesia y el poder, publicada por el cardenal arzobispo de Madrid, Vicente Enrique y Taranc¨®n, a trav¨¦s de Iglesia en Madrid.
Monse?or Enrique y Taranc¨®n comienza citando un texto del Concilio Vaticano II en el que se justifica la mayor intervenci¨®n de los poderes p¨²blicos en materia social, econ¨®mica y cultural, con base en la complejidad de nuestra ¨¦poca, y recuerda que la palabra socializaci¨®n fue estrenada por Juan XXIII para referirse a este fen¨®meno irreversible.
Tras aludir a ¨¦pocas anteriores en las que la Iglesia ejerci¨® ?un patronazgo altamente beneficioso,especialmete en la creaci¨®n de hospitales y en la asistencia social, en la creaci¨®n de colegios y difusi¨®n de la cultura ... ?, el cardenal de Madrid se?ala que la mayor intervenci¨®n del poder pol¨ªtico en campos que antes eran propios de la iniciativa privada o de las sociedades intermedias ?crea una poblem¨¢tica nueva que incide tambi¨¦n en las relaciones de la Iglesia con el poder pol¨ªtico?.
Expres¨® la conveniencia de que tal Intervenci¨®n no sea absorbente ni pretenda ser exclusiva, ?sino que respete la iniciativa privada -de individuos o de grupos sociales- y apoye las soluciones que en los distintos campos puedan aportar esas sociedades intermedias?.
?La Iglesia no quiere el poder pol¨ªtico ni se opone a esa intervenci¨®n mayor del poder en esos ¨¢mbitos. Pero la Iglesia puede y debe exigir al poder pol¨ªtico, porque es de justicia, como subraya el Concilio -a?adi¨®-, que pueda "predicar la fe con aut¨¦ntica libertad, ense?ar su doctrina sobre la sociedad, ejercer su misi¨®n entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden pol¨ªtico, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvaci¨®n de las almas".
?El cardenal Enrique y Taranc¨®n insiste en precisar que exigir esa libertad, que incluye la utilizaci¨®n de ?todos los medios necesarios para realizar su labor?, no es ambicionar el poder ni servirse de ¨¦l.
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