Una convulsi¨®n rom¨¢ntica
La versi¨®n de L¨¢stima que seas una puta, preparada con libertad por Juan Antonio Castro, desde el texto de John Ford, es sin g¨¦nero de dudas la de una tragedia rom¨¢ntica. Es muy curioso que la obra de Ford, estrenada en 1624 -es decir, muy, pocos a?os antes de la clausura de los teatros- divida desde hace mucho tiempo a los teatreros brit¨¢nicos: por un lado respetaban el realismo, la perfecci¨®n formal, la osad¨ªa y la apasionada amargura; por otro les irritaba el sensacionalismo, el duro punto de amaneramiento, el desenfreno verbal. Cuesti¨®n resuelta a favor de Ford desde que, har¨¢ unos dieciocho a?os, el Mermaid en Londres y Visconti en Par¨ªs volvieron a lanzar la obra acordando excelentemente el frenetismo de uno de los ¨²ltimos isabelinos, su convulsionada mezcla de excitaciones y horrores y la desesperada b¨²squeda de pasiones aptas para ser aplaudidas por un p¨²blico estragado, con el entusiasmo de Artaud que logr¨® enlazar la obra con la revuelta del inconsciente, la valent¨ªa de las reivindicaciones, la exaltaci¨®n convulsiva y el claro y desenfrenado canto teatral al amor. Naturalmente, para Artaud, como para muy gran parte del teatro moderno, la famosa ?crueldad? s¨®lo es posible si se liberan, en la escena y en la sala, fuerzas humanas habitualmente reprimidas.El recordatorio de ?los derechos del amor total? tiene unas hermosas apoyaturas espa?olas. El ?Polvo ser¨¢n, mas polvo enamorado?, de Quevedo; el ?Melibeo soy?, de Rojas, rinden homenaje a Ford. Ya se sabe que para los isabelinos y aun para muchos espa?oles situar la acci¨®n en Italia era concederse la m¨¢s plena libertad. Y servir a algo en que Ford fue maestro: la mezcla de elementos c¨®micos y dram¨¢ticos.
L¨¢stima que seas una puta, de John Ford
Versi¨®n libre de Juan Anionio Castro. Direcci¨®n: Vicente Sainz de la Pe?a. Escenograf¨ªa y vestuario: Josep Mar¨ªa Espada. Int¨¦rpretes principales: Margol Cottens, Mar¨ªa Paz Ballesteros, Mar¨ªa Amparo Soto y Jos¨¦ Mar¨ªa Guill¨¦n. En el teatro Mart¨ªn.
Es lo primero que ha tenido en cuenta la compa?¨ªa de Mar¨ªa Paz Ballesteros al encarar su dif¨ªcil empe?o. Una b¨²squeda de equilibrio que ha resistido las grandes y peores tentaciones del tema. La compa?¨ªa llega hasta donde puede, que es a servir a los protagonistas: Mar¨ªa Paz Ballesteros, excelente en su tarea de poetizar el erotismo y Jos¨¦ Mar¨ªa Guill¨¦n, en el amante razonador. En los dem¨¢s hay fallos graves que pasan mejor por el cerrado esquema del director. Su dramaturgia circulariza el movimiento general para cerrar y envolver a los protagonistas, valorando de esa forma la huida final del castigo.
La compa?¨ªa, pues, sale de un tropiezo con valor y con talento. Hay que ayudar a esta empresa. No es justo moverse en la butaca s¨®lo porque al regidor se le alargue la mano en la m¨²sica. Aunque eso quiere decir que estas empresas recuperadoras de un repertorio que casi nunca hemos tenido exigen, m¨¢s que los estrenos absolutos, con su radical novedad, muy largos cuidados de t¨¦cnicos e int¨¦rpretes. Supongo que con buenas intenciones, tambi¨¦n debe ser m¨¢s f¨¢cil llegar al cielo que empedrar los infiernos.
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