Las consecuencias de la guerra irano-iraqu¨ª sobre el mercado petrolero
El conflicto b¨¦lico entre Irak e Ir¨¢n, que dura ya dos semanas y cuya salida parece cada vez m¨¢s dif¨ªcil, viene a ser una nueva llamada de atenci¨®n, si es que las anteriores no hab¨ªan sido ya m¨¢s que suficientes, sobre la fragilidad y dependencia de las econom¨ªas occidentales de un recurso escaso y dram¨¢ticamente concentrado en unos pocos pa¨ªses, que no se distinguen precisamente por su estabilidad pol¨ªtico-social.Las consecuencias derivadas de esta guerra desde el punto de vista de los suministros petroleros a Occidente resultan en el momento actual cuantitativamente an¨¢logas a las creadas a principios de 1979, como consecuencia de la crisis iran¨ª. En el primer semestre de este a?o, Irak e Ir¨¢n produc¨ªan conjuntamente unos 5,4 millones de barriles d¨ªa (cuadro l), de los que -en las semanas anteriores a la guerra- ven¨ªan exportando entre 3,9 y 4,0 millones de barriles d¨ªa, alrededor del 17% de las exportaciones totales de la OPEP en esas fechas.
Esta producci¨®n ha desaparecido del mercado en forma s¨²bita, creando un d¨¦ficit de suministros de alrededor de dos millones de barriles/d¨ªa, ya que la situaci¨®n en los d¨ªas anteriores a la guerra alcanzaba un super¨¢vit de dos millones de barriles/d¨ªa. Sin embargo, y a diferencia de lo ocurrido en el momento de producirse la crisis iran¨ª, el nivel de existencias del mundo industrializado es muy elevado, por lo que, de no reducir el resto de la OPEP sus niveles de producci¨®n, tal y como se hab¨ªa acordado en la reuni¨®n de Viena del mes de septiembre pasado (una reducci¨®n media de un 10%), el mundo occidental, como conjunto, podr¨ªa aguantar durante algo m¨¢s de un a?o sin graves quebrantos la interrupci¨®n total de los aprovisionamientos iraqu¨ªes e iran¨ªes. Otra cosa diferente es lo que le puede suceder a cada pa¨ªs en concreto; para Portugal, la India o Turqu¨ªa, por ejemplo, fuertemente dependientes de los pa¨ªses contendientes, la situaci¨®n es muy grave.
Situaci¨®n no angustiosa
Por tanto, y al menos por lo que se refiere al vital problema de los aprovisionamientos f¨ªsicos, la situaci¨®n no se presenta angustiosa a corto plazo y existe un cierto margen de maniobra, cuya mayor o menor amplitud. depender¨¢ de la duraci¨®n del conflicto y de la magnitud de las destrucciones que en campos, terminales y refiner¨ªas acabe produciendo el mismo. Sin embargo, en el no menos vital problema de los niveles de precios, la situaci¨®n puede discurrir por canales diferentes. De hecho, la OPEP ha aprovechado siempre coyunturas de crisis (la guerra del Yom Kippur, en 1973; la crisis iran¨ª, en 1979), para conseguir alzas espectaculares de precios, por lo que, si nos limit¨¢ramos a extrapolar la tendencia hist¨®rica, las perspectivas ser¨ªan sombr¨ªas. No obstante, las circunstancias pol¨ªticas parecen hoy m¨¢s favorables, en el sentido de que son los pa¨ªses m¨¢s moderados (Arabia Saud¨ª, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait) quienes tienen la clave de los precios en su mano y, dada la grave situaci¨®n de la econom¨ªa mundial, no parece probable que intenten aprovechar la coyuntura para promover fuertes elevaciones de precios. Dicho sea esto con la m¨¢xima prudencia, dada la enorme complejidad pol¨ªtica de los pa¨ªses del golfo.
En todo caso, el mercado de Rotterdam ha recogido de inmediato el efecto de la guerra, habi¨¦ndose producido fuertes alzas en todos los productos. Hay que tener en cuenta, sin embargo -cosa que suele olvidarse a menudo-, que Rotterdam es un mercado marginal enormemente inestable y que no resulta representativo en muchas ocasiones del grueso de las transacciones del mercado petrolero. Ni las fuertes bajas de los ¨²ltimos meses quer¨ªan decir que el petr¨®leo se estuviera vendiendo m¨¢s barato en las transacciones normales, ni las fuertes alzas de ahora quieren decir que el petr¨®leo se vaya a vender m¨¢s caro. Todo esto, siempre y cuando el pa¨ªs con.sumidor tenga contratos en firme que aseguren su suministro.
Situaci¨®n estrat¨¦gica
Desde un punto de vista estrat¨¦gico, y refiri¨¦ndonos siempre a los suministros de petr¨®leo, el pa¨ªs m¨¢s importante para Occiderite es Irak, ya que su nivel de exportaciones era cinco veces superior al de Ir¨¢n el d¨ªa en que estall¨® el conflicto.
