El grabado calcogr¨¢fico en la Espa?a ilustrada
El Club Urbis de Madrid ha tenido la feliz iniciativa de organizar una exposici¨®n sobre el grabado calcogr¨¢fico en la Espa?a ilustrada, tema importante y, sin embargo, poco estudiado. La exposici¨®n consta de 160 grabados, la mayor parte ejecutados directamente por Manuel Salvador Carmona o bajo su direcci¨®n, pero, adem¨¢s, se acompa?a por un estupendo cat¨¢logo realizado por un experto en la materia como es el joven historiador Juan Carrete Parrondo. De esta manera, con la posibilidad de ver una parte sustancial de la obra de uno de los mejores grabadores espa?oles de todos los tiempos y con el amplio y documentado estudio que sirve de introducci¨®n, nos encontramos en una posici¨®n privilegiada para conocer y valorar una de las parcelas m¨¢s interesantes y olvidadas de nuestro arte moderno. No creemos que sea preciso insistir aqu¨ª demasiado. sobre la importancia excepcional que tiene el grabado, como cualquier otro procedimiento de reproducci¨®n mec¨¢nica, en el desarrollo del arte moderno. Nos basta recordar, al respecto, ese famoso art¨ªculo del ensayista alem¨¢n Walter Benjam¨ªn -La obra de arte en la ¨¦poca de su reproducci¨®n t¨¦cnica-, en el que se ven¨ªa a demostrar con acierto la tremenda y decisiva influencia que ejercieron estos nuevos medios industriales en la producci¨®n art¨ªstica, hasta lograr revolucionar su significaci¨®n social ¨²ltima. Naturalmente, Benjamin meditaba sobre las consecuencias de un proceso apenas iniciado durante la Ilustraci¨®n; sin embargo, ya entonces se ten¨ªa una clara conciencia de las posibilidades que a diferentes niveles ofrec¨ªan unos procedimientos que lograban, por primera vez, la aut¨¦ntica difusi¨®n masiva de las im¨¢genes. Antes incluso que se impusieran los criterios regeneracionistas Y pedag¨®gicos del despotismo ilustrado, nos encontramos con que determinados sectores militantes de la Contrarreforma, obsesionada por conseguir un arte de propaganda de alcance masivo, tutelaron y promovieron la difusi¨®n de estampas con intenciones evang¨¦licas, como lo demuestra, por ejemplo, la acci¨®n particular de los jesuitas en este campo, en el que, entre otros, sobresaldr¨¢ el espa?ol padre Jer¨®nimo Nadal.El grabado espa?ol tiene, l¨®gicamente, una historia similar a la que se produce en el resto de Europa con la sola peculiaridad de su grave decadencia durante los siglos XVII y primera mitad del XVIII, siguiendo el orden general de acontecimientos que padece por aquellas fechas el pa¨ªs y un espl¨¦ndido renacimiento que hay que situar precisamente en ¨¦poca de la Ilustraci¨®n. No es raro, desde luego, que a esta ¨²ltima le interesara desarrollar una t¨¦cnica art¨ªstica que combinaba a la perfecci¨®n lo bello y lo ¨²til, obsesi¨®n fundamental del esp¨ªritu de regeneracionalismo, como tampoco que se sirviera de la instituci¨®n acad¨¦mica para lograr su adecuada implantaci¨®n y desarrollo. Juan Carrete Parrondo traza al efecto una erudita s¨ªntesis de los principales problemas que tuvieron que enfrentarse nuestros grabadores de aquella ¨¦poca, desde los puramente ideol¨®gicos hasta los econ¨®micos, llegando a la conclusi¨®n del desajuste entre la calidad excepcional que demostraron algunos artistas, como Carmona, y las escasas posibilidades de est¨ªmulo de la sociedad espa?ola. El caso es que, con m¨¢s o menos facilidades, con mayor o menor protecci¨®n oficial y privada, el grabado espa?ol ilustrado constituye un hito importante de nuestro arte, como lo demuestran no s¨®lo las ricas series de estampas sueltas, sino las que se utilizan para la ilustraci¨®n de libros, tan descuidada tradicionalmente en nuestro pa¨ªs y que, durante aquel per¨ªodo, producir¨ªa obras de la categor¨ªa del Quijote de la Academia. A trav¨¦s del grabado, adem¨¢s, se consigui¨® por aquel entonces vincularse al ?buen gusto? cosmopolita que impusiera Francia y, de esta manera, romper con los manidos t¨®picos de una tradici¨®n de casticismo barroco completamente exhausta. La explicaci¨®n del fen¨®meno viene dada por las pensiones acad¨¦micas que disfrutaron algunos de nuestros grabadores para conocer directamente las t¨¦cnicas francesas y, con ellas, formar escuela en nuestro pa¨ªs. No se cumplieron, desde luego, todos los buenos prop¨®sitos iniales, pero, a pesar de todo, ah¨ª est¨¢n los nojnbres del citado Manuel Salvador Carmona junto al de otros de la talla de L¨®pez Engu¨ªdanos, Fernando Selma, Moreno Tejada, Mariani, Cardano, Esteve o Palomino, que justifican por s¨ª mismos el reconocimiento y la atenci¨®n para esta singular parcela de nuestro arte moderno.
El grabado calcogr¨¢fico en la Espa?a ilustrada
Club Urbis. Men¨¦ndez Pelayo, 71.
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