La marcha atl¨¦tica lleg¨® a Espa?a en 1914
Corr¨ªan otros tiempos. Fue en 1914 cuando los hermanos Charlot -Ren¨¦ y Alberto- trajeron de Francia un deporte desconocido hasta aquel entonces en Espa?a: la marcha atl¨¦tica. La misma especialidad que encumbrar¨ªa muchos a?os despu¨¦s, aunque con notorias diferencias, l¨®gicamente, a Jordi Llopart, el atleta de Prat del Llobregat. En un principio, como es de imaginar, faltaban los almibarados medios que en el transcurso de los a?os convertir¨ªan tan agotadora especialidad en algo m¨¢s sofisticado, pese a que en los deportes duros la sofisticaci¨®n parezca imposible. Eduardo Soler fue el meritorio campe¨®n de Espa?a entre 1924 y 1929.En la actualidad los hombres con prestigio en la marcha se reducen, en nuestro pa¨ªs, a estos: Llopart, Mar¨ªn o Jorba. Tres deportistas que pesan lo suyo a fin de demostrar luego, en las competiciones, que se encuentran a nivel mundial. En cualquier caso, resulta curioso, ahora que es noticia, ver la diferencia que separa la marcha actual de la que data de la d¨¦cada de los veinte, por ejemplo.
Si la marcha espa?ola tiene su inicio en el a?o en que comenz¨® la primera guerra mundial, es en 1920 cuando surgen aqu¨ª figuras de relumbr¨®n que, al igual que Llopart, hubieran resultado, ahora, rutilantes estrellas de dicho deporte.
Eduardo Soler Garc¨ªa, nacido en Barcelona en 1904, concretamente en la calle Cruz de los Canteros, sabe mucho acerca de este particular. ?En efecto, yo fui uno de los pioneros de este deporte, compitiendo incluso con los propios Charlot, de los cuales creo que sobrevive uno, quien conserva una tienda de rancio sabor en la calle de Aribau. Fueron, aqu¨¦llos, tiempos de enorme afici¨®n al deporte en general. Es l¨®gico que as¨ª fuera, que sinti¨¦ramos intensamente la pr¨¢ctica deportiva, dado que ¨¦sta era hace a?os mucho m¨¢s pura?.
Eduardo Soler fue campe¨®n de Espa?a de marcha atl¨¦tica entre 1924 y 1929. Tiene moreno el rostro (igual, casi, que Jordi Llopart), conserva abundante pelo y un optimismo que para s¨ª quisieran muchos mozos. ?En 1922 gan¨¦ la Copa del Rey Alfonso XIII. Mi enemigo m¨¢s directo a batir en las pistas (o en los campos, para ser m¨¢s exactos) fue el gran Luis Mel¨¦ndez, desde muy joven dedicado al periodismo, faceta que cultiv¨® al un¨ªsono que la marcha. Llevaba siempre consigo un simp¨¢tico mu?eco-mascota, que sol¨ªa darle suerte. Pero un d¨ªa llegu¨¦ a vencerle y as¨ª pasar¨ªa yo a tan respetado y admirado como ¨¦l en la modalidad de? contoneo constante. Rivales inc¨®modos resultaban tambi¨¦n los Andreu, Mestres, Gibert, Urrutia, Sirvent, Garc¨ªa y un etc¨¦tera que comprend¨ªa los ochenta marchadores que en total habr¨ªa aproximadamente en Espa?a. Por cierto que una vez competimos 71 corredores en una prueba importante..., y s¨®lo llegamos diecinueve a la meta?.
No obstante, para Eduardo Soler, al que, seg¨²n Carmen Mut, su esposa, ?m¨¢s de cincuenta millones de metros recorridos por sus piernas le contemplan?, no hubo otro en Espa?a como el ya desaparecido Luis Mel¨¦ndez. La admiraci¨®n es de suponer que ser¨ªa mutua. ?Lo nuestro, en aquel entonces, era temerario. Yo me met¨ª en la marcha porque anhelaba ser futbolista, pero una lesi¨®n que me produje en una ca¨ªda fortuita a los siete a?os me impidi¨® realizar este sue?o?. Y Eduardo Soler aspira el aire denso inmerso en el interior de su r¨²stica, pero acogedora, casa, sita en la calle de Ram¨®n Turr¨®, antes Enna, y recuerda. No olvida que fue siempre fiel a los colores de la Uni¨®n Deportiva, Sants (tiene ya el carn¨¦ correspondiente a 1980) y que lleg¨® a competir en pruebas tan peregrinas como una en la que se part¨ªa del barrio sansense, hasta Sabadell, en la modalidad de marcha atl¨¦tica por parejas, y ?con un inexcusable fardo o mochila de veinte kilos de peso a la espalda!
Curioso aquel mundo de la marcha que vivi¨® Eduardo Soler. Era un mundo con el raro, pero insoportable, encanto de entrar en liza en las peores condiciones imaginables, con el menor refinamiento por caminos y carreteras, las m¨¢s de las veces sin hallar el terreno pulido que encuentran los deportistas de ahora.
A E. Soler le parece chusca la marcha actual
?Nada tengo contra Jordi Llopart y compa?¨ªa, pero yo?, dice de pronto Eduardo Soler, ?ahora, en igualdad de condiciones, hubiera sido capaz de batirles. Y acaso me hubiera tra¨ªdo una medalla de Mosc¨². Me est¨¢ mal decirlo, pero lo cierto es que los expertos opinaban que yo era un fuera de serie. Y se me ocurre que lo que hacen los marchadores actuales es violar los principios del reglamento de la marcha atl¨¦tica, pues corren, o vuelan, m¨¢s que caminan?. Aqu¨ª don Eduardo se permite una pausa y prosigue. ?Y encima no cumplen aquello que en modo alguno debe olvidarse: andar realizando este juego, tal¨®n-planta, tal¨®n-planta, de manera continua y sincr¨®nica?.A este respecto, el se?or Soler se muestra m¨¢s que inflexible: ?Que me perdonen, pero me consta que nadie cumple este requisito al caminar. Tal vez por ello se bati¨® mi r¨¦cord de los diez kil¨®metros. Porque en opini¨®n particular yo hab¨ªa marcado el l¨ªmite de las posibilidades humanas en esta distancia. Y aprovecho para aconsejar p¨²blicamente a Jordi Llopart y dem¨¢s marchadores que se dejen de pruebas como la de cincuenta kil¨®metros, nocivas para la salud?.
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