Irak, con una producci¨®n actual estimada en unos 175 millones de toneladas m¨¦tricas/a?o, cuenta, para dar curso a sus exportaciones, con dos tipos de salida: a trav¨¦s del golfo P¨¦rsico y a trav¨¦s del Mediterr¨¢neo. Las salidas hacia el Mediterr¨¢neo se realizan a trav¨¦s de una red de oleoductos con origen en los yacimientos petrol¨ªferos del norte del pa¨ªs y con destino al L¨ªbano y Turqu¨ªa, y cuyas principales caracter¨ªsticas son las que figuran en el cuadro adjunto.
Estos oleoductos est¨¢n dimensioriados para una capacidad de transporte de unos 85 millones de toneladas m¨¦tricas/a?o, de forma que Irak podr¨ªa, te¨®ricamente, exportar -v¨ªa Mediterr¨¢neo- del orden del 50% de su producci¨®n.
Estas salidas son una garant¨ªa, ya que no est¨¢n en zona de guerra y adem¨¢s las destrucciones, tanto en los oleoductos como en los campos que los alimentan, pueden ser reparadas con gran rapidez, unos pocos d¨ªas o, todo lo m¨¢s, algunas semanas, incluso si los da?os ocasionados por los ataques a¨¦reos son intensos (separadores, tuber¨ªas de enlace, cabezas de pozo). Hay que tener en cuenta adem¨¢s que algunos de los elementos m¨¢s cr¨ªticos est¨¢n dispersos y no son f¨¢ciles de alcanzar desde el aire si est¨¢n bien protegidos (cabezas de pozo). Por tanto, y una vez finalizado el conflicto, Irak deber¨ªa estar en condiciones de reanudar, con relativa rapidez, sus exportaciones de crudo v¨ªa Mediterr¨¢neo.
Por lo que se refiere a las salidas del golfo P¨¦rsico, por donde antes de la guerra se exportaba el 80% del crudo iraqu¨ª, existen cuatro terminales, uno de los cuales, al menos, est¨¢ muy da?ado, y los otros tres, con da?os menores o mal conocidos. Estas instalaciones son mucho m¨¢s cr¨ªticas, desde un punto de vista estrat¨¦gico, que los propios campos, ya que su destrucci¨®n, relativamente sencilla mediante ataques a¨¦reos o navales, cierra las posibilidades de exportaci¨®n por largo tiempo, ya que su reconstrucci¨®n requerir¨ªa entre diez y veinte meses, si los da?os sufridos son graves.
Ir¨¢n, con una producci¨®n estimada antes del conflicto de 75 millones de toneladas, y una exportaci¨®n de treinta millones, cuenta s¨®lo con terminales en el golfo P¨¦rsico para sus ventas al exterior, de los cuales el du la isla de Kharg, que es el mayor, con gran diferencia, est¨¢, al parecer, muy fuertemente da?ado, ya que fue un objetivo prioritario de la aviaci¨®n iraqu¨ª. en los primeros d¨ªas de la guerra. Quedan otros tres terminales menores. con da?os inciertos.
Las refiner¨ªas
Finalmente, el otro elemento estrat¨¦gico esencial son las refiner¨ªas, que abastecen fundamentalmente el consumo interno de ambos pa¨ªses (45 millones de TM /a?o, Ir¨¢n, y 11 millones de TM /a?o, Irak). Estas instalaciones son blancos f¨¢ciles para la aviaci¨®n, y en el caso de Ir¨¢n parece claro que, al menos, un 60% de su capacidad de refino est¨¢ destruida, y en una cifra menor la de Irak. Reconstruir las refiner¨ªas, funci¨®n l¨®gicamente de los da?os sufridos, puede llevar desde unos pocos meses a m¨¢s de dos a?os, por lo que una vez finalizado el conflicto, y durante un per¨ªodo m¨¢s o menos amplio, los pa¨ªses contendientes pasar¨¢n a ser importadores netos de productos petrol¨ªferos.
En definitiva, una vez terminada la guerra, Irak deber¨ªa poder reanudar sus exportaciones v¨ªa Mediterr¨¢neo con relativa rapidez, a un ritmo entre el 20% y el 30% de su nivel actual. V¨ªa golfo P¨¦rsico, la reanudaci¨®n de las exportaciones ser¨¢ funci¨®n de los da?os ocasionados a los terminales de carga, por lo que su recuperaci¨®n puede ser m¨¢s lenta que la realizada v¨ªa Mediterr¨¢neo. Al lado de ello, los dos pa¨ªses contendientes podr¨ªan llegar a necesitar casi un mill¨®n de barriles/d¨ªa de productos importados durante varios meses si las destrucciones prosiguen un par de semanas al ritmo actual. Estas circunstancias pueden hacer subir las presiones sobre los precios a l¨ªmites peligrosos, que un incidente fortuito, un invierno particularmente fr¨ªo en Europa Occidental o Estados Unidos, por ejemplo, podr¨ªa convertir en una espiral alcista. En sentido contrario, un cierto incremento de la producci¨®n en los pa¨ªses exportadores no afectados por la guerra, que pueden hacerlo si quieren, anular¨ªa cualquier presi¨®n alcista sobre los precios.
En el caso de nuestro pa¨ªs, la situaci¨®n al comienzo del conflicto era bastante favorable. Por un lado, el nivel de reservas es alto (casi 140 d¨ªas, incluyendo buques en tr¨¢nsito), uno de los m¨¢s elevados de nuestra historia, y, por otro, existe un cierto exceso de contrataci¨®n sobre la demanda real, lo que permite encajar sin demasiados problemas las cantidades que hasta final de a?o se deb¨ªan haber cargado en los pa¨ªses beligerantes.
Para 1981, y desde un punto de vista no s¨®lo de reservas, sino de estructura de suministros, nuestra situaci¨®n es mejor que la existente cuando nos enfrentamos a la crisis iran¨ª en la primavera de 1979. Nuestros factores de riesgo se hallan m¨¢s diversificados; M¨¦xico, por ejemplo, nos est¨¢ suministrando el 14% de nuestras necesidades, y los contratos con otros pa¨ªses parecen m¨¢s s¨®lidos que los existentes hace un par de a?os. Poni¨¦ndonos en la alternativa de una interrupci¨®n total de los suministros iraqu¨ªes a lo largo de 1981, que, por lo se?alado en el punto anterior, es una hip¨®tesis poco probable, podr¨ªamos resistir sin graves alteraciones unos catorce meses, utilizando las existencias disponibles para cubrir los d¨¦ficit.
Esta alternativa puede quedar modificada a favor o en contra por algunos acontecimientos. Modificaciones a favor ser¨ªan en primer lugar una r¨¢pida finalizaci¨®n del conflicto, y una reanudaci¨®n a baja capacidad de las exportaciones iraqu¨ªes, donde ser¨ªa de esperar como m¨ªnimo una entrega proporcional a los contratos actualmente existentes (siete millones de toneladas/a?o), ya que Irak ha mantenido siempre una postura de gran amistad hacia nuestro pa¨ªs, que se ha traducido,. adem¨¢s, en hechos muy concretos a la hora de suministrar crudos. Otra modificaci¨®n a favor ser¨ªa la iniciaci¨®n de los suministros directos a Petronor por parte de M¨¦xico (tres millones de toneladas/a?o). Cualquiera de estos dos acontecimientos, de producirse en los primeros meses del a?o 1981, alejar¨ªan definitivamente cualquier problema de desabastecimiento.
Modificaciones en contra ser¨ªa un a?o hidr¨¢ulicamente seco, que es la situaci¨®n actual, lo que requiere alrededor de 1,6 millones de toneladas de fuel respecto a un a?o normal, aunque la entrada en funcionamiento del primer grupo de la central nuclear de Almaraz, prevista para las pr¨®ximas semanas, ayudar¨¢ enormemente a paliar este problema, al producir un ahorro adicional de algo m¨¢s de un mill¨®n de toneladas de fuel. Y, finalmente, la modificaci¨®n en contra m¨¢s grave ser¨ªa la prolongaci¨®n del conflicto, o su extensi¨®n a otros pa¨ªses del golfo. S¨®lo en esta ¨²ltima hip¨®tesis nuestros aprovisionamientos fisicos podr¨ªan quedar seriamente afectados.
La inc¨®gnita fundamental, entiendo pues que no se presenta hoy en los aprovisionamientos, sino m¨¢s bien en el nivel de precios del crudo. Aqu¨ª s¨®lo queda repetir lo se?alado antes, y es que todo ser¨¢ funci¨®n de si los pa¨ªses de la OPEP quieran o no aprovechar la coyuntura de d¨¦ficit de suministros que empezar¨¢ a hacerse sentir a partir de enero o febrero. Si la guerra se prolonga, opinar hoy sobre ello resultar¨ªa un ejercicio de adivinaci¨®n vano.
La ense?anza que todos podemos sacar de esto es, sin embargo, clara: el per¨ªodo de bonanza en el que muchos cre¨ªamos hace unos meses es una ilusi¨®n; no hay bonanzas en el mercado petrolero, sino una crisis detr¨¢s de otra. Un precio horizonte de 45 d¨®lares actuales por barril en 1985 es desgraciadamente una hip¨®tesis muy veros¨ªmil. En estas circunstancias la intensificaci¨®n de las sustituciones (carb¨®n, nuclear, gas natural) y muy particularmente de las medidas de ahorro energ¨¦tico, son una necesidad de supervivencia m¨ªnima.
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